Vamos a viajar por la historia para centrarnos en la Segunda Guerra Mundial. Muchos españoles fueron deportados a Europa tras acabar la Guerra Civil española. Todo esto es lo que nos cuenta desde la red social twitter Antonio Hernández Marín, carabinero de la Guerra Civil española, deportado a Francia y prisionero en el campo de concentración de Mauthausen.

Antonio vive en 1945 desde su perfil de twitter. Gracias a su astucia y fuerza interior ha conseguido narrar lo que vivió en el campo desde el año 1941. A través de sus ojos y de la escritura de sus tuits, descubrimos cómo llegaron a Mauthausen 9.300 españoles y cómo les transportaban como si fueran animales, apiñados en camiones, con el aire viciado por la orina, las heces y la escasa ventilación.

Nuestro protagonista, junto con su amigo Cebrián y muchos otros, llegó a Mauthausen para vivir en barracas. Eran sometidos a trabajos forzosos en las canteras del centro, construyeron sin saberlo cámaras de gas y comían diariamente una sopa sucia de agua y nabos y un mísero trozo de pan. Los nazis sabían cómo tratarles para conseguir que Los últimos españoles de Mauthausen se desmoralizaran y se suicidaran tirándose a la alambrada eléctrica.

Aunque muchos otros no llegaban a ese extremo porque no hacía falta. Los oficiales de las SS e incluso los kapos se encargaban de despeñar a seres humanos, atizarles con porras y hasta con sus propias manos y piernas a base de puñetazos salvajes. Otras veces, se “conformaban” con hacerles bailar y saltar de manera ridícula por simple divertimento.

También les obligaban a hacer filas y cuadrarse ante los oficiales que les miraban con desprecio. Lo prioritario era evitar que se fijaran en ti, había que pasar desapercibido y conseguir mantenerse en la fila. La selección no era buena, podría traerles fatales consecuencias.

Antonio Hernández lo narra tal cual en su perfil de twitter y su amigo Cebrián hace lo mismo desde Gusen, un campo de concentración todavía más sangriento.

Los prisioneros evitaban hasta la enfermería donde eran tratados como cobayas humanas. Les hacían tragar papillas extrañas y les inyectaban gasolina en el corazón. Y así sucesivamente durante cinco largos años.

Fueron 9.300 españoles los que sufrieron a los nazis en Mauthausen. De ellos murieron 5.500. Una historia real y una idea que parte del periodista Carlos Hernández de Miguel. Su tío Antonio es el protagonista del perfil @deportado4443 y su amigo Cebrián hace lo propio desde @deportado4442.

Antonio Hernández es uno de esos hombres que vivió el horror y se marchó sin que nadie recuperara su memoria. Ahora, su sobrino Carlos sacó a la luz la historia de los españoles olvidados en Mauthausen.

Seguro que su tío Antonio y Cebrián están admirando esta gran idea de recuperar su memoria en forma de libro y también en forma de perfiles de twitter para llegar a las nuevas generaciones, esas que deberían conocer mejor que nadie la historia para evitar que se vuelva a repetir.

Los últimos españoles de Mauthausen es realidad sin exageraciones ni sensacionalismos. La historia de nuestros abuelos, que huyeron de la guerra en su país y se encontraron prisioneros de otra, sin tener oportunidad de volver atrás, viviendo lejos de sus campos, de sus amigos y de sus familiares.