Últimamente el tema de la violencia obstétrica se ha tratado con más frecuencia que antes. No es que sea un problema reciente, es un tipo de violencia que nos ha afectado a las mujeres desde mucho tiempo atrás. La diferencia está en que una parte de la sociedad se está concientizando sobre este problema y que las mujeres no estamos dispuestas a tolerar estos maltratos.

Miles de mujeres en México así como en otras partes del mundo son maltratadas físicamente y verbalmente al llegar al hospital para parir, sin importar condición social, religiosa ni edad. La violencia obstétrica desgraciadamente es tan común que se llega a ver normal. Durante el tiempo que estuve en el hospital cuando nació mi hija, me tocó ver de cerca varios tipos de violencia obstétrica. A mí me tocó vivirla momentos después de que me realizaron una cesárea de emergencia: me llevaron a una sala de recuperación que estaba en reparación, era una sala fría con poca iluminación y estuve ahí sola por lo menos dos horas en las que nadie paso a ver cómo estaba después de la cirugía. En la parte de afuera de ese cuarto había varios médicos internos que veían una final de un partido de futbol. Ni uno solo de ellos se acercó para saber si necesitaba algo. Fueron dos horas que se me hicieron eternas con la angustia de no tener noticias sobre el estado de salud de mi bebé, que había nacido prematura extrema. Después me reingresaron a terapia intensiva y seguí sin tener noticias de mi bebé hasta dos días después, y esas noticias no fueron por parte de los médicos. Una total falta de sensibilidad hacia los pacientes.

Otro punto con el que me tocó lidiar fue con la política que tenía el hospital de colocar el dispositivo intrauterino (DIU) a todas las mujeres después de dar a luz sin importar el tipo de parto que hubieran tenido, sin importar su estado de salud, sin que muchas de las mujeres estuvieran debidamente informadas sobre este y otros tipos de anticonceptivos como para poder decidir si lo aceptaban o no. Cabe mencionar que yo no acepté que me lo colocaran, así que una trabajadora social del hospital me hizo firmar una carta responsiva donde decía que ellos no serían responsables si presentaba nuevamente un embarazo de alto riesgo.

El trato del personal médico hacia las mujeres jóvenes que llegaban a atender su embarazo era de una total falta de respeto, ya que se tomaban la libertad de opinar sobre su vida sexual y las regañaban por haberse convertido en madres siendo aún menores de edad. Es decir simplemente se tomaban atribuciones que no les corresponden, aunque en realidad no faltaba el motivo para que ellos opinaran. A mí, con 28 años, me dijeron que ya era demasiado grande para un embarazo y me cuestionaban el haber esperado hasta esa edad para tener un hijo, cuando la decisión es personal y de nadie más.

Estos tratos son violencia obstétrica y son tan comunes que la sociedad los llega a considerar como algo normal, pero no es normal que tengan a una mujer horas en trabajo de parto ignorándola hasta que literalmente casi sale el bebé por sí solo, no es normal empujar al bebé dentro del vientre para acelerar su nacimiento (maniobra de Kristeller), no es normal un parto violento y deshumanizado, no es normal que decidan por ti.

Es importante que se tomen medidas de concientización, sensibilización y capacitación del personal médico para que brinden una adecuada atención a sus pacientes. La sobresaturación en los hospitales no es una excusa para el maltrato a las mujeres.

Vídeo Voces contra la violencia obstétrica

Campaña: La Violencia Obstétrica es también Violencia de Género.
Relatos de mujeres.
Realización: Las Casildas
Dirección y montaje: Florencia Mujica