Lippiano sufrió fuertes cambios con el correr de los años. El fundador del circo tenía, cien años atrás, animales felices, niños alegres y padres contentos. El circo presentaba una atracción tras otra; se trabajaba con todo el cuerpo y el alma. Todos los días los animales, así como los acróbatas, magos y payasos recibían su comida favorita.

Con el correr de los años, todo fue cambiando; los herederos de la empresa de la familia Fillipiano Lippiano solo pensaban en ellos, solo tenían como objetivo llenar sus bolsillos. Y así, el alma del circo multicolor fue perdiendo su bello espíritu. El actual director del circo Don Alfredo Lippiano solo pensaba en una cosa: el dinero.

Él quería ahorrar dinero. Para ello optó por alimentar a los animales, acróbatas, magos y payasos con los restos de la comida del restaurante de su herman Michelangelo Lippiano.

La familia del director Alfredo Lippiano, así como la familia de su hermano Michelangelo Lippiano, se enriquecía más y más, y su fortuna fue creciendo.

Los dueños del circo se vieron en serios problemas cuando los acróbatas, los payasos y los magos decidieron dejar de trabajar y simplemente desaparecieron, de la noche a la mañana, sin dejar rastro.

Se les pegaba a los animales si no realizaban el show tal como se esperaba. Esto provocó la muerte del tigre Gran Diente.

El mono llamado Banana Joe resolvió convocar a todos los animales del circo a una asamblea. ¡No podemos permitir esto de nuevo! ¡Juntos seremos más fuertes! Si todos tenemos el mismo sueño, juntos lograremos concretarlo.

El pequeño león se levantó y exclamó: ¡Yo deseo que se haga justicia! Las familias del director Alfredo y Michelangelo deben trabajar en el circo y nosotros, los animales, debemos ser los jefes. ¡Todos los animales festejaban! Todos los animales ingresaron a sus jaulas con el estómago vacío; y se alegraron al pensar en su sueño.

A la mañana siguiente, el sol brillaba. Cuando los animales se despertaron, habían pasado la noche, por primera vez, en camas. Había un aroma exquisito a comida.

Al levantarse, la mesa estaba servida, comieron y se asombraron de quedar totalmente satisfechos.

A la tardecita, el “Circo multicolor” estrenaba su obra. Miles de niños y padres se apresuraban.

Hasta ahora, nadie había visto algo similar. Alfredo, el director del circo, hacía equilibrio sobre una cuerda.

De repente, Alfredo perdió el equilibrio y cayó de la cuerda. Los animales y el público se asustaron.

Los animales pudieron rescatar a su ex-jefe uniendo sus fuerzas.

Todos estaban felices; juntos se dirigieron a la mesa que ya estaba servida. Cada uno recibió su comida favorita, y el pequeño león pidió helado de Kilimanjaro con dátiles para todos.

Texto de Felix Busse