Madrid es una ciudad sin historia. O eso nos hacen creer. Los más de 11 millones de turistas que pasearon por sus calles y museos en 2015 demuestran que algo tiene que tener la capital de España para que la visite tanta gente.

Pero me reafirmo en las primeras palabras de este artículo: Madrid no tiene Historia. O lo matizo, no tiene la misma historia que Toledo, Segovia o, incluso, Barcelona. Madrid is different, que diría alguno. La creación de la Asociación Turismo Madrid tiene como objetivo hacer de Madrid una ciudad turística, aumentar las visitas extranjeras y seguir potenciando las españolas. El trabajo que tiene la asociación es sencillo, porque Madrid se vende sola.

Madrid ha sido musulmana y después cristiana, pero a lo largo de la historia no tuvo la importancia que han tenido otras ciudades. O sí la tuvo y no la supo conservar. Ese es el principal problema de Madrid, el intento de modernidad ha acabado con lo que podía ser un museo viviente como son Toledo, Salamanca o Segovia.

Los Austrias allá por 1561 establecieron la capitalidad del reino en Madrid y con ello todo cambió. La corte pasó de ser itinerante a ser fija, justo en el centro de España, y con ello el pequeño pueblito que era Madrid en tiempos de Muhammad I y los Reyes Católicos fue creciendo. El establecimiento de la corte en Madrid trajo al “pueblo” a más de 1.000 personas que iban en la corte de Felipe II, que se tuvieron que establecer en una ciudad de, aproximadamente, 30.000 personas, con los problemas de espacio que conllevaba ello. Tanto es así que se destruyó la segunda muralla (la primera era musulmana) y se construyó en 1566 una nueva, haciendo la ciudad más grande.

Felipe IV siguió aumentando la ciudad y creando una muralla, la cuarta, que se mantuvo hasta mediados del XIX, Madrid pasaba a ser el centro neurálgico de la actividad real.

La llegada de los Borbones, con Felipe V, acabó con ese Madrid pueblerino. Felipe V llegó a Madrid procedente de una gran ciudad como era París, de una corte glamourosa y una ciudad que respiraba rapé y perfume, y se encontró con una ciudad que olía mal, sin empedrar y sucia. Lo que intentó conseguir el rey fue cambiar la mentalidad madrileña, pasando de una mentalidad de pueblo, con sus calles estrechas y pequeñas a una mentalidad de corte, de capital y de importancia, tirando casas pequeñas y creando grandes avenidas. Más tarde, José I Bonaparte, el hermano de Napoleón, transformó definitivamente Madrid con la creación de grandes plazas y más avenidas.

La Historia de Madrid, se podría decir, pues, que comienza en 1561, cuando por un haz del destino Felipe II cambió la capital de Toledo a Madrid. Los sucesivos cambios y transformaciones han dado a Madrid ese aspecto que tiene ahora, un tanto desmadejado en su crecimiento arquitectónico, pero que millones de turistas visitan felices.

Para “vender” Madrid, se han creado Asociación Turismo Madrid, Monumenta Madrid o la Dirección General de Patrimonio de Madrid. Estas asociaciones, se supone, velan porque Madrid no pierda su esencia, porque Madrid siga siendo una ciudad turística, no solo por sus museos sino por todos los demás edificios. El problema es que estas asociaciones miran más por sus intereses propios que por los del conjunto arquitectónico municipal y regional. No sería entonces explicable que haya edificios que se hayan terminado tirando o que se hayan transformado tanto que no sean la sombra de lo que fueron.

Madrid, entonces, lo que no tiene es memoria. Historia tiene y mucha, pero memoria no. Para velar por la memoria de Madrid existen asociaciones como Madrid Ciudadanía y Patrimonio, una de las asociaciones más críticas con los gobiernos del Ayuntamiento y Comunidad para proteger el fastuoso patrimonio madrileño. La lista de edificios en peligro es enorme y la difusión que dan sobre ello también lo es.

Pasear por el centro de Madrid es ver tiendas y más tiendas de multinacionales de la moda. Aquella promesa que hizo uno de los alcaldes de la capital, Gallardón, de convertir la centenaria Gran Vía en el Brodway madrileño se quedó cuanto menos en eso, en un intento de llenar una de las calles principales de Madrid de neones, teatros, cines y glamour para acabar siendo una calle llena de neones, tiendas de ropa, algún teatro y glamour.

Entrar en la web de MCyP es entrar en un paraíso, en un lugar utópico donde los amantes y soñadores de Madrid sueñan con un Madrid protegido con patrimonio cultural no solo en los museos sino en la calle. Un Madrid diferente, que enseña a entender la urbe desde la perspectiva de lo que podía haber sido una ciudad que valorase su patrimonio, que tuviese memoria.

Es complicado entender cómo Toledo, una ciudad con 83.000 habitantes, es capaz de atraer a 3,5 millones de personas a sus calles y museo, triplicando su población, y Madrid con 11 millones de turistas y 6 millones de habitantes no ha podido duplicar su población en turismo. La respuesta es sencilla y los dirigentes madrileños deberían haberse dado cuenta mucho antes: el patrimonio.

El patrimonio de Toledo es elevadísimo y vive de él. Las ciudades dejaron de crecer culturalmente desde que Madrid fue capital, el desembolso de los reyes en Madrid fue tal que las demás ciudades perdieron importancia. Pero valoren ustedes mismos: Toledo, Segovia, Salamanca… han conservado mejor su patrimonio y su esencia antigua en detrimento de Madrid, que en ese intento de transformación desde Felipe V ha ido perdiendo memoria y con ello esa historia viviente de la que disfrutan otras ciudades.

MCyP hace una de las labores más importantes en estos tiempos y podría hacer más si fuese más activa en redes sociales, concienciar a la gente con el patrimonio de Madrid. Hay que luchar por él y para él. Hay que luchar con ellos y por ellos. MCyP lucha por un Madrid diferente, por un Madrid de museos al aire libre como las Cocheras de Cuatro Caminos, la Plaza de España, el edificio Canalejas, el Beti-Jai y un sin fin más de edificios con encanto y esencia de un Madrid de otra época.

La batalla parece que la tienen pérdida porque los poderosos y los interesados luchan porque Madrid siga cambiando, siga haciéndose tan cosmopolita que nadie la reconozca. Y no, el cambio, el progreso no está reñido con la memoria. Los cines, los teatros y la cultura no están reñidas con el progreso de un Madrid moderno. “Madrid tiene que cambiar pero conservando su historia, su memoria, su cultura y su arte” dice uno de los guías de la Comunidad de Madrid, “más árboles, más verde, más bici, más plaza y más peatones sí, pero su memoria y su historia debe mantenerse, porque se puede”.