Galería Cayón tiene el placer de presentar la segunda exposición individual de José Guerrero (Granada, 1914- Barcelona, 1991) en la Galería desde que ésta representa el legado del artista.

Coincidiendo con ARCOMadrid 2017 la exposición presentará una selección de seis lienzos de gran formato realizados en los años 70 en Nueva York y no vistos en nuestro país en años.

Las pinturas que conforman esta exposición corresponden al trabajo realizado por el artista en los inicios de la década de los 70. Se trata de nueva etapa de plenitud pictórica que en lo vital coincide con el regreso de Guerrero a Nueva York tras su estancia en España entre 1965 y 1968 y que en lo artístico culmina en una obra más serena, más condensada, lejos del gesto desbordante propio del expresionismo abstracto que le había proporcionado su reconocimiento en la segunda mitad de la década de los cincuenta dentro de la Escuela de Nueva York. Son obras en las que, sin abandonar los rasgos esenciales de su pintura colorista, se produce una deriva hacia una nueva forma de hacer más construida y arquitectónica que indaga en los límites entre las formas y los bordes del lienzo sirviéndose, en un primer lugar, del tema de las cerillas para luego desbordar esta forma y continuar su investigación sobre el color.

La exposición irá acompañada de la publicación de un catálogo que cuenta con un escrito de Yolanda Romero, actual conservadora de la Colección del Banco de España y directora del Centro José Guerrero durante quince años.

En palabras de Romero, en las obras de la exposición se podrá observar el “control del gesto y desarrollo de una marca reconocible (la cerilla, el arco, los acentos); uso de una gama cromática reducida, pero vibrante y fresca, en la que el negro está casi siempre presente; formas monumentales y enigmáticas. En definitiva, su pintura seguía siendo, lo que siempre había sido: expresión y liberación de su mundo interior a través del color, aunque este ahora se aplicase en finas capas y tuviera una mayor transparencia. Guerrero había conseguido destilar un sistema que definía su forma de hacer, la hacía reconocible, a pesar de que aparentemente nada fuera igual”.