Llegamos a la ciudad de Ho Chi Minh por la mañana y tras largos y tendidos paseos por sus callejuelas y principales atracciones turísticas, decidimos hacer una parada para ver la ópera. Un edificio imperial de influencia francesa se situaba ante nosotros, enfrente de una rotonda repleta de motocicletas que iban y venían en todas las direcciones y que hacían sonar con sus cláxones melodías casi a la altura del monumento que teníamos delante.

Aunque los vibes eran afrancesados, enseguida recordamos que estábamos en Vietnam, donde el calor y la humedad se convirtieron, en cuestión de segundos, en lluvia y mucha más humedad. Empezó una lluvia torrencial, que formaba una cortina de agua y que apenas dejaba entrever el edificio de color ocre. Atardecía rápido y no queríamos perder ni un minuto más esperando a que acabara de llover para seguir nuestra ruta, por eso nos pusimos el chubasquero y emprendimos el rumbo. Esquivar los charcos fue lo entretenido al principio, pero levantar la mirada del suelo y encontrar por casualidad un local especializado en Phở con el cartel Michelin Selected 2023, nos hizo ganarle la partida al mal tiempo.

Había probado antes esta sopa de fideos tan popular, pero en Vietnam era la primera vez (y qué mejor lugar para hacerlo que allí, concretamente en el restaurante Pho Viet Nam). Me pedí el Phở Bò (con carne de ternera), que al parecer era más popular en esa zona del país. Después descubrí que en el norte se comía más Phở Gà (de pollo), y aunque todas estas sopas estaban increíbles, ese pequeño local en Ho Chi Minh que nos sirvió para refugiarnos de la lluvia y también del hambre, fue mi favorito.

El Phở y sus ingredientes

Antes de sumergirnos en la degustación del Phở, hay que remontarse a sus orígenes para entender por qué es tan especial este plato típico vietnamita. Para empezar, aunque sea tradicional de Vietnam, tiene influencias culinarias de la cocina china, como los fideos de arroz y las especias; y francesa, como la carne roja. Antiguamente esta sopa se consideraba el desayuno ideal para quienes trabajaban en los arrozales, siendo un plato nutritivo pero ligero, aportando lo mejor de los dos mundos en un trabajo que requiere mucho esfuerzo físico. El Phở te da fuerzas y energía pero no es pesado, convirtiéndose así en una elección perfecta para empezar la mañana con buen pie. De hecho, a día de hoy suele tomarse tanto para desayunar como para comer o cenar, ya que su sabor saciante pero ligero son bienvenidos a cualquier hora del día.

Algo interesante y también delicioso del Phở, es que la propia forma de servirlo es especial. No se sirve «terminado», sino que el comensal es quien lo adapta a su gusto con una amplia variedad de guarniciones. Mientras que los ingredientes principales son el caldo de huesos, las hierbas, especias, fideos y la carne, para condimentarlo, las guarniciones pueden ser cebollinos, menta, chiles, lemongrass, brotes de soja, cilantro y albahaca, un chorrito de lima, y por supuesto que no falten las salsas: hoisin, salsa de pescado y la famosa sriracha.

Son muchos los ingredientes que puedes añadirle a tu Phở y dependiendo de la zona de Vietnam en la que estés seguramente disfrutes una u otra versión del mismo plato. En el norte, por ejemplo, el estilo tiende a ser mucho más sencillo, con menos cortes de carne y guarniciones, mientras que la versión del sur puede tener una docena de ingredientes. El que yo probé en Ho Chi Minh tenía muchísimo sabor: la ternera estaba poco hecha (debe empujarse hacia el fondo del bol para terminar de cocinarse con el calor del caldo) y el cebollino, los brotes de soja, los chiles, la hierbabuena y el toque de lima eran el aderezo perfecto para un día que terminaba de la mejor forma posible: con el estómago y el corazón contentos.