No hay nada más actual que el brexit, la situación que viven millones de personas, tanto dentro como fuera del país. Pero, además, cada día que pasa, nos enseña cómo de catastrófico un referéndum puede llegar a ser, cayendo bajo nuestras cabezas como una guillotina. Aunque salir de los Estados miembros sea un derecho recogido en el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea, no puede ser la mejor opción.

En un artículo en el periódico El País, José Ignacio Torreblanca habla de que el público tendrá que decidir cuánto deberán pagar para vivir como hasta ahora o cuánto ganaran si existe un control en la migración.

El artículo dice:

El Reino Unido entró en la Unión Europea en 1973 aquejado de una profunda depresión económica, una sociedad dividida y completamente desorientado ante la pérdida de su posición en el mundo. Hoy, en 2016, 43 años más tarde, Reino Unido es un país vibrante, rico, dinámico, abierta, cosmopolita e influyente.

Ya en 1975 se celebró un referéndum sobre su permanencia en la Comunidad Económica Europea, precursora de la Unión Europea, con un resultado muy diferente. Ahora se celebró este referéndum del 23 de junio que hace temblar el suelo de Europa con un 52% de los votos a favor, frente a un 48% que abogó por la permanencia. ¿Sería lícito escuchar a ese porcentaje residual para cambiar el sentido de la convocatoria?

La independencia es una mala salida para resolver los problemas, algo parecido está ocurriendo en el País Vasco o en Cataluña, porque la desconexión es olvidar el mundo, las ideas y el conocimiento de otros países. Muchos periódicos y periodistas se hacen eco de la situación, y no solo ellos piensan lo mismo, porque un país es mejor si este comparte su cultura y si este es capaz de vivir en paz e igualdad. La sociedad debe ser consciente de los problemas en otros países, para poder contribuir y ayudar a la gente que tiene menos oportunidades.

El valor de la moneda está bajando y la situación está empeorando. ¿Cómo podremos permanecer en este camino? Nosotros tenemos que decidir nuestro propio futuro, lleno de oportunidades como hasta ahora. Pero el Reino Unido ha hablado con el brexit, haciendo una elección simple y contundente que, a pesar de las apariencias, puede ser denunciada como poco democrática.