Vivimos en la sociedad de la imagen, donde “una imagen vale más que mil palabras”. Eso dicen. ¿Crees que es cierto?

Esta preponderancia física, obviamente la captamos con tan sólo observar algunas redes sociales como Facebook e Instagram. En ellas, la gente cuelga sus mejores fotografías, permaneciendo expectantes a los “likes” y comentarios de sus “seguidores. Se sienten efusivos y victoriosos cuando una de esas fotos tiene más éxito de lo esperado.

Estudian sus poses ante el espejo para sacar el mejor selfie. Conocen su perfil bueno, las mejores y más atractivas muecas, el mejor enfoque, color o qué ropa les quedan más favorecedoras.

La belleza no es algo frívolo, forma parte del discernir de la humanidad. En la Antigua Grecia ya se preguntaban sobre la belleza e hicieron varias reflexiones alrededor de ella. De hecho, Pitágoras descubrió el número π, "pi", (3,1416...) con el que se determina la proporción facial perfecta a través de los números. De la misma manera, el gran filósofo Platón elaboró un tratado sobre la belleza. No sólo en la antigüedad clásica, sino que, a lo largo de la historia, el hombre y la mujer han estado interesados en la belleza física.

Hoy en día, se recompensa la belleza, quien es agraciado, le cuesta menos encontrar trabajo, una pareja y, en resumidas cuentas, convivir. Aunque se ha demostrado que esta belleza debe completarse con un trabajo interior, de nada sirve ser muy bello, si no hay un interior con encanto.

Por ejemplo, los bebés se quedan absortos delante de un rostro atractivo, en cambio rechazan otros que no lo son.

Hoy en día todos podemos ser más o menos bellos, es una construcción que se hace a lo largo de los años, un proceso que implica cuidar nuestro exterior y trabajar el interior, ya que éste, si no se cuida, puede hacer que la belleza física también flaquee.

También se da el proceso inverso, si mejoramos nuestro aspecto físico, embellecemos nuestro interior, restablecemos nuestra autoestima, se combaten depresiones, etcétera.

Hay profesionales de la estética que tienen muy en cuenta este binomio de belleza externa e interna, e intentan aportar a sus pacientes las mejores técnicas para mejorar su imagen y de esa manera mejorar interiormente.

Alguna de las mejores innovaciones estéticas que se ofrecen actualmente son las diferentes técnicas que ofrece en su clínica de Barcelona la doctora Beatriz Beltrán, una médico estética, que ofrece a sus pacientes tratamientos nada invasivos, que ayudan a mejorar su imagen.

Ofrece técnicas como “puntos de luz”, en la que, como si de una pintora se tratase. aporta con ácido hialurónico puntos de luz en las zonas de la cara donde las personas lo necesitan. Ella estudia las facciones de la cara y va dando simetría al rostro allí donde se necesita, resaltando la estructura ósea del rostro, estilizando las facciones y limando ópticamente las imperfecciones.

Otra de sus técnicas es la de “los cinco pinchazos mágicos”, donde recupera el triángulo de belleza que las personas vamos perdiendo con la edad. También realiza la técnica del “coffe break” donde corrige la flacidez y el descolgamiento facial, sin necesidad de cirugía.

Al final, la belleza se encuentra en los ojos de quien mira.