Los BRIC hacen referencia a los principales mercados emergentes: China, India, Rusia y Brasil, aunque hay analistas que incluyen a Sudáfrica (BRICS) e incluso Corea del Sur, México y Argentina. De cualquier forma, representan a países grandes geográficamente, con mucha población y con ingentes recursos naturales y progresiva influencia en el comercio y la economía global.

Los grandes protagonistas, no obstante, por ser los más grandes y los que mayor proyección tienen, son China, India y Rusia. Pero son India y China los que más copan análisis y noticias sobre su crecimiento y futuro. Las comparativas son continuas, primero porque hay algo que les une: tienen una población, recursos y poderío militar similar; segundo, porque hay algo que les diferencia diametralmente: sus regímenes políticos. Sin entrar en el análisis político, veamos de dónde vienen y adónde van ambos gigantes y podemos sacar conclusiones jugosas y objetivas.

De la pobreza a la clase media

En 1981 China tenía la friolera de 730 millones de personas que vivían con menos de un dolar al día; en 2005, hace ya una eternidad según el crecimiento exponencial chino, había caído a los 106 millones. India también ha hecho los deberes en materia de pobreza, pero la burocracia, la falta de cohesión territorial y el sistema de castas y grupos tan heterogéneos ha hecho que sus avances sean mucho más modestos. Mientras que en China el porcentaje de pobres ha pasado del 73% al 8%, en la India se ha rebajado del 42% al 24%, si bien por su crecimiento poblacional (algo que no ocurre en China por su control de natalidad) el gobierno indio solo ha sacado de la pobreza en términos absolutos a 20 millones. La India ha tenido que lidiar con su compleja democracia y continua lucha de partidos e intereses de los diferentes estados indios.

Control estatal chino frente a burocracia india. Sin embargo, la intervención del Estado paradójicamente ha contribuido a la progresiva conversión a un modelo eminentemente capitalista y de propiedad privada, pero bajo etapas y parámetros calculados (planes quinquenales y medidas concretas de intervención y fomento). El plan era una progresiva reducción de la pobreza rural y para ello prescindieron de complejos ideológicos y pasaron de la necesidad de propiedad colectiva para una mejor repartición y productividad hasta finales de los 70 y a partir de ahí lo contrario: fomento del régimen privado y desmantelamiento comunal. De hecho, el grueso de la reducción de pobreza china se produjo en los años 70 y 80. Desde entonces hubo épocas en que incluso aumentó (finales de los 80) debido a masivos despidos de empleados públicos. El tiempo demostró esa necesidad como saneamiento para el futuro y definitivo despegue chino, atrayendo inversión extranjera y aumentando el comercio. Resultado: éxodo hacia las ciudades, creación de la clase media al modo occidental. Daños colaterales: desigualdades, contaminación, jornadas de trabajo interminables.

Las paradojas del desarrollo son siempre difíciles de digerir y al final hacen que no sean del todo válidas o del todo erróneas las políticas de izquierdas o de derechas, socialdemócratas o liberales. Eficacia y progresiva mejora frente a desigualdad, problemas medioambientales y reordenación territorial. ¿Defensa de la democracia frente a utilitarismo? China empezó a atraer mucha más inversión extranjera que India, a pesar de que ambos poseían el gran atractivo de la mano de obra barata, pero India además era angloparlante. La entrada de capitales es siempre interesada y agresiva pero la actual precariedad siempre conduce a una progresiva riqueza global con matices. Cuestionable, pero ese tipo de crecimiento se asemeja a lo ocurrido en Occidente durante la Revolución Industrial y posteriores casos de industrialización (muchas horas con salarios bajos, emigración del campo para hacinarse en pisitos en las afueras de las ciudades). No es lo ideal pero hay un matiz: estamos hablando de 1.300 millones de personas.

Cuestión de sectores

¿Y la India? Mientras que China ha fomentado la industrialización, India se ha ido tercializando, en parte por su condición como decíamos de antigua colonia británica y por tanto angloparlante. Su reducción de pobreza ha sido menos intensa y menos sólida al haberse saltado el paso 2 del proceso y pasar directamente de una economía basada en la agricultura a otra cuyo pilar es el sector servicios. Resultado: mientras que China es el mayor exportador mundial y el de mayor superávit en su balanza de pagos, en India solo una minoría está beneficiándose de la liberalización comercial. Además, la diferencia entre los más preparados y los obreros de baja cualificación es abismal (Bardham, 2010). China, con su intervencionismo y la no pérdida de energías en conflictos partidistas o acuerdos arduos, ha logrado situarse como segunda potencia mundial. Curioso que el Partido Comunista Chino haya hecho de China una economía de mercado a través de medidas intervencionistas. Con su fin ha hecho que se le critiquen los medios, haga lo que haga, por el lado izquierdo o el lado derecho. India, en cambio, hace los deberes democráticos pero su nivel de pobreza y desigualdad mejoran muy lentamente y de forma poco sólida.

Educación

Una de las claves para que todo país avance de verdad es la educación. En la época maoísta se generalizó la educación primaria, haciendo hincapié en una preparación para que un agricultor pasara a ser obrero y de obrero a personal cualificado. Este control estatal e incluso represión educacional y política hizo que el desarrollo no se viera truncado por expolios, revueltas o descohesión social. La compleja estructura política, social y religiosa india ha hecho que ese proceso haya sido impensable. Pros y contras. ¿Resultados? La dialéctica histórica continúa...

Gestionar un país de 5 millones de personas como Noruega o Dinamarca es relativamente "fácil". Son sociedades y economías admirables pero que difícilmente lo pueden hacer mal usando la gestión lógica y de recursos disponibles. Gestionar un país de más de 100 millones de personas es otra cuestión; gestionar un país de más de 1.000 millones de personas es algo que va más allá de la complejidad y los parámetros analíticos habituales. Por algo están llenando páginas y páginas de libros, artículos, reportajes y ensayos.