La obra que nos proponemos analizar, Raza, es una novela escrita por el archiconocido militar y dictador español Francisco Franco Bahamonde (1892-1975). Hijo de un librepensador oficial de la marina y de una conservadora ama de casa, fue el segundo de cuatro hermanos (Nicolás, él, Pilar y Ramón). Tuvo una relación muy problemática con su padre y creció muy apegado a su madre. En su madurez, su hermano Nicolás fue un gran apoyo. Quiso ser marino, pero no consiguió entrar en la escuela correspondiente, por lo que acabó en la Academia de Infantería de Toledo. Se graduó con nota muy baja, pero pronto logró ser trasladado a Marruecos. Allí consigue hacer carrera rápidamente gracias a su habilidad y predisposición para el combate. Como comandante escribe su primera novela, Diario de una bandera (1922), en la que relata tus experiencias.

También escribió algunos artículos, e incluso llegó a dirigir, la Revista de Tropas Coloniales, llamada posteriormente África. Fue en su día el general más joven de Europa, conocido en los salones de Madrid y vigilado por la Segunda República. Tuvo también numerosos destinos dentro de la península, como Oviedo, donde conoció a Carmen Polo, la que sería su mujer y madre de su única hija; también dirigió la Academia Militar de Zaragoza, labor de la que estaba muy orgulloso. Ascendió meteóricamente con la llegada de la derecha (CEDA) al poder en la Segunda República, pero en el siguiente gobierno Manuel Azaña lo apartó a Canarias. Como es bien conocido, cuando varios militares de alta graduación se sublevan contra el gobierno en julio de 1936 se une a ellos y en octubre consigue el mando absoluto de la rebelión. Tras la desaparición física de quienes podían rivalizar con él y una larga y sangrienta Guerra Civil, despliega una estrategia de alargamiento del conflicto con el que busca y obtiene el control completo de España, país que gobernará de manera autocrática, como un monarca absoluto sin corona, hasta su muerte. Durante los años 40 y 50 publicó algunos artículos con seudónimo en el periódico oficioso del régimen, Arriba; después no redactó ya nada más. Es un hombre de profundas convicciones conservadoras, que se define en negativo: antidemócrata, antiliberal, anticomunista, anti masonería... Su escasa formación académica se refleja en sus escritos, sumamente llanos y sin relieve literario (PRESTON 2004). Por razones de pertinencia y de espacio no hablaremos más aquí de su prolongada dictadura ni del periodo consiguiente de su vida. En lo literario, por su fecha de nacimiento, Rafael Utrera sitúa a Franco entre "la generación de 1914 y los coetáneos a la de 1927" (UTRERA 2009: 215).

Aunque se escribió después de la Guerra Civil, parece que Raza muestra la idiosincrasia de Franco anterior a ella, y el general se enorgullecía de haberla escrito. Stanley Payne explica la génesis de la obra: “El propio Franco dictó el texto del guion a un taquígrafo en su despacho de El Pardo durante los últimos meses de 1940; posteriormente, dos periodistas profesionales se encargaron de pulirlo” (PAYNE 2008: 98). La novela se publicó en 1942, poco antes de que se estrenase la película homónima basada en ella dirigida por José Luis Sáenz de Heredia.

El libro parece más una obra de teatro que una auténtica novela, ya que la tipografía distingue claramente diálogos, guiones e incluso acotaciones. La consideramos novela, no obstante, por la existencia de pasajes narrativos y descriptivos que superan lo habitualmente transmitido en una simple acotación de cambio de escena. No obstante, el subtítulo de la obra es muy orientativo: Anecdotario para el guión de una película. Dentro del género de la novela histórica, podríamos adscribir Raza al subgénero de la aventura bélica, con tintes de melodrama. En cuanto a la corriente estética, entendemos que, a pesar de su fuerte idealización y el empleo de personajes más bien arquetípicos (tanto en lo positivo como en la negativo) la novela es esencialmente realista, teniendo en cuenta que es verosímil (no hay recursos maravillosos ni apariciones providenciales del tipo deus ex machina), mimética (imita a la realidad), cuenta con un narrador omnisciente que conoce todo cuanto ha pasado y está pasando -si bien habla en primera persona del plural y en ocasiones inserta comentarios personales, como hacían algunos autores decimonónicos- y mezcla en la trama realidad histórica y ficción, a la manera de los Episodios Nacionales de Galdós (ESTÉBANEZ 2009: 434-435).

Raza narra la historia de una aristocrática familia gallega, los Churruca -descendientes del célebre marino Cosme Damián Churruca (1761-batalla de Trafalgar, 1805)-, desde la muerte de su ilustre antepasado hasta el final de la Guerra Civil, en 1939. Es fácil establecer paralelismos, y muchos estudiosos como Román Gubern lo han hecho, entre la auténtica familia Franco Bahamonde y la Churruca, sobre todo teniendo en cuenta que la madre en la novela, doña Isabel de Andrade, comparte su apellido con el segundo de la progenitora del autor. Incluso los críticos más afines al dictador, como Ricardo de la Cierva, señalan el carácter autobiográfico de esta obra, aunque el historiador matice su identificación respecto a la visión excesivamente negativa que, en su opinión, da Gubern de Franco (DE LA CIERVA 1997). En la primera parte el padre de familia, el capitán Churruca, adorado por sus hijos y estimado por sus camaradas, perece trágicamente en la guerra de Cuba. A continuación van creciendo los niños, obtienen sus respectivos empleos (militares, político, ama de casa) mientras su madre declina y muere durante la Segunda República. En esta primera mitad de la novela, más alegre y arcádica, aparece la semilla (irreligión, masonería, falta de interés por el deber y la patria) del conflicto fratricida que estallará después y los protagonistas alcanzan la plena madurez.

La tercera parte aborda el Alzamiento en Madrid. José, erigido en protagonista, colabora con los sublevados del cuartel de la Montaña, pero es detenido, apresado y condenado a muerte en una parodia de juicio, aunque sobrevive casi milagrosamente al fusilamiento. Con la ayuda de su novia, Marisol, consigue un médico, se restablece y logra pasarse a la zona nacional, donde es recibido como un héroe. Mientras, en Barcelona, su hermano Pedro, alto cargo del gobierno, se horroriza con las bajezas de sus camaradas. Cerca de allí, en Calafell, milicianos republicanos asaltan un convento y asesinan al otro hermano, Jaime, que se había hecho monje. En la cuarta parte se produce el desenlace y el cierre de todas las tramas. Pedro Churruca, personaje del que podría decirse que es la oveja negra de la familia protagonista y encarna la visión negativa de la política parlamentaria, se arrepiente al final de su conducta y dice en su hora suprema: “Que busquen a los míos, si alguno queda, y les digan que yo mismo me he acusado, que muero contento cara al Deber” (ANDRADE 1997: 180–181). José lucha por su causa hasta el final y en el epílogo desfila triunfante. Es, desde el punto de vista del narrador, el triunfo del bien, "de los nuestros" y el anuncio de un mañana mejor.

Se deja entrever muy poco del mundo interior de los personajes. Las motivaciones que les mueven son fundamentalmente externas: Dios, la patria, el deber, las ideas políticas. Con todo, hay una buena dosis de sentimentalismo en el romance entre Marisol y José, y entre la hermana de este, Isabel, y su amigo y compañero Luis. Hay poco que destacar de su lenguaje, pues hablan todos con muchísima corrección y con el máximo decoro. El esmero por parte de narrador y personajes por definir el espacio es mucho mayor, patente en las descripciones de la aldea gallega o el Toledo en el que José se forma como militar (Ibídem: 71-77). Si bien la novela es más bien de carácter coral, sin una figura excesivamente prominente a lo largo de toda ella, también podemos decir que el protagonista claro es José Churruca, alter ego de Francisco Franco, compendio de todas las virtudes. Su hermano Pedro podría ser una novelización de Ramón Franco, aviador republicano; la comparación entre Jaime y Nicolás es harto difícil. Sobre el tratamiento del tiempo es preciso reseñar el recurso de la elipsis, abundante en la primera etapa de la novela, en la que en una página los protagonistas son niños y en la página siguiente, ya hombres. También encontramos una retrospección en el relato del capítan Churruca sobre los orígenes de la familia (Ibídem: 42-43), en el que se desplaza atrás, hasta la batalla de Trafalgar.

El tono patriótico es muy marcado en Raza. Los personajes, a pesar de vivir a finales del siglo XIX y en el XX, evocan con gozo la Edad Media y el principdio de la Moderna, el Imperio español que tanto les enorgullece (Ibídem: 68-69). Pese a tener un ritmo fluido, la prosa carece de florituras. La de Franco es una retórica sumamente llana, pedestre incluso, que no llama la atención y no recurre por ejemplo a metáforas, anáforas ni casi ningún tipo de figura literaria. Solamente en las introducciones de algunas escenas podemos encontrar algo de lirismo, como en las líneas iniciales: "Estamos en uno de esos luminosos días del verano de 1897, en el que un sol de estío se refleja en las aguas de plata de una ría gallega, alteradas a ratos por los rizos azules de una leve brisa" (Ibídem: 25). A la Guerra Civil nunca se le llama de este modo, sino con eufemismos o glorificaciones como "Cruzada", siguiendo la retórica franquista oficial.

La recepción de la novela por parte de los historiadores recientes es muy negativa. Esta es la crítica de Javier Tusell: “En esencia (…) es una historia de amor sensiblera que revela una visión superficialmente patriótica de la realidad española; para el Franco escritor era la política parlamentaria y liberal la que había hundido a la España gloriosa de otros tiempos. Resultaba necesario volver a ese pasado en sus virtudes y en sus instituciones” (TUSELL 1996: 118–119). Fusi, coincidente en este particular con Payne, reseña el idealismo nostálgico de Raza: “Un melodrama sentimental y patriótico, la historia entre 1898 y 1936 de una familia de militares, los Churruca (trasunto ennoblecido de los Franco), escrita según los clichés de la literatura de folletín (protagonistas con vidas y muertes nobles y heroicas, escenas patéticas, arrepentimientos inverosímiles, castigo de los culpables, final feliz) y que exaltaba también los que Franco pensaba debían ser los valores de su régimen: el patriotismo, los valores castrenses de deber, honor y valor, y la religión católica” (FUSI 2000: 230–231).

Raza cumple con las siete características de la novela histórica, establecidas por el teórico Georg Lukács y sintetizadas por Domínguez Caparrós (NAVARRO 2000: 17-26). Tiene, en primer lugar, un sentido histórico (si bien ideológicamente sesgado, al servicio de los vencedores de la Guerra Civil española): no se entiende la acción de los personajes sino desde el contexto sociopolítico en el que están inmersos. Ello nos conduce al siguiente rasgo, la revitalización profunda del pasado, en este caso muy reciente (fin de la contienda) pero también algo lejano ya (Desastre del 98). El autor, tomando como marco los grandes acontecimientos de la época, trata de relatar un drama de amor, valentía y, sobre todo, deber.

El carácter popular se refleja sobre todo en los personajes, que aunque son de clase media-alta en el caso de los protagonistas, también aparecen numerosos miembros del pueblo (presos, sirvientes, militares rasos...) y la obra describe un poco, aunque sin entrar en detalles, las condiciones en las que vivían. El que los personajes de Raza son típicos es evidente, pues el maniqueísmo que la recorre impide la caracterización compleja. Los protagonistas son prácticamente arquetípicos (el buen soldado, el malvado político, la paciente esposa y el piadoso monje) y los personajes secundarios aparecen presentados muchas veces solamente por su condición física o social, sin un nombre propio que los individualice.

La aplicación al presente de la novela es obvia: justificar políticamente la sublevación militar de julio de 1936 y la Guerra Civil subsiguiente, presentando a los golpistas como un dechado de virtudes y a los adversarios como una caterva de impíos y corruptos. El llamado “anacronismo necesario” no es tan claro, en tanto en cuanto el autor vivió gran parte de los acontecimientos que describe, si bien muestra solo aquello que le interesa, obviando las partes más desagradables de la realidad y presentando al gobierno de la II República como una marioneta de la masonería (ANDRADE 1997: 86). Los protagonistas parecen saber ya, con el autor, que su causa triunfará, aunque esto bien puede ser consecuencia de su idealismo. El autor habla en la nota preliminar de “episodios inéditos de la Cruzada española” (Ibídem: 21), que bien pudo haber inventado. Quizá el anacronismo, no exento de voluntad poética, más evidente es la denominación de “almogávares” aplicada a los más bravos guerreros españoles, sea cual fuere el momento en el que vivan (Ibídem: 40-41, 192). La última característica, la de la novela histórica como una forma en crisis, es una tensión que existe a lo largo del texto entre la concreción de los episodios históricos y la inserción en ellos de las tramas imaginarias que les ocurren a los personajes de Raza.

Por otra parte, si seguimos la definición de novela histórica que proporciona la Biblioteca Nacional de España, veremos que el volumen que nos ocupa también lo es: “Una obra de ficción en la que se recrea un período histórico preferiblemente distante al actual y en el que forman parte de la trama personajes y eventos no ficticios”. Raza cumple con todas estas exigencias, si bien se desarrolla en un pasado cercano al del lector y los personajes no ficticios son muy escasos; destaca entre todos ellos el almirante Pascual Cervera y Topete (Ibídem: 59-60).

Existen en Raza escasos pasajes extensos, con diálogo, en los que se interpele directamente al discurso histórico. La mayoría de las veces la novela simplemente alude, por medio del narrador, al contexto. Por ejemplo, citando varios titulares sobre la guerra de 1898 con Estados Unidos (Ibídem: 54). En otra ocasión, el narrador juzga directamente: "Estamos en la primavera del 1936, cuando el Frente Popular, desde el Poder, comienza la desintegración de España" (Ibídem: 87). El golpe militar, "la primera aurora de esperanza" recibe toda una página de atención (Ibídem: 95), mientras que más adelante las referencias se vuelven más vagas.

La gran interpelación histórica que encontramos en Raza se produce al final de la primera parte, en la que se recoge la gran derrota española y aparece quien comandó la flota en el célebre Desastre del 98: el almirante Cervera, único personaje histórico de relieve que aparece hablando y no solamente mencionado. De nuevo aparece sirviendo a los propósitos del autor, a mayor gloria de España, guiado por el servicio a la patria hasta el final, aunque el resultado sea fatal: "En aguas de Santiago de Cuba el barco insignia de la flota española. En su cámara, ante una mesa, el Almirante Cervera se encuentra rodeado de su Jefe de Estado Mayor y de los Comandantes (...) ALMIRANTE CERVERA.- Ya conocen ustedes la situación (...) La orden es terminante: hacerse a la mar y enfrentarse con la escuadra enemiga (...) Nada me digan. Las razones desaparecen ante el Deber. Solo nos queda obedecer, cumplir como buenos, que en medio de todo no vale la pena sobrevivir a esta vergüenza. La Historia sabrá juzgarnos. No hay sacrificio estéril; del nuestro de hoy saldrán las glorias del mañana. Señores: Listos para zarpar. ¡Viva España!" (Ibídem: 59-60).

La segunda interpelación destacable se produce en el epílogo, en el que los personajes más destacados de la novela que han sobrevivido asisten al desfile militar en que Franco celebra su triunfo en la Guerra Civil: "Madrid va a vestirse de gala por primera vez después de la Cruzada. Un ejército de 100.000 hombres, formado por las más distinguidas unidades, acampa en los alrededores de la población, esperando el momento de la parada. Desde las primeras horas de la mañana de aquel día Madrid se pone en movimiento (...) En la tribuna de invitados, Isabel, con Marisol y los chicos ocupan un lugar en primera fila (...) A la cabeza de los españoles rompe la marcha una lucida representación de nuestra armada (...) La aparición de José entre sus filas renueva el entusiasmo " (Ibídem: 190-191).

No hay personajes femeninos históricos en Raza. Todas las mujeres que aparecen son fruto de la imaginación del autor, estén o no basadas en personas que realmente existieron. Únicamente la evocación de diversas figuras medievales que hace José durante su paseo familiar por Toledo: Doña Berenguela, Blanca de Borbón, Doña María Pacheco y Galiana, la hija del rey moro Galofre (Ibídem: 72, 75). En esta novela las mujeres son relegadas a un papel secundario, en sintonía con la ideología franquista: madres, esposas, descanso del guerrero... pero nunca protagonistas. Se menciona a veces su belleza física, pero nunca sus cualidades intelectuales. Todas ellas están guiadas por el Deber, y a él supeditan toda su vida. Solamente hay dos importantes excepciones a este rol secundario-pasivo. La primera es una miliciana, Pilar Bustamante, que se disfraza de hombre para pasarse al territorio franquista (Ibídem: 135). La otra es Carmen Soler, viuda del capitán García de Paredes. Esta espía nacionalista siembra la duda en el corazón de Pedro Churruca y consigue su ayuda (quiere robar unos planos para su bando), logrando la perdición material de ambos y la salvación espiritual del republicano (Ibídem 173-179).

Doña Isabel de Andrade es una idealización de la madre del autor, que intenta convertirla en el personaje más admirable de la novela, casi una Virgen María. Abnegada esposa, sufre la muerte de su marido (en la realidad fue muy distinto, el padre de Franco se fue con su amante) y como viuda trata de educar a sus hijos lo mejor que puede con una pingüe pensión, dándoles un futuro en el ejército o en la universidad. Queda incluso al borde de martirio al negarse a abandonar una iglesia cuando la asalta un grupo de exaltados (Ibídem: 83-84).

Isabelita Churruca, que tiene a su vez otra hija del mismo nombre y está casada con Luis, amigo de su hermano José, es el prototipo de la anegada esposa del militar que espera pacientemente el regreso de su marido. No se cuestiona la situación. De hecho, cuando Luis escapa de las trincheras para verla, lo apremia, al igual que su hija, "por Dios" a volver al frente (Ibídem: 153-154)

Marisol Mendoza, la novia de José, es el personaje femenino más interesante de Raza y, de entre el círculo de los protagonistas Churruca, quien más se destaca por su valor. Mientras las otras contemplan, ella actúa. Cuando apresarn a José, ella intenta que su hermano Pedro, interceda por él, recordándole su deber. Luego va a visitar a su amado a la cárcel, recoge su supuesto cadáver y lo ayuda a reponerse y huir, si bien con ayuda masculina en todos los casos. (Ibídem: 107-120).

El resto del elenco femenino lo componen meras comparsas, gente del servicio, estereotipos y gente denominada simplemente por su profesión o ni siquiera eso. Intervienen con escasas líneas y a veces con una sola. Así, tenemos a la cocinera de los Churruca, una pescadora de su pueblo con marcado acento gallego, la señora Eufrasia, la niñera de los Churruca, Matilde (una afectada amiga de la familia), una señora sin nombre, una doncella, la hermana de Marisol y otra mujer, la criada del médico y la abuela de Marisol (Ibídem: 27-28, 31, 33, 36, 55, 57-59, 84, 111, 116-119, 130-131 y 188-190).

La inmensa mayoría de obras de éxito que versan, como Raza, sobre la Guerra Civil española, pueden compartir afinidades temáticas pero no ideológicas con el libro de Franco; no han trascendido las novelas extranjeras en defensa de los sublevados. En lengua francesa tenemos, como contrapartida de Raza, L'Espoir (La esperanza) de André Malraux (1937) que se desarrolla en el Madrid sitiado, desde el punto de vista de los republicanos, que tuvieron que resistir casi hasta el final de la contienda el envite nacionalista. Como Franco, Malraux también participó directamente en la Guerra civil española, en este caso como voluntario de las Brigadas Internacionales. Igual que la novela que nos ocupa, la obra de Malraux fue llevada al cine poco después, dirigida por el propio escritor, con el nombre de L'Espoir, Sierra de Teruel, en los mismos campos de batalla, pero hubo de ser terminada en Francia por el avance de las tropas enemigas. En los dos libros comparados, las mujeres están relegadas a un segundo plano, siendo el protagonismo abrumadoramente masculino (BINNS 2004: 106). Manuel, el personaje principal de L'Espoir, es también un combatiente capaz como José Churruca, pero al contrario que él, posee una formación superior (ingeniero) y participa en los acontecimientos a regañadientes, no movido por unos altos ideales.

Una ficción reciente sobre la guerra civil es la ganadora del Premio Goncourt Pas pleurer (No llorar), de Lydie Salvayre (2014), hija de exiliados españoles. Inspirada por el panfleto antifranquista de Georges Bernanos Les Grands Cimetières sous la lune (1938), se desarrolla también en las antípodas de Raza, en este caso en el ambiente anarquista. Encontramos paralelismos, como reconoce la propia autora, en lo arquetípico, casi caricaturesco de los personajes, con rasgos muy marcados. Por ejemplo, otro José, un fogoso revolucionario, y otros personajes llevados por el fanatismo religioso (GROSJEAN: 2014).

A juicio de Laureano Núñez, el interés que produjo la Guerra Civil española en italia no fue acompañado de una narrativa histórica de relieve. El estudioso destaca L'antimonio (1960), del siciliano Leonardo Sciascia, escritor que conocía bien nuestro país y establece paralelismos entre los años 30 en su isla y en España (NÚÑEZ 2006: 243-244). La novela, también multifocal como Raza, relata las peripecias de un militar del bando franquista, Lajolo, y otro del lado republicano, Scotti, aunque el protagonista es un minero siciliano que se apunta voluntario a combatir con las tropas de Franco en España. Al igual que la obra del dictador, fue llevada al cine. El encargado de ello fue Aldo Florio en 1976.

Sin duda la más famosa novela en inglés que trate nuestra contienda fratricida es For Whom the Bell Tolls (Por quién doblan las campanas, 1940) de Ernest Hemingway, alegato antimilitarista en las antípodas políticas de Raza, que exalta sin matices a los suyos en contraste con la visión crítica del escritor americano. Además, Hemingway individualiza a sus personajes y da más importancia a las mujeres, mientras que Franco emplea casi símbolos, marionetas al servicio de las ideas que quiere defender. Puede señalarse, no obstante, cierta afinidad en el hecho de que abordan "los temas del coraje físico y de la vida de aventura (BINNS 2004: 104). Homage to Catalonia (Homenaje a Cataluña, 1938) es hija de la pluma del inglés George Orwell, que vivió en primera persona nuestra Guerra Civil junto al antiestalinista POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), sigue la misma línea.

Por último, en alemán la primera comparación es insoslayable, aunque Mein Kampf (Mi lucha, 1925) sea no ficción. Escritas las dos por dictadores, el libro de Adolf Hitler, biblia del antisemitismo, el expansionismo y demás componentes de la ideología nazi realiza su apología de forma sistemática y explícita, en lugar de en boca de personajes o comentarios como el narrador de Raza. La mayor similitud es el componente autobiográfico que existe en ambas obras. Así, Hitler revive su infancia y juventud en los dos primeros capítulos, por ejemplo ("En el hogar paterno" y "Las experiencias de mi vida en Viena").

De entre las numerosas novelas germanas sobre la Guerra Civil española, cabe destacar Das große Beispiel (La Gran Cruzada, 1940) de Gustav Regler. Al igual que Malraux, el alemán combatió en las filas de las Brigadas Internacionales y la obra es una defensa de aquellos que vinieron a suelo extranjero a luchar por una democracia asediada. A diferencia del francés y el español, autores que dan el protagonismo a los anónimos en medio del conflicto, Regler retrata a personajes históricos bien conocidos, aunque a menudo trata de ocultarlos con un nombre distinto. Sí comparte con Franco la perspectiva autobiográfica, en el sentido de que el alemán también protagoniza su propia obra, aunque la sensación final que proporcione al lector sea de derrotismo frente al eufórico triunfalismo de Raza. (BINNS 2004 :219-227).

Bibliografía

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BINNS, Niall (2004): La llamada de España: escritores extranjeros en la guerra civil. Madrid, Montesinos.
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GROSJEAN, Marianne (2014): "Lydie Salvayre injecte de la joie libertaire dans l’horreur franquiste". En Tribune de Genève,‎ 4 de novimbre de 2014. Disponible en http://www.tdg.ch/culture/livres/Lydie-Salvayre-injecte-de-la-joie-libertaire-dans-l-horreur-franquiste/story/25099586
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NÚÑEZ GARCÍA, Laureano (2006): "Sciascia, Lucarelli, Arpaia. El mito de la Guerra Civil en la narrativa italiana". En "Italia-España-Europa": Literaturas Comparadas, Tradiciones y Traducciones. Actas del XI Congreso Internacional de la Sociedad Española de Italianistas. Arcibel.
PAYNE, Stanley George (2008): “El general Franco”. En GARCÍA DE CORTÁZAR, Fernando (Dir.) (2008): La Historia de España en su lugar. Tomo 8: De la Restauración a la 2ª República (1874–1936). Barcelona, Planeta.
PRESTON, Paul (2004): Franco ‘Caudillo de España’. Barcelona, De Bolsillo.
TUSELL, Javier (1996): La dictadura de Franco. Madrid, Alianza.
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