A punto de llegar a los tres últimos y decisivos meses del campeonato liguero solo tres aspirantes mantienen intactas sus opciones de proclamarse campeón. Tras la derrota en la última visita en la historia del Barcelona al Calderón, el Atlético de Madrid ha dicho definitivamente adiós a la liga y jugará todas sus cartas a la difícil proeza de llegar a la final de la Champions por tercera vez en cuatro años. Pero tampoco debe dejarse llevar en el campeonato nacional, ya que la tercera plaza ya está lejos y la cuarta la ostentan, de momento, sin demasiada holgura.

Real Madrid: adiós colchón

Hasta hace poco parecía que el Real Madrid no iba a tener rival que le apretara hasta el desenlace de la competición. Esta sensación se debía a su imponente racha sin perder (16 seguidos en liga), al declive del Barcelona, a que pocos se tomaban al Sevilla en serio (quien escribe no se incluye entre ellos) y a la diferencia de puntos con el agravante de las dos fechas por jugar por parte de los blancos. Pero hay que reconocer que estas impresiones pudieron ser causadas por una realidad desvirtuada, ya que el duradero período en el que los de Zidane permanecieron invictos constó de varios titubeos y considerables dosis de fortuna y los dos partidos aplazados eran en Mestalla y en Balaídos, campos nada fáciles de asaltar.

Pese a ello, el mérito del Madrid es indiscutible y su rendimiento estaba siendo superior al del resto de equipos. Aparte de los tres empates consecutivos cosechados ante Villarreal, Las Palmas y Eibar, seis de las doce victorias fueron por la mínima (Celta, Athletic, Sporting, Deportivo, Málaga y Villarreal) y en varios de ellos peligró el triunfo hasta el final. Salvando los tres puntos por los pelos consiguió hacerse con una ventaja cómoda sobre sus perseguidores, pero la derrota en el Sánchez Pizjuán confirmó al Sevilla como contendiente definitivo.

El Madrid sigue aventajando en un punto a culés y en tres a sevillistas y ha de jugar el partido aplazado en Vigo. Pero hoy más que nunca la liga se ha puesto interesante porque el Madrid cayó en Valencia. Los blancos se han mantenido en un nivel tan alto, como en los últimos años, a golpe de pegada en momentos críticos y gracias a errores de sus contrincantes en situaciones clave.

No obstante, por momentos su juego ha resultado ser el más imponente en ataque, debido al equilibrio en el centro del campo que aporta Casemiro para que Kross y Modric se desenvuelvan con más libertad en tareas ofensivas. A eso se ha sumado la gran respuesta de la segunda unidad: Nacho, Kovacic, Lucas Vázquez, Isco, Asensio y Morata han sido muy importantes en diferentes tramos de la temporada y no sabemos si su protagonismo se ha visto forzado por las recurrentes lesiones de hombres titulares o si era una apuesta clara de Zidane a la hora de planificar el trayecto.

Estas piezas han sorprendido por su magnífico rendimiento y propician que el equipo juegue con cuatro centrocampistas, hecho clave para que la portería blanca sufriera menos asedio de lo acostumbrado. En ataque Isco y Asensio (y James en menor medida) han aportado algo de lo que el Madrid solía carecer: paciencia en la confección de la jugada y creatividad en el último pase. Lucas ha sido el paradigma del desborde por banda y sus prestaciones solo tienen que envidiar a las de Bale en lo que al gol se refiere, sin embargo su aplicación en defensa es mucho mayor que la del galés.

Así la cosas, el Madrid ha contado con más recursos de los habituales, referidos al contragolpe vertiginoso, a los balones al espacio y al balón parado. Pero no hay que olvidar que varios partidos fueron salvados por los pelos y que a partir de enero el equipo ha vuelto a bajar de forma (como viene ocurriendo en los últimos años). Lo que invita a pensar que en la segunda vuelta pinchará más que en la primera. El equipo se parte y los adversarios combinan con facilidad hasta las dominios de Keylor.

Además, Cristiano Ronaldo evidencia una acusada cuesta abajo y, aunque sigue haciendo goles, falla muchas otras y lastra al equipo. La falta de presión con continuidad hace al cuadro blanco muy vulnerable y tiene que tirar de heroica en más ocasiones de las deseadas, donde mejor se maneja, como ha ocurrido recientemente ante Villarreal y Las Palmas.

Barcelona: el final del tiqui-taca

El Barcelona tampoco puede sacar pecho. Aunque su moral haya aumentado debido a la situación en la tabla, su juego deja mucho que desear y la esencia de los azulgranas ya se ha perdido irremediablemente. Con la humillación en París como cúspide de su decadencia, el equipo de Luis Enrique hace tiempo que dejó de dominar los partidos como venía haciéndolo durante los últimos años.

Es cierto que este proceso ha sido gradual y que la llegada del técnico asturiano propició la apuesta por un juego más directo y por aprovechar los espacios a la contra para que su tridente matara de modo implacable a su rival. Pero seguían controlando la posesión y permitiendo pocas llegadas a su portería. Pero poco a poco han ido vulgarizando su trato de balón hasta el límite de que el centro del campo parezca un ente aparte que no se relaciona con la armonía de marras con los tres puntas. Esto, entre otros aspectos, responde al mal estado de forma que lleva atravesando Busquets desde hace más de un año y a los recurrentes problemas físicos de Iniesta, que le impiden desenvolverse con constancia.

Otra de las causas del naufragio en la zona ancha es el pobre rendimiento de fichajes como André Gomes o Denis Suárez y el bajón físico experimentado por Rakitic. Pero sería injusto culpar al portugués y al gallego de la falta de contundencia del mediocampo barcelonista, ya que se trata de mediapuntas y nunca deberían actuar de pivote defensivo.

En el lateral derecho también existe un problema. Sergi Roberto empezó muy bien la temporada, pero ha terminado por doblegarse ante las exigencias que requiere esta posición; al fin y al cabo no es su posición natural. Arda Turan ha rendido mucho mejor cuando ha sustituido a Neymar que cuando se ha desempeñado en zonas más retrasadas. Y es que una de las razones por las que el turco salió del Atlético fue por dejar de sacrificarse tanto como le exigía Simeone.

Con este panorama, Messi se ha erigido más que nunca en el palé de salvador y ha decidido numerosos partidos él solo repartiendo asistencias, marcando goles o llevando las riendas del partido cuando era necesario. Luis Suárez ha mantenido intacto su olfato de gol y Neymar es siempre desequilibrante, esté en peor o mejor momento. Por lo tanto, el Barça se ha encomendado a los tres delanteros y ha sido menos Barça que nunca.

Es ahora cuando queda más claro que un jugador como Xavi es irrepetible y su pérdida ha cambiado en demasía la forma de jugar en ataque. A lo largo de esta temporada (y parte de la anterior) hemos visto cómo en muchas ocasiones el Barcelona tan solo ha sido de crear peligro jugando a la contra y cómo ha dejado de controlar los tiempos de partido. Ahora el rival lo tiene mucho más fácil a la hora de disputarle el balón y esto hace mucho daño al equipo de Luis Enrique. Se trata de un equipo que no está preparado para realizar una presión alta y conjuntada y cualquier rival es capaz de plantarse en su frontal del área con suma facilidad (como también le ocurre al Real Madrid).

Muchas veces son los defensas los que se ven en un duelo directo con los atacantes contrarios y a jugadores como Mascherano, Sergi Roberto o Mathieu se les ven las carencias. Al equipo se le hace un mundo recuperar balones y sufre cuando quien tiene enfrente tiene algo de criterio al mover el esférico. Además tiene muchos problemas al sacar la bola jugada desde atrás, sobre todo cuando los contrincantes aprietan esta salida. La excesiva parsimonia en esta lid, permite que los rivales se echen encima de sus jugadores y pierdan la posesión con facilidad.

Ejemplos como la mayor parte de la eliminatoria en Copa contra el Atlético o los choques ligueros en Balaídos, Anoeta, Villamarín y partes en Mestalla y Pizjuán dan buena cuenta de ello. Cuando los rivales se limitan a acumular efectivos en la frontal del área sin presionar al poseedor del balón y perseguir los desmarques el Barcelona se encuentra a sus anchas y suele gana con facilidad. Pero cuando ocurre justo lo contrario, los culés sufren mucho, quizás demasiado.

Sevilla: el inesperado tercero en discordia

Desde los inicios ligueros se podía prever que no se iban a alcanzar las cotas tan altas de otros años en cuanto a puntos se refiere. Los dos grandes ya no van tan sobrados como antaño y sufren en gran parte de sus encuentros para batir a sus rivales. Y el Sevilla se ha afianzado en la competición doméstica siguiéndoles el ritmo. De hecho, de no haber sido por la injusta expulsión que sufrió en el primer minuto en Cornellá El Prat, es posible que los de Sampaoli lideraran en estos momentos la clasificación (teniendo en cuenta el choque pendiente entre Celta y Real Madrid).

El conjunto hispalense se ha convertido en un equipo muy regular y fiable que también ha contado con momentos afortunados en las postrimerías de varias jornadas. Pero en general se muestra muy fuerte, sobre todo en el control de los partidos. Con Nasri y N’Zonzi como ejes sobre los que gira la posesión sosegada del equipo y con Vitolo y sus laterales (Escudero y Mariano normalmente) como puntas de lanza con las que percutir de manera más explosiva y profunda. Además, cuenta con una plantilla amplia en la que jugadores como Sarabia, Iborra o Correa cobran gran protagonismo saliendo desde el banquillo.

Tal es la panoplia de jugadores que ofrecen un alto rendimiento, que el técnico argentino está prescindiendo de jugadores de calidad como Vietto, Ganso o Kiyotake. Al ex seleccionador de Chile le costó encontrar un once tipo con el que afrontar los momentos cruciales. A sus continuos cambios de sistema, para adaptarse a lo que exige el rival o las circunstancias de un partido, se unen las rotaciones y las apuestas por unas u otras herramientas. El caso del delantero es el ejemplo por antonomasia: Vietto tuvo mucho peso al principio, pero ha ido desapareciendo gradualmente; luego Ben Yedder ha tenido sus tardes de gloria y finalmente parece que Jovetic es quien se ha asentado en el puesto de 9 en los últimos tiempos.

La apuesta ofensiva del cuerpo técnico sevillista ha provocado algunos desajustes defensivos, sobre todo en el primer tramo de campaña. Hasta que el equipo se ha compenetrado y ha sabido cómo realizar la presión alta que pide su entrenador han transcurrido alrededor de una docena de partidos. De hecho, en las últimas jornadas se muestra mucho más seguro que en el resto de la temporada. Si Sampaoli consigue coordinar esta sobriedad defensiva con el ataque posicional que tan buenos frutos le está dando, el Sevilla tendrá opciones hasta el final.

El mayor hándicap que tienen por delante es que deberán visitar Calderón, Camp Nou, Mestalla y Bernabéu. Escollos que se antojan muy complicados de superar, pero que el conjunto de Nervión ha demostrado estar preparado para lograrlo, ya que hoy en día es capaz de competir de tú a tú contra cualquier equipo. A aquel Atlético de la 2013/2014 nadie le tomaba en serio y quizás este Sevilla pueda beneficiarse del mismo componente de subestimación.

Llegados al último tercio de liga, son tres los candidatos a conquistar el título. Además, todo indica que todos ellos cederán más puntos: Madrid y Barça porque no están en un buen momento y Sevilla por su bisoñez en estas situaciones. Por lo tanto, aunque alguno de ellos pinche en las jornadas más próximas, no deberá perder la fe porque la carrera será larga y volverán a tener oportunidades de reengancharse. Habrá duelos directos entre los contendientes y estos marcarán la pauta, pero en un par de jornadas se podrán recuperar las ventajas perdidas o perder las distancias adquiridas. El Sevilla tiene la oportunidad de asaltar el trono del Barcelona en una temporada en la que el Madrid parecía tenerlo todo de cara. Deberá aprovechar uno de los peores momentos de las dos superpotencias futbolísticas de forma simultánea.