La Selección Española de Baloncesto ha experimentado una evolución remarcable en los cinco partidos pertenecientes a la fase de grupos de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Los tres primeros compromisos evidenciaron una falta de puesta a punto e hicieron saltar las alarmas.

El hecho de perder contra Croacia y Brasil dejaba al equipo al borde del abismo y con la necesidad de ganar todo lo que quedaba. Las sensaciones eran desalentadoras y hacían pensar en el final de una generación dorada, la mejor de la historia del país. No en vano, los pilares del equipo tienen una avanzada edad.

En el partido inaugural contra Croacia tan solo Pau Gasol y Nikola Mirotic dieron la talla. Los bases no estuvieron a la altura y jugadores otrora vitales como Rudy Fernández y Juan Carlos Navarro parecían haber agotado ya todo su potencial en el ámbito internacional. En la derrota frente a los anfitriones las impresiones que dejó España fueron igual de malas, pero en esta ocasión ni un solo jugador destacó en ataque.

Bien es cierto que ambos enfrentamientos se decidieron en la última posesión y que las puntuaciones fueron bajas. Pero esto no quiere decir que España hiciese gala de una gran defensa, sino que más bien se debió a la falta de acierto del rival. Desacierto que también lastró las opciones de España. Ante los balcánicos se anotaron un 40% de los tiros de campo y ante los cariocas un 37%. Pero este bajo porcentaje no solo respondía a una mala puntería; tenía que ver con el lento y previsible juego de ataque. Los balones interiores a Gasol dieron sus frutos, pero no solo de eso puede vivir un equipo que aspire a lo máximo. La circulación de balón era espesa y los movimientos sin balón no eran constantes y fluidos. Brillaban por su ausencia los cortes a canasta, los bloqueos y continuación y las puertas atrás. Solo algún chispazo de Sergio Rodríguez y el gran acierto desde más allá del arco de los dos interiores titulares hicieron que España cogiera una buena ventaja ante Croacia. Pero como esa manera de desarrollar la ofensiva no era sostenible, vino la remontada y España echó a perder una ventaja de 14 puntos mediado el tercer cuarto y de 11 al final del mismo. Para colmo, el propio playmaker canario perdió un balón imperdonable que supuso la ventaja croata a falta de minuto y medio para el final.

Esta falta de ideas, de dinamismo y de destreza en el tiro se acrecentó ante Brasil y los de Scariolo se quedaron en unos pobres 65 puntos. Prueba de la poca fluidez en ataque son las 14 y 12 asistencias repartidas por los jugadores españoles en las dos primeras citas. Llegó Nigeria y con el equipo africano, la oportunidad de redimirse, aumentar la autoconfianza y hacer que algunos jugadores importantes entraran en acción. El rival, de mucha menor entidad, era propicio para culminar estos objetivos. Pero nada más lejos de la realidad. En lugar de una victoria plácida, se dio un partido muy disputado cuyo vencedor no fue clarificado hasta avanzado el último cuarto. Pero al menos sí sirvió para que despertaran piezas clave como Ricky, Navarro y Rudy. Lo más preocupante fue que Nigeria no le perdió la cara al partido en ningún momento y anotaba casi al mismo ritmo que el combinado español. Esta equidad en el marcador vino motivada esta vez por una inconstante defensa española y un gran acierto nigeriano (57% en tiros de campo). La igualdad hizo que los vigentes campeones de Europa tuvieran que emplearse a fondo y no pudieran reservar fuerzas. Quizás esto vino bien para conectarse del todo al campeonato.

Después llegó la insólita e inesperada exhibición ante Lituania cuando muy pocos lo esperaban y algunos veían incapaces a ‘la ÑBA’ de derrotar a los bálticos, invictos hasta ese momento. El aplastamiento sufrido por los lituanos se explica con la voracidad que España entró al partido. Tenían la necesidad de demostrarse a sí mismos que seguían siendo un equipo temible. El juego en ataque se pareció mucho al que había maravillado años atrás en las finales olímpicas contra Estados Unidos: circulación rápida del balón, posesiones cortas y movimientos incesantes sin balón en el momento más preciso. El talento de los jugadores hizo el resto y el elevado porcentaje de acierto permitió superar los 100 puntos con holgura. Casi un 64% de los intentos fueron convertidos, con especial inspiración en el triple. Gasol, que no se cansa de evolucionar, anoto los cinco que lanzó y apareció un fenómeno extraño en escena: Ricky Rubio acertó en tres de sus cuatro tentativas, cuando a su condición de mal tirador se había unido un bloqueo mental en esta parcela durante las tres primeras jornadas. Es cierto que Lituania llegaba a este encuentro con la clasificación asegurada y no sentía la misma necesidad, pero sabemos que todos quieren quedar líder de grupo para evitar al ‘Team USA’. Tan solo Kalnietis y Kuzminskas mantuvieron la dignidad de esta gran selección. El resto del equipo acreditó un nefasto porcentaje de acierto (10 de 39), maniatados por una intensa defensa española. El dato que demuestra el gran juego coral de España en este partido es que repartieron un total de 31 asistencias, cuando en ninguno de los anteriores partidos habían alcanzado la cifra de 20.

El siguiente rival en la pista era Argentina y España tenía la misma urgencia en la victoria; había que ganar para pasar a cuartos. Argentina venía de vencer tras dos prórrogas a Brasil y eso suponía un hándicap por el cansancio. España estaba en la misma situación de ganar o morir, pero esta vez encaraba el duelo con la seguridad de un campeón tras la paliza a Lituania. Ya habían entrado en ritmo y las sensaciones de varios jugadores habían mejorado sobremanera, caso de los dos baleares del equipo. Llull había empezado a ver el aro con más facilidad y a mostrar su típica energía en la defensa y en la salida en transición. Se le notaba más suelto. Pero sobre todo Rudy ha dado un paso adelante y ha vuelto a recordarnos el grandísimo baloncestista que es. Ante la albiceleste logró su mejor actuación del campeonato en un alarde de liderazgo, profesionalidad y tesón. Casi sin fallo en el tiro, se encargó de dar réplica a un inicio demoledor de los argentinos convirtiendo 10 puntos consecutivos. De esta manera apaciguó los posibles nervios que pudieran surgir al verse por detrás en el marcador y precisamente por diez se fue ganando España al término del primer cuarto. Argentina no se volvió a acercar en el marcador con verdadero peligro y pareció ser muy inferior. El hecho de que Scola se cargara pronto de faltas y tuviera que viajar al banquillo pudo ser trascendental. Campazzo y Nocioni no pudieron volver a vestirse de superhéroes como contra los anfitriones y España reafirmaba su recuperación, con la colaboración de un sempiterno Gasol, superando de nuevo las 20 asistencias (22).

Es difícil saber si el equipo llegó falto de ritmo al torneo, si el exceso de confianza les pasó factura o si la dinámica del error le hizo entrar en una espiral de desconfianza y falta de atención. Pero lo que es innegable es que han pasado de rozar el ridículo a pegar un puñetazo sobre la mesa de su grupo con actuaciones contundentes. Ese equipo timorato y lento ha pasado a ser dinámico y seguro de sí mismo, a volver a jugar con entusiasmo y energía. No sabemos en qué grado ha influido el hecho de que se jugaran el ser o no ser y sus dos últimos rivales ya tuvieran los deberes hechos.

Finalmente este grupo B ha resultado ser igualadísimo y los cuatro clasificados han conseguido el mismo número de victorias. Croacia venció a Lituania en la última jornada y esto les aupó al primer puesto, pese a haber caído de manera sorprendente ante Nigeria por 14 puntos. Brasil, verdugo de España en la segunda jornada, se ha quedado fuera y España ha acabado segunda, por encima de Lituania, que había vencido en sus tres primeros partidos.

En el otro grupo las diferencias han resultado mayores. Estados Unidos lo ha ganado todo, aunque los resultados contra los rivales más difíciles han sido más apretados de lo esperado. Australia ha hecho una gran fase de grupos y ha encandilado con su juego, posiblemente el mejor visto hasta el momento. Serbia ha pasado con más derrotas que victorias y Francia ha conseguido los mismos guarismos que su rival en el primer cruce: España.

Llega la hora de la verdad y se han de confirmar mejoras de rendimiento como la Rudy, Ricky y Llull. El base del Masnou tiene que intentar ser más agresivo para incidir en la zona rival y surtir de balones a sus compañeros, faceta que no está explotando en estos juegos. Los tres van a dar el máximo en defensa y de su acierto exterior van a depender muchas de las opciones de su equipo. Gasol y Mirotic están a gran altura en ataque, pero se antoja decisivo que se empleen con mayor asiduidad en el poste bajo, el hábitat natural de sus posiciones. Gasol ha ido perdiendo dominio ofensivo en la zona según ha avanzado el campeonato y Mirotic casi nunca lo tiene. Navarro habrá de esperar de forma paciente su momento y no pretender meter un canastón tras otro como solía hacer. Felipe Reyes siempre está y nunca decepciona y Sergio Rodríguez tendrá que cuidar de combinar sus excelentes pases de canasta con un mayor cuidado del balón. Una pérdida de Llull y otra suya en los dos últimos minutos contra Croacia condenaron a sus compañeros. Otro aspecto a mejorar es el del tiro libre en momentos calientes. Ante Brasil Gasol erró tiros libres decisivos y ya se han desaprovechado 29 puntos desde la línea de personal (11 de ellos el pívot de Sant Boi).

Francia, rival en cuartos

Compitieron contra Estados Unidos sin Tony Parker (100-97). Como dice José Manuel Calderón “solo nos falta conocer el nombre de sus madres” haciendo referencia a las muchas veces que se han enfrentado ambos conjuntos en los últimos tiempos. Lo que se suele decir es que se trata de un equipo muy físico, pero la realidad es que no está exento de calidad. El gran arma de los galos es que cuentan con numerosas piezas con las que poder hacer daño. Comandados por Tony Parker, Nando De Colo y Thomas Heurtel están capacitados de sobra para dar minutos de descanso al base de San Antonio Spurs. En las alas el gran Nicolas Batum y Michael Gelabale aunan físico y calidad. Y en la zona cuentan con el genial Boris Diaw, jugador con más clase del equipo que puede anotar y asistir desde el poste, Lauvergne y el temible Rudy Gobert.

El equipo francés es el que mayor porcentaje de acierto ha conseguido en toda la fase de grupos (53’5% vs 46’7% España), sin embrago en triples está en un 35’1% (España en un 38’2%) y solo Venezuela y China han metido menos triples. En este aspecto del juego tan solo Batum se ha mostrado amenazante (7/15). Por lo tanto podemos asegurar que la fuerza de Francia reside en la pintura. Las penetraciones de sus bases y la efectividad en el poste de sus aleros convierten a los de Collet en inofensivos desde fuera pero muy peligrosos si logran inmiscuirse en la zona rival. Esto no quiere decir que haya que dejar liberados a los tiradores, pero sí que habrá que estar muy concentrados en las ayudas y realizar una feroz defensa zonal. Sus hombres interiores conforman un trío muy completo con la inteligencia de Diaw y la condición atlética de Lauvergne y Gobert. Además, Francia es el mejor equipo en tiros libres, lo que otorga aún más solvencia a su juego interior.

Por otra parte, el pívot de los Jazz es un gran intimidador y habrá que jugar con paciencia debajo del aro rival (recurriendo a fintas, por ejemplo) para evitar sus humillantes tapones, factor influyente en la moral. España debe seguir en la línea ofensiva que mostró contra Lituania y Argentina, y construir sus ataques a partir de sus defensas. No obstante tendrán que evitar despistes ya vistos y mantener la concentración en cada jugada defensiva. Otra de las consignas es minimizar las pérdidas para que los franceses no salgan corriendo. De momento los de Scariolo llevan 12 pérdidas por partido y los de Collet 14’4. Redundar en este camino será una buena noticia.

En los últimos enfrentamientos unos y otros se han llevado la eliminatoria. Francia expulsó, sin Parker, a España de su Mundial en 2014 en cuartos de final dejándola en una mísera anotación (65-52). Sin embargo, un año después los de Pau Gasol se vengaron en Lille y vencieron en la prórroga de las semifinales del Eurobasket. Esta vez sí estaba el base, y el pívot que será esta temporada su compañero en los Spurs anotó 40 puntos para llevar a España a la final.

Por lo tanto, este duelo tiene todos los ingredientes para ser emotivo. Los equipos se tienen ganas entre sí, esta vez se trata de una competición distinta y el actual campeón de Europa certificará si su transformación en el torneo ha llegado a tiempo o los últimos resultados han sido una ilusión pasajera. Sea como fuere, da la sensación de que hoy esta generación de oro se juega emprender el camino hacia su última gesta en la cumbre del deporte de la canasta.