¿Quién le podría decir a Huxley en sus mejores tiempos que la Incubadora de la que él hablaba tan concienzudamente en su obra Un mundo feliz estaba tan próxima? ¿Y a Wells que el “gran hermano que todo lo vigila” de su novela 1984 en 2007 aparecería con un nombre tan evidente como Facebook (Libro de las caras)?

Nadie. Quizá alguna de las fortunas que manejan los hilos en el mundo podría augurar algo, pero tampoco. Y mucho menos, explicar cómo y de qué manera se nos han impuesto estas nuevas formas de “concepción humana” sin que apenas nos demos cuenta, al igual que sucede con los grandes avances de armas nucleares o bioquímicas, casi por casualidad y con grandes posibilidades si su utilización es inteligente y no fruto de unos usos consumistas intensivos.

Y es que en concreto Facebook, la red social que lo sabe todo de nosotros, supera a todas las demás con creces. Es la red social con mayor número de usuarios en el mundo (más de 750 millones de usuarios activos) y, según el propio informe de la red social, los usuarios invierten en ella un tiempo medio de 90 minutos al día.

La controversia de las supuestas bondades que pueden tener las redes sociales en un futuro cercano no le es ajena a nadie. La globalización a efectos generales positiva, genera a través de redes sociales tan populares grandes enemigos a largo plazo.

Principales inconvenientes de las redes sociales

El efectismo de la inmediatez, de la necesidad de apagar un hambre aún no tenida provoca en el ser humano la sensación de vacío. Del vacío que produce el comerse un donut antes que una elaborada comida.

Y ese es uno de los mayores engaños del Internet de estos tiempos. Agigantado por las redes sociales, estas nos ofrecen las noticias “más destacadas” en tres tristes versículos, las palabras de los candidatos al momento (sin un análisis que nos permita entender nada), el titular enmarañado de lo que pasa en Siria, tan enrevesado que parece un Haiku, las prendas de moda del momento en 2 segundos y el vídeo de gatos que consigue que olvidemos todo lo anterior.

Y esa mañana nos creemos bien informados, dispuestos a tener una conversación inteligente sobre lo que pasa en el planeta tierra.

Mientras, la manipulación de estas herramientas nos pasa desapercibida y poco a poco vamos perdiendo la costumbre de analizar lo que ocurre a nuestro alrededor. Algo que aprovechan y rentabilizan Facebook y otras redes sociales, recogiendo nuestra realidad, empaquetándola e inoculándonosla en pocos segundos, al más puro estilo Fast Food.

A la vez que seguimos anclados en el tran tran del día a día, sin ser conscientes de la verdadera manipulación que sufrimos a través de las pantallas de nuestros móviles o de los ordenadores, invirtiendo un tiempo valiosísimo en ungüentos de poca monta que solapan nuestros pocos ratos libres, mientras palidecemos frente a una pantalla. Algo que aceptamos al registrarnos en Facebook, y que asumimos cada vez que consumimos redes sociales a las que otorgamos el poder de nuestra información privada.

La manipulación a través de Facebook

La red social por excelencia teje una red que envuelve cada uno de nuestros días sin que apenas nos demos cuenta.

La incursión en la privacidad, uno de los temas que más ha perjudicado a Facebook en los últimos años se antepone como otro de los mayores inconvenientes que las redes sociales siguen planteando hoy en día.

Las dos caras de la moneda de Facebook son asombrosamente opuestas. Por un lado la expresión ciudadana a través de la Red social, se hace latente, tiene su estandarte y un canal abierto a todos. (Todos los que tengan Internet)

Mientras que la cruda realidad es que los más poderosos le dedican muchos esfuerzos a utilizar estas herramientas para su propio beneficio, algo que Facebook deja de hecho que suceda.

Según un artículo publicado en EL MUNDO, Facebook permite que los candidatos estadounidenses compren, literalmente, la información de sus votantes. A través de la utilización del Big Data y algunas herramientas “legales” cómo paginas de inscripción, los perfiles de los usuarios y su información privada es utilizada para adaptar los discursos a favor de la consecución del voto.

Y esto probablemente sea la punta del Icerberg. Aún es complicado discernir las posibilidades que en un futuro el Big Data, nutrido de las redes sociales de cada individuo, puede ofrecer.

En cualquier caso, las desventajas siguen superando el uso coherente de estas herramientas, que lejos de actuar como remedio de las injusticias sociales nos ponen entre las cuerdas y permiten que nuestra realidad cotidiana quede reflejada en Internet para el uso y disfrute de aquellos que hacen un uso indiscriminado, siendo el ciudadano de a pie fríamente manipulado y vigilado para el enriquecimiento de unos pocos.

Sin hablar de la brecha digital abierta entre aquellos, “más desgraciados” , que no pueden disfrutar de la abierta manipulación y de los prototipos que las redes sociales siguen tallando, poco a poco y sin que nos demos cuenta y a los que probablemente en poco tiempo miremos con ojos extraños y no reconozcamos como uno de nosotros.

Uno al margen de era digital, un prototipo lejano de los cánones del momento, al fin y al cabo, un salvaje como diría Huxley en un mundo, en el que el resto lleva los mismos uniformes, hace las mismas cosas y habla de los mismos temas mientras el gran hermano vigila que cumplan los mismos patrones.