A muchas personas les cuesta asociar cultura y videojuegos, aunque realmente ambos tienen en común grandes conceptos como entretenimiento, pasión y arte. Pero seguro que después de conocer a una de las jóvenes promesas españolas en el mundo del desarrollo de los videojuegos, Luis Díaz Peralta, game designer y fundador de AlPixel Games, muchos cambiarán de opinión.

Si os parece bien os propongo adentrarnos un poco más en ese mundo del que parece que sólo conocemos la capa superficial del iceberg y os reto a que cambiemos nuestra visión de la mala fama que se han ganado una buena parte de ellos.

Nuestro amigo Luis nos explica que para él hacer un videojuego no es diferente a lo que siente un autor al escribir un libro o un músico al componer una canción, porque cualquiera de ellos no deja de ser un método de expresión, una actividad creativa multidisciplinar donde hay un mensaje que contar. Hay gente que crece con la literatura y siente que la mejor forma de canalizar esas sensaciones es a través de la palabra escrita, pero a él lo que más le caló cuando era pequeño fueron los videojuegos y fue así como comenzó a explorar este mundo.

¿Acaso no es esa capacidad de expresar y configurar pensamientos con una creación lo que hace algo bello? Los libros y el cine son las tramas culturales aceptadas por la mayoría de las personas, pero los videojuegos son rechazados. ¿Por qué?

Los videojuegos comerciales son los que nos llegan a través de la televisión y los que hay en la mayoría de comercios en el top-venta. Un hombre con un arma al que le dan puntos por matar viejecitas, juegos de fútbol con las principales estrellas del panorama deportivo, etc... pero eso es sólo la parte más superficial y comercial de este mundo. Por supuesto, hay que recalcar que hay videojuegos comerciales que no dejan de ser interesantes y parte de la cultura. Igual que pasa con las películas, lo que quiero decir es que muchas veces la mayoría de juegos comerciales a los que estamos expuestos pretenden ser como ese blockbuster de Hollywood que sólo quiere dinero fácil.

Por eso, si profundizamos un poco veremos que hay una variedad de propuestas que van desde algo meditativo y relajante para una persona que quiere un momento para ella misma hasta otros en los que te tienes que poner en el papel de un controlador de pasaportes en la frontera de un país en guerra, o incluso una experiencia narrativa que busca que con tus palabras vayas creando un mundo. Estos videojuegos son los llamados independientes.

Diferencias entre juegos comerciales e independientes

Como todos los videojuegos son digitales puede parecer que es muy fácil de crear; sin embargo, nuestro amigo Luis nos asegura que no lo es. Los videojuegos comerciales (los que vemos anunciados en la televisión) tienen aproximadamente unas 300 o 400 personas trabajando a tiempo completo durante 4 o 5 años, es decir, una maquinaria enorme. Y como pasa con todo, esto tiene que ser rentabilizado, convertirse en algo rígido y que dé dinero ya que no deja de ser un negocio. Las personas de marketing y los que ponen el dinero empiezan a hacerlo por y para un público determinado y de manera que se venda lo mejor posible. Es en este momento cuando un cierto número de personas se empieza a cansar de ciertas cosas y decide salirse de ahí para hacer lo que a ellos les parezca interesantes, y no lo que les diga otra persona con tal de vender.

Este sector va creciendo y como en otros géneros culturales encuentra su nicho. Empiezan los eventos, los medios de comunicación especializados y un gran número de jugadores que buscan en los videojuegos un canal de expresión, una manera ‘independiente’ de hacer lo que de verdad les gusta.

El éxito de estos gigantes desconocidos es que los juegos no se crean ni por 300 ni 400 personas, y menos en cuatro o cinco años. Estos genios pueden llegar a crear videojuegos con equipos de tres o cuatro personas y en una media de uno o dos años. Aunque siempre hay excepciones, por supuesto: de hecho algunas de las mejores obras que se han disfrutado han tardado más tiempo. Hay un juego de un desarrollador muy famoso que acaba de salir y que lleva casi ocho años en desarrollo y muchos están convencidos de que es una genialidad.

La música, los gráficos, la historia y sobre todo la idea que quieren transmitir se convierte en una realidad de la que hacen participe al jugador. La magia de estas interacciones, nos cuenta Luis, es que es un medio que puede llegar al jugador de una forma que otro medio no puede hacer. Y es que el cine es un medio donde el consumidor suele ser más pasivo: leer un libro pide más implicación pero es una inversión que nos devuelve, pero los videojuegos te hacen protagonista y participe de un historia que vives en primera persona. Una transmisión de pensamientos íntima entre el creador y el jugador que si sale bien se convierte en una conexión directa que te produce la sensación de ser uno más.

La arquitectura, la escultura, la pintura, la música, la danza, la poesía/literatura, el cine, la fotografía y el noveno arte, la creación digital. Hay mucho más que decir sobre ellos, y espero que poco a poco, estos pequeños gigantes sean más aceptados y valorados por una sociedad a la que se le ha explicado mal el mundo de los videojuegos.