España acaba de comenzar el que quizá sea el año electoral más importante desde la llamada 'Transición Democrática' de los años setenta. Serán cuatro citas electorales que darán el pistoletazo de salida a un cambio en la escena política que parece ya inevitable. Cuatro fechas que van a delimitar el devenir del país en los próximos años y a las que la Unión Europea mira con mucha atención.

Y es que el escenario político en España ha cambiado radicalmente en los últimos dos años, los más crudos de la crisis económica. El surgimiento y la consolidación de nuevos partidos políticos, tanto a la derecha como a la izquierda, amenaza con romper el bipartidismo de las organizaciones políticas clásicas, las que protagonizaron una transición democrática que las nuevas generaciones ven muy lejana y de la que muchos incluso reniegan. Y también dentro de los partidos tradicionales se ha iniciado un cambio generacional, con nuevos actores.

La primera de esas citas, las elecciones al Parlamento de Andalucía -una comunidad autónoma que acumula más de un 33% de desempleo-, se ha celebrado el pasado 22 de marzo y ha convertido a dos nuevos partidos, Podemos y Ciudadanos, en un vendaval político. Podemos se ha consolidado desde su fundación en 2014 como la mayor sorpresa política de los últimos 40 años y una fuerza arrolladora desde la izquierda, con propuestas contrarias a la austeridad marcada por la Unión Europea. Ciudadanos, a pesar de contar con nueve años de andadura en Cataluña, se presenta por primera vez en el resto de España, con una posición más moderada, pero con una forma de hacer política muy innovadora que está calando en la sociedad. Y ambos partidos han entrado con fuerza en el parlamento andaluz, el primero con 15 escaños y el segundo con 9. El histórico Partido Socialista ha ganado las elecciones resistiendo el envite, pero el Partido Popular, que gobierna en España, ha experimentado una debacle en número de votos y escaños.

La clave: las elecciones autonómicas

La siguiente cita serán las Elecciones Autonómicas y Municipales del 24 de mayo, la verdadera prueba de fuego para los partidos. La que decidirá si la tendencia reflejada en los comicios andaluces se traslada finalmente al resto del país. Vistos los datos del primer test de las urnas, parece que la crisis pasará factura irremediablemente al partido del presidente Mariano Rajoy, que ha comandado una travesía económica realmente dura con medidas de recorte social muy impopulares. Un Partido Popular acorralado además por los casos de corrupción al que, entre cosas cosas, se le acusa de financiación ilegal durante casi dos décadas. Pero las últimas encuestas tampoco vaticinan un buen resultado para los socialistas, dirigidos por un político de nueva hornada, Pedro Sánchez, que lucha sus propias guerras internas por el control de la organización. Un partido que tampoco se libra de las imputaciones judiciales.

Precisamente la corrupción ha marcado el discurso político español desde hace varios años y los recién llegados Podemos y Ciudadanos han hecho de la lucha contra los corruptos la bandera de su programa electoral. No sin polémica: en el caso de Podemos, su vinculación ideológica -y se denuncia que también económica- con el régimen de Maduro en Venezuela está levantando sospechas sobre la formación.

Las autonómicas y municipales darán una lectura precisa de lo que puede pasar en las siguientes elecciones del año, las generales, que se celebrarán previsiblemente en noviembre. España se prepara para iniciar la décimo primera legislatura del actual período democrático y la alternancia en el poder entre populares y socialistas de las últimas décadas puede tener los días contados.

Y antes de eso, el 27 de septiembre, los catalanes votarán en sus propias elecciones autonómicas -se celebran de forma separada-, una cita que pretende desbloquear el proceso soberanista que Cataluña inició hace poco más de un año. Unos comicios que pueden empujar a los partidos independentistas a convocar un proceso de consulta similar al escocés, que el Gobierno del Partido Popular considera un desafío a la unidad del país.

Con todo esto, es en este año 2015 cuando se inicia lo que muchos han venido a llamar 'la segunda transición'. Una travesía por el desierto marcada por un 24% de desempleo, casi la mitad de los jóvenes en paro, una emigración de profesionales cada vez más sangrante y una brecha que se agranda a pasos agigantados entre la ciudadanía y las instituciones públicas. Es el año que lo puede cambiar todo en España.