En el ambiente se percibe que algo está a punto de suceder... Al llegar no sabemos exactamente de qué se trata. Da la sensación de una especie de desorden consentido, pero poco a poco según vas adentrándote en las colinas de Beni Arous te das cuenta que cada pieza encaja en su sitio y que todo está perfectamente ordenado. Las mujeres, vestidas con ropajes de vivos colores, cosen una muñeca de trapo, los hombres danzan pidiendo un año de buenas cosechas, los jinetes, sin montura, cabalgan por la pradera y todos los que acabamos de llegar nos quedamos embelesados contemplando un espectáculo en el que la tradición nos transporta al pasado, a muchos siglos atrás, hasta las lejanas estepas de Mongolia. ¡¡Aquí comienza Mata Moussen!!

Mata, un festival ancestral en las colinas de Beni Arous

Con varios siglos de historia, Mata Moussen, un antiquísimo festival ecuestre, se celebra cada año en la pequeña localidad de Znied, municipio de Larbaa Ayacha, en la provincia de Larache. El origen de esta antigua tradición podría estar en las estepas de Mongolia, Azerbaiyán y Kazajistán, por lo que el Festival Mata, organizado por la Asociación Alamia Laaroussia, en colaboración con el Festival internacional de Diversidad Cultural de la UNESCO, contribuye a preservar un patrimonio inmaterial ancestral y a revivir tradiciones centenarias recuperándolas en esta región del norte de Marruecos.

Cientos de jinetes yebalas de las distintas aldeas de la región de Larache cabalgan al atardece sin montura, por las colinas de Beni Arous. Parece una imagen de la película de Lawrence de Arabia. Compiten como si les fuese la vida en ello por una muñeca de trapo hecha por las mujeres del pueblo, para ellos un ansiado tesoro. Entre cánticos, que se asemejan a sonidos guturales y al ritmo de la danza de los segadores las mujeres van confeccionando esta muñeca, que hace siglos otorgaba al jinete que se hiciese con ella la posibilidad de elegir esposa entre las muchachas casaderas de la región. Actualmente el premio ha cambiado y hoy al ganador se le entrega un trofeo y dinero en metálico.

La Carrera: El objetivo de los jinetes yebalas

Mientras cabalgan por grupos su objetivo es descubrir al jinete que porta en brazos la muñeca y en el momento de encontrarle galopar hasta darle alcance, gritándole ¡mata, mata! que significa «dámela». Si el jinete no la entrega podrán incluso tirarle del caballo con tal de conseguirla para después, correr con ella hasta la línea de meta, donde será entregada a la familia Baraka, impulsores de Mata Moussen desde hace nueve años.

La Familia Baraka, impulsores del Festival Mata Moussen

Descendientes de Moulay Abdesselam, el mayor santo del sufismo, cuya tumba conocida como «la meca de los pobres» se encuentra próximas a las colinas de Mata, la familia Baraka, con el apoyo del rey Mohamed VI, ha recuperado este festival que ya se ha convertido en uno de los principales atractivos turísticos internacionales del norte del país y que cada año atrae la atención de más gente.

Nabil Baraka es el director de Mata Moussen y su hermana Nabila la presidenta de la Asociación Alamiya Laaroussia, organizadora del Festival. Ambos junto a su familia ofrecen su hospitalidad a todo aquel que quiera descubrir Mata. A su lado un hombre con una larga túnica beige preside los actos y da la bienvenida a autoridades locales marroquíes, diplomáticos, empresarios, medios de comunicación. Es Abdeladi Baraka, el patriarca de la familia Baraka, quien ha sido homenajeado hace unos meses con la medalla al mérito civil por el rey Juan Carlos I de España.

Riqueza y diversidad de la región

Durante tres días de intensa actividad que giran alrededor de la carrera final en un entorno de película entre Azhila y Larache, estas colinas son testigo de todo lo que ofrece el Festival en el que también hay tiempo para escuchar música tradicional, experimentar el ritual de la henna, o conocer la gastronomía y artesanía de la zona, ya que en una gran jaima agricultores, ganaderos y artesanos, organizados en pequeñas cooperativas, ofrecen sus productos para dar a conocer la riqueza y diversidad de la región.

Todo ello siempre sin perder de vista a los más de cien jinetes que van a competir, entre ellos, una única amazona, por la que todos sienten un enorme respeto al ser la única mujer que se atreve a cabalgar junto a ellos en una carrera de infarto, donde deben demostrar destreza y coraje sobre el caballo con el que sienten una conexión especial. Como me dijo alguien al terminar la carrera: «no hay nada más importante en estas tierras que el caballo, ni hay mayor gloria que ser jinete en Mata…».