El tradicional gesto de levantar la mano para parar un taxi en las grandes ciudades podría tener sus días contados. Los transportes 2.0 han llegado y tienen toda la intención de quedarse.

Y es que el DIY (Do It Yourself) que tan de moda se ha puesto, llega también al mundo del transporte y su sencillez unido al ahorro económico que suponen les convierten en una temible baza respecto a los métodos tradicionales.

Lo que hace años podría sonar a ciencia ficción se ha hecho un enorme hueco en la mente del usuario. ¿Para qué coger un taxi si puedo conducir yo mismo hasta mi casa a un precio más barato y en un atractivo coche eléctrico fácil de aparcar?. Esto es lo que pensaron los creadores de Car2Go, una empresa de coches eléctricos disponibles para un alquiler rápido, de unos minutos, con un precio mucho más asequible que si es un taxista el que nos lleva hasta nuestro destino.

Si, por el contrario, lo que menos nos apetece es conducir, existen otras herramientas como son Cabify o el polémico Uber. Los conductores de Uber son empleados de esta empresa y es ésta la que organiza la recogida de los clientes. Los taxistas, por el contrario, constituyen un transporte público de pasajeros concesionado, por lo que recibieron esta nueva iniciativa como un ataque directo y una intrusión desproporcionada en su nicho de mercado. Uber, muy activo en España a través de su sistema UberX, emplea conductores con licencias de VTC (autorización de arrendamiento de vehículos con conductor).

La empresa Cabify, también basada en la conexión de los pasajeros, en este caso con propietarios de vehículos Premium que ejercen de conductores a través de una aplicación para móviles, se diferencia de Uber sobre todo en su sistema tarifario. Esta compañía, que fue fundada por un empresario español, basa sus precios por kilómetro de acuerdo a la ruta óptima entre el punto de origen y el de destino. Esto quiero decir que se optimiza la distancia entre estos dos puntos y el pasajero abonará el precio por la ruta más directa independientemente de la que tome el conductor. Uber y el servicio de taxis tradicional cobra en función de los kilómetros recorridos y el tiempo invertido, en función del camino escogido por el chófer.

Si hablamos de transporte entre ciudades de media y larga distancia, el rey que más guerra está dando a los servicios tradicionales de tren o autobús no es otro que BlablaCar. En este caso, esta página instaurada a nivel mundial ofrece un espacio de oferta y demanda donde los usuarios satisfacen sus necesidades poniéndose de acuerdo para realizar un viaje de forma conjunta. El usuario A va a realizar un viaje con su vehículo y, para compartir gastos, ofrece a los usuarios B y C viajar con él en ese mismo trayecto. Una fórmula sencilla que gana cada vez más adeptos. ¿Los inconvenientes? El viajar a ciegas y fiarse de las artes en la conducción de un perfecto desconocido. ¿Las ventajas? Lógicamente, el ahorro económico y, por qué no, el principio de una gran amistad entre el usuario A y el usuario C.