El mundo se tiñó de rosa con el lanzamiento de la película de Barbie y solo vemos mareas rosas por la calle de espectadores que asisten a las funciones con sus outfits rosas o simplemente vemos el color en miles de prendas y productos que se adaptaron a la tendencia del color del año.

A pocas semanas del lanzamiento de la película de Barbie que revolucionó al mundo, vamos a hablar del rosa como color y su historia. Ya sabemos que el universo de Barbie creado en 1959 es rosa porque el mejor color que podía acompañar a un juguete para nenas era el rosa. Pero si la Barbie se hubiese creado unas décadas antes, probablemente no hubiese sido así.

¿Sabías que el rosa era el color designado para los nenes? Si bien en la actualidad se está rompiendo un poco con la idea, lo más normal para nuestros tiempos es asociar el rosa con las niñas y el azul o celeste con los niños. Pero, así como esto nos parece de lo más normal, durante siglos lo normal era lo contrario. O en realidad, no era una cuestión de niños solamente, sino que a los hombres se les asignaba el rosa, que representaba fuerza y determinación y a las mujeres el celeste o azul que simbolizaba la delicadeza femenina.

El rosa viene del color rojo, asociado a la sangre y usado para reflejar «la fuerza masculina», es por eso que desde el Renacimiento el rosa era visto como un color para hombres, muy diferente a la idea más cercana a nuestros tiempos, donde el rosa se asocia a un «color de mujer». Si vemos pinturas antiguas vamos a poder identificar que el rosa se solía usar en las figuras masculinas, mientras que el celeste en las femeninas como por ejemplo en princesas y mujeres de la corte. También podemos observar en pinturas renacentistas que el color celeste o azul eran usados para la virgen o mujeres de la alta sociedad, en oposición a los hombres que vestían trajes rojos y rosas. Además, el uso del color rosa en las prendas era una demostración de estatus, solo nobles eran pintados con prendas rosas, color que tenían vetado las personas del pueblo.

Fue hasta aproximadamente la época de la Primera Guerra Mundial que las personas se solían vestir con ropas blancas o de colores naturales hasta que se comenzaron a poder teñir algunas prendas, fue ahí que, buscando hacer una diferenciación por géneros, comenzaron a colocarle a los nenes cintas de color rosa como un signo de la inocencia. El rosa era un color más fuerte y por ende «más adecuado para los niños» y el azul más delicado y refinado, mejor para las niñas.

De la Primera a la Segunda Guerra Mundial sucedieron muchos cambios en la historia, y el uso de los colores por género fue uno de ellos. En la década de 1940 se comenzaron a utilizar colores más oscuros relacionados con la guerra y los hombres en las fábricas. Por otro lado, los nazis eligieron el color rosa para distinguir a los homosexuales y lo usaron con la figura de un triángulo para que lo llevaran en sus uniformes, por supuesto que ya lejos estaba la relación de este color con la fuerza y en este caso su uso era con el objetivo de diferenciar negativamente y humillar. Este triángulo rosa se terminó convirtiendo en el símbolo que representa a la comunidad queer.

Fue en este contexto que, con el objetivo de diferenciar a los niños, ahora se hiciera con el rosa para las nenas y el azul para los nenes.

En 1953 la primera dama estadounidense apareció con un vestido rosa para dar un mensaje de tranquilidad porque la paz volvería, esto provocó todo un revuelo ya que el color se volvió tendencia en las mujeres. Luego, la publicidad empezó a tomar el color rosa para campañas dirigidas a las mujeres. El rosa comenzó a aparecer en todos los productos del mercado que estaban dirigidos a las damas como ropa, productos de higiene, los juguetes para las niñas, y no solo en productos de consumo, sino que también en campañas femeninas como lo es el cáncer de mama, cuya campaña se representa con el color rosa.

Así fue como se llegó a la sólida idea de que el rosa «es color nena». Idea que está cambiando gracias a una discusión muy presente en nuestra actualidad. Los colores no tienen género, el rosa ya no es solo para las nenas ni para las mujeres y el azul tampoco les corresponde a los hombres, pero es muy interesante conocer las causas históricas que trajeron estas ideas convencionales, y ver cómo la historia fue cambiando esas convenciones que existían, para dar lugar a nuevas.