Nuestro universo es complejo, esta es una verdad que nadie desconoce. Podríamos además afirmar que el nivel de complejidad aumenta con nuestra presencia activa e intervención directa en el mundo y el estado de las cosas. Por el momento no hemos dicho nada nuevo, pero el tema se hace interesante cuando consideramos los márgenes de casualidad a los cuales nos exponemos y, en relación a estos, afirmo que están aumentando a pesar de nuestro conocimiento, tecnología e ilusoria capacidad de entender y controlar la realidad en que vivimos.

Leyendo sobre las conclusiones del Cop21, una de las decisiones adoptadas fue reducir el calentamiento global en al menos 1.5 grados Celsius, como si en algún lugar la naturaleza nos ofreciera un termostato con el cual regular la temperatura. En realidad, todos sabemos que no es así y lo que se entiende decir es que todos los países firmantes se comprometen a reducir los gases de invernadero en modo tal que las proyecciones sobre el aumento de la temperatura sean reducidas del 1.5 grados. Esto implicaría una reducción de la emisión de gases invernadero equivalente a millones de toneladas de dióxido de carbono y en este sentido el compromiso es “aparentemente controlable”.

Lo que no es controlable y nadie lo dice abiertamente es que nuestros modelos sobre el calentamiento global sean realmente válidos y aquí tenemos un aspecto que no podemos ignorar. El clima es un fenómeno influenciable por miles de variables, como las corrientes marinas, los vientos, la humedad y una interacción ilimitada entre todos estos factores y muchos otros, que en realidad no podemos imaginar. Por estos motivos, podríamos denominar el clima como un sistema abierto, donde la cantidad de variables relevantes es superior a la cantidad de factores modelados y donde el margen de sorpresa puede ser determinante. La asociación directa entre gases de invernaderos y temperatura existe, pero el modo en que se manifiesta está determinado por una serie de otros factores que desconocemos y desgraciadamente no podemos ignorar.

Pero esto concierne muchos otros aspectos de nuestra vida: la alimentación, el ambiente en general, las enfermedades, procesos sociales y económicos. Por ejemplo, los dineros invertidos por los fondos de pensión que son miles de millones de dólares, pueden devaluarse, como también ganar valor, ya que están vinculados a títulos de bolsa u obligaciones. Si uno consulta los periódicos, sin ser un experto, rápidamente descubre que los precios suben y bajan y que todos hablan de tendencias y tratan de anticipar los movimientos sin poder hacerlo con certeza, ya que las causas detrás de las fluctuaciones son incontrolables. Una sequía en Florida haría subir el precio de las naranjas y esto podría ser favorable para Valencia o Chile, donde se producen cítricos. Pero el aumento de la producción en mercados alternativos podría superar la reducción y hacer bajar los precios del jugo de naranja y, ya que todas estas decisiones se toman separadamente la una de las otras, como en el tráfico y a pesar de todos los modelos que pretenden controlar el tráfico, a menudo nos encontramos en tacos, esperando por horas que el problema sea resuelto y nuestra capacidad de predecir el tráfico no es inferior a nuestra capacidad de anticipar ciertas fluctuaciones. Y por eso el riesgo de perder parte de nuestra jubilación es más que real. Además, a todo esto tenemos que agregar la irracionalidad de los operadores, que en el contexto del tráfico equivale a un conducente bajo la influencia del sueño o el alcohol, que rápidamente podría determinar un evento imprevisto que afectaría a todos.

Hoy día, en las redes sociales ocurren una serie de fenómenos que nadie puede anticipar. Algunas cosas, que hasta ayer eran completamente desconocidas, hoy día están en la boca de millones de personas y así es día tras día con una volatilidad que sorprende. Y esto no es más que el reflejo de las casualidades que se suman a otras casualidades, causando cambios incontrolables. Pero todos lo reconocemos y lo aceptamos, pero esta misma tipología de fenómenos, la encontramos en otros aspectos de nuestra vida, donde en vez negamos la existencia de un margen considerable de casualidad y la razón de esto es muy simple, la casualidad a pesar de ser omnipresente y de determinar en gran parte nuestra existencia personal, social, financiaría, sentimental y de salud, es la bestia negra que todos negamos, pretendiendo que nuestros expertos y modelos de análisis sean infalibles y esto es la más absurda de todas las ilusiones. El rey está completamente desnudo y nuestros expertos ignoran las causas de todos los problemas realmente importantes. Esta afirmación está basada en una banalidad, nuestros modelos de análisis y previsión del futuro se basan en datos del pasado, sin reconocer el salto mortal entre las observaciones del pasado y las posibilidades imprevistas del futuro.

Tiempo atrás, recibía llamadas de teléfono de algunos vendedores de títulos que me ofrecían grandes ganancias en poco tiempo si compraba opciones en oro, petróleo y otras comodidades y mi pregunta era siempre la misma: cuales son vuestras comisiones y por qué en vez de venderme los títulos con un margen de ganancia para vosotros del 1%, no lo compráis directamente estas opciones, si estáis tan seguros de ganar. La respuesta era siempre la misma, el silencio.

Ellos no eran expertos y no sabían con certeza como iban a aumentar los precios, pero sabían que si vendían grandes cantidades a ilusos sin criterio podrían controlar en parte el mercado, ya que con las opciones ellos saben la fecha en que se venderán. Desgraciadamente, ellos juegan con el dinero de los otros y nunca pierden personalmente.

Muchas empresas farmacéuticas hacen lo mismo con nuestra salud y nos presentan modelos simplicísimos para explicar la depresión o los miedos. Basta aumentar la serotonina en el cerebro o inhibir algunos receptores en la amígdala y después de muchos años vemos los tristes resultados. La prognosis de los deprimidos o con problemas de ansia, empeora en forma proporcional a la cantidad de psicofármacos consumidos y esto no tiene una relación directa con la gravedad de los síntomas, sino con la avidez de las casas farmacéuticas mismas y de los psiquíatras que administran el tratamiento.

Todos queremos creer en soluciones fáciles, pero queridos amigos, no lo olvidemos nunca, en nuestro universo existen infinitas posibilidades que otros factores, no considerados, sean la causa de nuestros males y esto es lo que comúnmente llamamos “casualidad”. Y por este motivo el verbo saber no puede ser conjugado independientemente del verbo desconocer o ignorar y en un sistema abierto con “infinitas variables” el universo de lo desconocido es por definición superior a lo conocido, obligándonos a la duda y también a la humildad.