Conforme pasa el tiempo, las mujeres brillamos cada vez más en áreas que antes se consideraban exclusivas para “hombres”. Por cuestiones religiosas, políticas y culturales, las mujeres hemos sido consideradas como inferiores a los hombres, por años se nos limitó por mucho tiempo a cumplir únicamente roles domésticos y a mandar a dormir todo el potencial femenino. Pero gracias a que siempre hubo mujeres que no estaban dispuestas a verse limitadas y soportar discriminaciones, ahora muchas de nosotras gozamos de una sociedad más equitativa. Sería maravilloso que esto fuera una realidad para todas las mujeres del mundo, pero tristemente no lo es: hay mucho por trabajar.

En los países donde hay una participación más equitativa de las mujeres en la sociedad, hay grandes beneficios. Solo basta analizar las cifras que publica año tras año el Banco Mundial sobre el trabajo femenino para darse cuenta de ello: con la participación de las mujeres en la sociedad, mejora la calidad de vida de las familias y de las comunidades. Por ello, es importante que se implementen políticas que promuevan la equidad de género, la educación y el desarrollo profesional de las mujeres, empoderarlas para que haya una mayor participación en todos los sectores de la sociedad y trabajar por la igualdad de oportunidades, de integración y no discriminación.

Individualmente, también tenemos mucho que trabajar. Cada una de nosotras debemos tomar conciencia de nuestra individualidad y tomar las riendas de nuestras vidas. Esa, básicamente, es la definición de “empoderamiento femenino”. Para el Banco Mundial, el “empoderamiento” es “la libertad de elección y acción (…) Así pues, el empoderamiento se define como la expansión de los recursos y capacidades”. Muchas mujeres ahora son el sustento de su hogar, se hacen cargo de ellas y de sus familias o trabajan a la par de sus cónyuges para tener una mejor calidad de vida. Su meta es vivir mejor y sentirse bien. Todas tenemos el potencial de lograr las metas que nos propongamos de acuerdo a nuestras circunstancias, todas podemos llegar a donde nosotras queramos.

Ejemplos de lo que es el empoderamiento femenino hay muchos. Basta con leer los noticiarios y ver los logros de mujeres como Angela Merkel, canciller de Alemania; Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos; Dilma Rousseff, presidenta de Brasil; Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional; Hillary Clinton, ex secretaria de Estado de Estados Unidos; ellas son sólo algunas de las mujeres más poderosas del mundo (según datos de la revista Forbes). Si leemos sus biografías nos daremos cuenta de que el camino que recorrieron para llegar no fue nada fácil, tuvieron todo tipo de obstáculos, pero ahora están moviendo al mundo.

Ellas pudieron, tú puedes, yo puedo…