Tocar, acariciar, besar, lamer... así comienza el camino del conocimiento íntimo entre dos personas. Es habitual considerar al juego sexual solo como un medio para alcanzar el orgasmo. Sin embargo, diversos especialistas en técnicas corporales nos señalan que esa actitud es una limitación innecesaria. Afirman que la práctica habitual de ciertas posiciones sexuales proporcionarían beneficios a la salud. Es, también, una manera de los hombres de contribuir a la salud de su pareja.

Dolores de cabeza, visión borrosa, diabetes, sequedad de la piel, problemas circulatorios o menstruales son solo algunas de las dolencias femeninas que se podrían aliviar con la práctica habitual de determinadas posiciones sexuales. ¿Te atreves a experimentar? ¡Vamos!

Sequedad de la piel y mala circulación

La sequedad de la piel es un problema reiterado en las mujeres mayores de 50 años. Aquí, una manera de contribuir al éxito de los tratamientos habituales. La mujer reclinada sobre su espalda repliega sus rodillas sobre el pecho y los pies elevados en el aire. El hombre, apoyado sobre sus rodillas, la penetra suave y muy profundamente. Se considera que esta postura mejora la circulación en la mujer y contribuye a la hidratación natural de la piel.

Dolores de cabeza y menstruales

Para aliviar el dolor de cabeza en su pareja, el hombre debe recostarse de espaldas, relajado. La mujer, ligeramente de lado y apoyada en sus rodillas y uno de sus codos, sostiene el pene con la otra mano y lo introduce hasta la mitad, pero sin soltarlo. Cambiar de lado varias veces durante el encuentro sexual contribuye a descansar el codo de apoyo. Es una deliciosa manera de terminar con el mito de “no puedo, tengo dolor de cabeza”.

Postura del amor sanador

Es, quizás, una de las posturas o posiciones más beneficiosas para la salud de ambos integrantes de la pareja. Según la especialista Silvia Novelli, masoterapeuta y profesora de expresión corporal autora del libro Reflexología sexual, esta postura permite mantener una conexión y circulación energética entre el hombre y la mujer que contribuiría a la armonía sexual y alivio de ciertas dolencias.

Requiere, eso si, de un buen estado físico de ambos, especialmente del varón. Él, de pie, sosteniendo con firmeza los glúteos de su pareja y estrechamente unidos en abrazo. Ella, con las piernas recogidas en derredor de la cadera de él y sus brazos rodeando cuello y hombros. Puede utilizarse una pared como base de apoyo que ayude a mantener el equilibrio. Alcanzar el orgasmo en esa posición, dicen, es una de las experiencias más gratificantes a vivir.