La Luna es el cuerpo celeste más próximo a la Tierra, el cual tiene un ciclo bien conocido de cuatro fases, con una duración total de 28 días.

Se ha observado cómo los cambios en la luna van acompañados de alteraciones en las mareas. Igualmente ha sido utilizado desde la antigüedad para contar el transcurrir del tiempo. De hecho, actualmente se sigue empleando por algunos pueblos el calendario lunar para fijar sus festividades.

Alrededor de este astro se han propuesto multitud de teorías en relación a cómo puede influir en el ser humano.

Quizás el mito más aceptado socialmente sobre el influjo de la luna ha sido con respecto a la agresividad.

Sobre todo, gracias a las películas que desde los años ochenta e incluso antes identificaban la luna llena con un cambio en el comportamiento agresivo, representado en el hombre lobo.

Algo que puede parecer nada más que una curiosidad cinematográfica, pero que sí tiene cierto fundamento.

Lo que sí existen son evidencias en cuanto a los registros de las urgencias hospitalarias por el número de incidencias, es decir, cuando hay luna llena se produce un incremento de casos de atención de heridos y afectados atacados por agresores.

Aunque en principio esto pudiese ser atribuible a un cambio del estado de ánimo o de la agresividad provocado por la luna llena, la explicación la conocen desde hace tiempo los cuerpos de seguridad: la luna llena hace que se produzca una mayor visibilidad por la noche, lo que facilita que el delincuente cometa sus fechorías. Y lo mismo pasa con agresores o atracadores.

Igualmente desde el ámbito médico se recogen experiencias a lo largo de la historia en cuanto a que es más difícil de coagular la sangre cuando hay luna llena, lo que dificultaría la realización de operaciones por riesgo a que el paciente se desangre o sufra derrames.

Entre las relaciones más sorprendentes con respecto al influjo de la luna está en el aumento del número de accidentes de tráfico durante la luna llena, algo que a priori no tendría que afectar, máxime cuando en esta fase de la luna existe una mayor visibilidad, lo que debería de ayudar a mejorar la conducción y con ello a reducirse el número de accidentes.

En el caso de la mujer, se ha llegado a hablar de un mayor número de partos durante la luna llena, aunque de ser así no estaría demasiado claro la relación de dicho fenómeno.

También, y aprovechando la coincidencia en la duración del ciclo lunar y el ciclo menstrual de la mujer, se ha tratado de encontrar alguna conexión entre ellos.

Así se decía que en una determinada fase de la luna la mujer era más fértil, o que si se producía la fecundación entonces el futuro bebé sería niño.

Pero si hubo esta relación la desconocemos. Lo que parece es que la introducción de la luz artificial ha cambiado los ciclos naturales de la mujer, no estando influida por los cambios de la luna.

Un fenómeno que se ha comprobado al observar cómo la luz eléctrica genera cambios en nuestro reloj interno, modificando nuestro sueño o la hora en que tenemos ganas de comer.

Desde el ámbito meramente psicológico, se considera que se producen alteraciones del estado de ánimo durante la luna llena, lo que no afecta a todos por igual, siendo especialmente sensibles a ellos los que estén incursos en el padecimiento de determinados trastornos psiquiátricos, y puede ser explicado por los cambios fisiológicos del flujo sanguíneo y de los problemas de conciliación del sueño asociado.

Quizás las relaciones anteriores se estén manteniendo en la actualidad, pero no se le presta la suficiente atención al respecto, o simplemente puede que sea algo anecdótico que se ha transmitido como una tradición sin mayor valor que el folklórico. Dicho lo cual, la luna sigue produciendo gran fascinación entre los que la miran y se deleitan con ella por la noche, para lo cual únicamente hay que salir y mirar hacia arriba en una noche despejada y, por qué no, alimentando la imaginación, algo fundamental en nuestro desarrollo como persona y como sociedad, ¿Cuándo fue la última vez que se dedicó a contemplar la luna?