Llega el mes de setiembre y el contraste de los que vuelven a la rutina y los que empiezan a disfrutar de su descanso se hace evidente.

Gana la partida a la vuelta a la rutina

Después del descontrol de horario, tanto de dormir como de comer, es momento de reconducir los horarios. Un hecho que a más de una le trae de cabeza. Una vuelta a la normalidad que no tienen que ser drástica ni dramática, sino progresiva y siguiendo las pautas del reloj biológico.

Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, uno debe marcarse una fecha para iniciar el regreso a la rutina. Cada día, las horas de comer e irse a la cama se deben ir ajustando al horario habitual. El cuerpo se irá acostumbrando y si se hace paulatinamente no va a ser duro. Es cierto que en ocasiones no se dispone del tiempo, pero si se puede es recomendable empezar esta aclimatación entre diez y siete días antes.

Otro aspecto a tener en cuenta, aunque los jefes no encuentren necesario o no lo quieren entender, es que cuando uno se reincorpora no rinde al 100%. Los primeros días, evidentemente, sirven para ponerse al día, tanto del trabajo propiamente dicho como de los chismorreos de los compañeros. Un último aspecto que va a ayudar a entender ciertas actitudes que sin los cotilleos no serían comprensibles.

Con los niños esta vuelta a la rutina es aún más complicada. Tras tres meses de vacaciones, el descontrol de horarios es aún mayor. Esa adaptación paulatina a los horarios habituales se hace aún más necesaria. El hecho de preparar las cosas de estudio o ojear los libros del nuevo curso son algunas acciones que ayudan a ver esa realidad que está a la vuelta de la esquina. La carga de deberes y estudios también debe ser progresiva. No agobiarse ni estresarse debe ser el primer punto a conseguir en la vuelta a la rutina.

Las vacaciones fuera de temporada, todo un privilegio

En la situación totalmente opuesta se encuentran las personas que, tras trabajar los meses de verano, están a punto de empezar su merecido descanso.

Un privilegio, según se mire, al alcance de pocos. Menos gente y precios más asequibles son las principales ventajas. El tiempo, según donde se quiera ir y, sobretodo, si se desea sol y calor, es el principal contratiempo. Todo es cuestión de poner en una balanza y ver el vaso medio lleno.

Si uno puedo escogerla, el vaso se va a ver medio lleno. Si son impuestas cuesta más aceptarlas, pero se debe asumir para no amargarse los días de descanso.

En cualquier caso, los aeropuertos, las estaciones de tren y las carreteras son un ir y venir de gente. Maletas que se hacen y deshacen; algunas con recuerdos y otras a la espera de la aventura.

Seas de los que vuelven a la rutina o de los que se van de vacaciones, setiembre es un mes de cambios.