En mayo del año 2023 regresé al archipiélago Los Roques, luego de más de veinte años de haber ido por vez primera. En aquella ocasión fui con mi gran amigo el oceanógrafo José Ramon Delgado quien era director de Áreas Marino Costeras del Ministerio del Ambiente, para inspeccionar el estado de un transecto de corales y como estaban las construcciones en la isla principal. En ese transecto submarino no había mucha basura y los corales lucían relativamente sanos. Eso sí, las casas turísticas comenzaban a expandirse sin control.

Mi visita de este pasado año fue para inspeccionar la estación biológica del cayo Dos Mosquises, en la cual se crían y rehabilitan tortugas marinas. Esa tarea la hacía la Fundación Científica Los Roques (FCLR) desde sus comienzos en el año de 1967, incluso luego de convertir al archipiélago en Parque Nacional durante los 70. Pero la Fundación fue sacada del programa intempestivamente en el año 2014. El gobierno nacional tomó entonces el control de la Estación Biológica, cerrándola, hasta recientemente al decidir reactivar la cría de estos quelonios, pero esta vez, mas con fines de turismo exacerbado que de preservación de especies en riesgo.

Vayamos al origen de Los Roques. Este archipiélago surgió por la acreción de sedimentos de arrecifes coralinos y otros organismos marinos luego del fin de la última glaciación hace unos 12 mil años. Así que es una formación relativamente reciente, cercana a los inicios de la civilización humana, cuando los primeros pobladores del continente americano se asentaban por nuestro territorio.

Estas huellas de los primeros pobladores en Los Roques se pueden ver en Dos Mosquises. En este cayo se han encontrado restos aborígenes caribes o Kalinagos de Venezuela, y algunas de sus herramientas y utensilios, así como figuras humanas e incluso el uso de tortugas marinas como alimento, que se estiman datan del año 1000dc. Acá la FCLR ayudó mucho en su estudio durante los 80.

Luego de la llegada de los españoles en el siglo XV otras culturas europeas navegaron y vivieron en esos islotes, tales como ingleses, holandeses y franceses. De ellos viene el nombre de algunos de esos cayos (keys, en inglés) que hoy en día se llaman Francisqui (Frank´s key, el cayo de Francisco) o Craski (crab´s key, el cayo cangrejo), y el más importarte, Los Roques (Las Rocas, en francés, les rochers).

Los nombres españoles prevalecieron, pero algunos nombres anglo-franceses se mantienen. Luego de la independencia de Venezuela a inicios del siglo XIX, el nuevo país asumió esas rocas como suyas. Es el presidente Antonio Guzmán Blanco quien, en 1871, integra esos cayos al Archipiélago Colón como división administrativa territorial. Este nombre se cambia a Los Roques luego de la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, en 1935, pasando a ser Dependencias Federales en 1937 y Parque Nacional en 1972.

Para el siglo XXI se aplica un criterio más insular para su manejo administrativo, decisión acertada, sin embargo, retirar a la FCLR del lugar fue un grave error. Para el año 2008 esta Fundación había determinado que la cría como estrategia de conservación (Headstarting) de tortugas marinas no es conveniente debido a la biología migratoria de estos reptiles. Así que la estación fungía más como centro de rehabilitación y otros esfuerzos de investigación. Todo ese trabajo investigativo y de rehabilitación cesó en el 2014 y se retomó el headstarting, el cual, aunque muy atractivo a nivel turístico, es sumamente inconveniente por lo señalado en líneas anteriores.

Los parques nacionales son sitios especiales de preservación natural que deben tener un plan de ordenamiento y manejo. No son lugares de libre explotación de recursos; tienen una capacidad de carga y un uso muy limitado determinado por sus recursos, fragilidad y regeneración a impactos. Desde el año 2020 el turismo ha retornado con fuerza a Venezuela, con estándares similares a los de inicio de este siglo, y uno de los sitios favoritos es Los Roques. La pista de aterrizaje del Gran Roque se expandió destruyendo una playa de anidación de tortugas, el material de construcción necesario se saca de una ladera vecina, se talaron manglares, se construyen posadas y hasta mansiones diferentes al roqueño a orillas del mar. Todo esto ante las «nuevas y viejas autoridades».

Ya estamos más ante unas «bellas rocas insulares» para turismo a gran escala que frente a un Parque Nacional tipo archipiélago de gran fragilidad e importancia ecológica a nivel regional. El turismo es una actividad económica valiosa, pero debe respetar lugares prístinos como Los Roques, los estudios científicos y de conservación en la zona deben priorizarse. Aunque las comunidades locales se están beneficiando de este empuje turístico, muchos ya ven con preocupación el desastre presente y un desierto a futuro.