En su segunda participación en el Tour de Francia ha conseguido lograr el primer maillot de mejor joven para su país, Gran Bretaña. Con madera de clasicómano, el ciclista de Bury fue sin presión a la ronda gala y ha sorprendido a propios y extraños con su actuación y su buen rendimiento. Su cuarto puesto final sabe a gloria y todo se ha debido, según él, al “trabajo día a día”. Adam Yates es ya una promesa convertida en realidad y que seguramente pondrá a prueba a los mejores corredores, incluyendo a su compatriota y triple ganador del Tour Chris Froome.

Yates, cuyo mejor logro antes de llegar a Francia fue ganar la Clásica de San Sebastián del año 2015, aterrizó en la salida del Mont Saint Michel confiado y sin que las casas de apuestas diesen un euro por él de cara a hacer un buen papel en la clasificación general. Pero él, que venció sin quererlo y sin saberlo en Gipuzkoa gracias a que una moto tiró al suelo a un Van Avermaet que ya estaba celebrando el triunfo, se ha convertido, de alguna manera u otra y salvando las distancias, en el Leicester del ciclismo. El aficionado ha visto como el otro gemelo de los Yates también sabe competir al más alto nivel y poner las cosas difíciles a los gallos del pelotón internacional.

El codearse con los mejores le ha servido de experiencia a este británico para aprender que en el ciclismo nada se regala y que todo se lucha con el esfuerzo diario. Sus 24 años invitan al optimismo y no serán pocas las escuadras que se fijen en él para contratar sus servicios de cara al futuro, incluyendo, como no podría ser de otra forma, el dominador por excelencia de este último Tour, el Team Sky. A pesar de ello, de primeras ambos gemelos Yates han rechazado la oferta del gran trasatlántico del ciclismo mundial y han preferido correr en el Orica GreenEdge, un equipo sin un gran líder pero que cada vez está más arriba en las clasificaciones de las grandes carreras gracias a los mencionados hermanos ingleses y también a Esteban Chaves, su otro gran puntal en la montaña como demuestran sus sensacionales trabajos en Italia y España.

Pero Adam Yates, que pasó de casi lograr por accidente vestirse de amarillo en la etapa del Mont Ventoux, también supo sufrir como pocos camino del Mont Blanc. En el Montée de Bisanne tuvo un problema mecánico y gastó mucha energía en volver al grupo de cabeza dentro de uno de los pocos días atípicos que ha tenido la ronda francesa de este curso. A pesar de estos contratiempos, el de Bury supo aguantar el tipo y retener el preciado tesoro de ser el mejor corredor menor de 25 años. Esta experiencia seguro que le hace madurar de cara a lo que está por venir y que, por lo visto, es prometedor. El tiempo dirá si el inglés es flor de un día o si toma el relevo de la dominación británica en los últimos tiempos en las carreteras francesas.