De todos los personajes que componen el imaginario del siglo XXI, los hackers son sin duda una de las especies más paradigmáticas y fascinantes. Mucha gente piensa en ellos como piratas informáticos adolescentes que envían virus desde el sótano de la casa de sus padres. En realidad son todo lo contrario. Los hackers son innovadores que desafían y cambian el sistema para que funcione de otra manera. Son una combinación de artistas, filósofos, ingenieros y -en algunos casos- activistas políticos.

Luis Iván Cuende (Madrid, 1995) aprendió a programar con 11 años cuando su padre le dio las primeras nociones básicas. Un año más tarde descubrió el software libre y empezó a tomarse el asunto de la programación más en serio. El colegio siempre le pareció una experiencia que no se adaptaba a su sensibilidad y sus capacidades. Por eso, a los 17 años, en cuanto terminó la secundaria les dijo a sus padres que no estudiaría más y se dedicaría a crear a tiempo completo. Ahora -con 20 años- crea empresas, productos y compone música electrónica. La revista Forbes le considera uno de los 30 jóvenes menores de 30 años más influyentes de Europa. “Tendría que haber dejado el instituto antes” me dice, “lo pensé cuando tenía 15 años pero mis padres no me dejaron. Hay una gran falta de proactividad en la academia. Se intenta educar a través de memorizar y seguir órdenes. Es un absurdo. El sistema actual es la dictadura en las aulas, sobre todo por el hecho de que el profesor se sitúe por encima de los alumnos y la dinámica de la clase sea tan pasiva. La figura del profesor ya no sirve de nada y debería cambiarse hacia una figura más cercana al tutor que ofrezca asistencia a los alumnos, pero que no lidere su formación.”.

Desde que tenía uso de razón, Luis se dio cuenta de que estaba atrapado en un sistema educativo arcaico y sin sentido para la época en la que vivimos, donde la información se consigue en tiempo real y está al alcance de todo el que tenga un ordenador y esté conectado a la red. “Debería darse un gran cambio en la forma de educar. Enseñar a los chicos que la educación es un proceso que no empieza y termina con el colegio sino que dura toda la vida”, afirma. Para este joven empresario, lo más inteligente que podemos hacer es investigar y aprender desarrollando y equivocándonos por nuestra propia cuenta. Por eso creó Stampery, una empresa que hace las veces de notaría virtual certificando y legalizando documentos, archivos o emails online.

Desde hace algún tiempo, Luis vive entre Madrid y esa suerte de paraíso para los innovadores y emprendedores que es Sillicon Valley, zona referencial del estado de California donde tienen su sede central empresas como Google, Facebook o Apple. Considera que España no es un lugar ideal para los emprendedores, ya que existen varias trabas y restricciones burocráticas y financieras para crear cualquier tipo de emprendimiento.

Ser un hacker implica tener una extrema curiosidad y aprender a utilizar sistemas o herramientas para propósitos distintos al que les dieron originalmentes. Vivimos en un mundo que necesita más gente que piense como hacker. No solamente en cuanto a la programación informática.

Todo está para ser hackeado. Sobre todo la educación.