Cuántas veces habremos oído decir a alguien, sobre todo en entrevistas de trabajo, aquello de: “me considero una persona muy creativa”. Hasta nosotros mismos, seguro, que lo hemos dicho alguna vez. Pero la realidad, aceptémoslo, es que todo el mundo es creativo. Porque lo cierto (y ya siento ser aguafiestas si es que pensabas que eras un animal imaginativo fuera de lo común) es que la creatividad se puede entrenar. Ya lo dijo mi admirado Sir Ken Robinson, gurú de la educación: “se aprende a ser creativo como se aprende a leer”.

El mismo Robinson define la creatividad como “el proceso de tener ideas originales que tienen valor” a lo cual, desde su punto de vista, se le debería dar tanta importancia en la educación como se le da a la alfabetización. Probablemente el momento de mayor efervescencia creativa lo tenemos cuando somos niños. Pero uno de los principales aplacadores de esa creatividad es la educación formal, tradicional y racional que nos aleja del camino de las ideas alocadas, distintas, fuera de lo común y que cuestionan lo ya establecido. Como dice la escritora estadounidense Úrsula K. Le Guin: “un adulto creativo es un niño que ha sobrevivido”.

Una vez que crecemos y salimos de las escuelas y universidades, entramos en el ámbito empresarial. Y es allí donde, en muchas ocasiones, se nos pide que pensemos en nuevas ideas, ya sea para lanzar un nuevo producto, para seguir manteniendo el interés de los consumidores por lo que se oferta en la compañía, para motivar a los propios empleados… etc. En definitiva: ideas y creatividad para resolver conflictos, llegar a una nueva solución o lograr un objetivo de forma diferente. Y entonces, no se nos ocurre nada…

En los últimos años han surgido metodologías innovadoras que vienen a rescatar al niño que una vez fuimos, a ese ser que todo se lo imaginaba. Que jugaba con un lápiz diciendo que era un tren o que veía elefantes y perros donde solo había nubes. Nuevas formas de entrenarnos y hacernos ver que exprimir nuestro cerebro es fácil y que hasta la persona más cuadriculada y seria del planeta pueda tener puntos de vista excéntricos y fuera de lo común.

  • Brainstorming o tormenta de ideas. Lo sé. Lo del brainstorming no es nada nuevo. Lo practicamos todos en nuestras compañías, con nuestros amigos o familia cuando queremos buscar nuevas soluciones, planes de ocio o simplemente buscar un regalo diferente para el cumpleaños de alguien querido. Pero lo practicamos mal.
    Lo que pocas veces añadimos a este proceso son tres habilidades creativas que hacen que el brainstorming sea realmente eficaz: la divergencia, la convergencia y el aplazamiento de juicio. Divergir consiste en verbalizar ideas de todo tipo. Esas ideas se deben plasmar por escrito a la vista de todos. Aquí lo importante es la cantidad. Cuanto más locas sean esas ideas mejor, aunque suenen casi imposibles. La convergencia vendría después: es la fase en la que prima la calidad, ya que es el momento en el que se seleccionan aquellas opciones que parecen más enfocadas a lo que se quiere conseguir. Pero la habilidad más importante (y que probablemente menos veces practicamos) es el aplazamiento de juicio. Es decir, hay que impedir que en la fase de divergencia, del fluir de ideas de todo el mundo, se descarten algunas de éstas por razones de cualquier tipo. Hay que evitar aquello de “no, porque no hay presupuesto” o “no, porque es muy difícil de hacer” ¡Puede que de una idea difícil o costosa de realizar surja otra similar más sencilla de llevar a cabo!
  • Mapas mentales. Ya sabemos que una imagen vale más que mil palabras y cuando uno tiene muchas ideas o se le agolpan los conceptos, es mejor estructurarlos en gráficos, dibujos o mapas mentales. Esta técnica la inventó el psicólogo británico Tony Buzan en los 90. Al “pintar” una idea es más sencillo que de esta surja otra y así sucesivamente vamos conectando y relacionando unas con otras de forma más visual y ordenada.
    Los mapas mentales pueden crearse en cualquier situación. El mapa mental que ahora más realizan las empresas cuando quieren comprender la experiencia que sus clientes tienen con su producto o servicio es el Mapa de Experiencia del Consumidor. De esta forma, se pinta el proceso que sigue una persona desde que piensa en la necesidad que quiere cubrir, el momento en el que busca información para encontrar la solución, cuando se encuentra con el producto o servicio de la empresa y cómo reacciona ante los diferentes puntos de contacto que tiene con la compañía. Si uno se pone en el lugar del cliente, sabe cómo solucionar problemas que éste se pueda encontrar por el camino para mejorar su experiencia con el producto o servicio.
  • Lego Serious Play. Las figuras de Lego no solo son para los niños. También se pueden utilizar para resolver conflictos o buscar nuevas estrategias en las empresas e incluso para poner en marcha nuevos equipos o aportar un aire fresco a grupos de trabajo que están desmotivados. Para ello, además de las famosas figuritas en bloques y sus personajes tan característicos, se necesita un facilitador certificado por Lego para poder llevar a cabo este método que llevan aplicando desde 2011 empresas como la NASA o Daimler Chrysler entre otras muchas.
    Lo interesante de este método es que se trabaja primero individualmente y luego en equipo. Se deben construir con las piezas, de forma libre, situaciones según las preguntas realizadas por el facilitador en cada paso. Cada persona debe exponer el porqué de la elección de las piezas o la forma de la construcción realizada y, en equipo, se deben mantener conversaciones, tomar decisiones y llegar a un consenso a través de la construcción de situaciones o problemas con las fichas de Lego. La conexión de unas con otras da lugar a soluciones y decisiones novedosas y creativas. Es, de nuevo, una forma visual y muy entretenida de generar ideas.

Nunca antes la resolución de conflictos o la búsqueda de nuevos caminos o ideas, tanto en la vida personal como en la profesional, tuvo tantas palancas de activación, tan divertidas, singulares e innovadoras como ahora. Está claro que la próxima elección de destino de vacaciones no debería provocar un enfado de pareja. No hay excusa. ¡Todo el mundo a generar ideas!