Mínimos en la economía venezolana. El ejercicio económico 2016 registra los peores indicadores financieros de los últimos 40 años. Una evolución negativa que nace de las erradas políticas del ‘Socialismo del siglo XXI’ que consideraron que la persecución al sector privado y la nacionalización de todos los sectores económicos ayudarían a una independencia del imperio. No obstante, la incapacidad en la gestión, la corrupción y la destrucción del sistema productivo ha desencadenado en largas colas para acceder a los alimentos, escasez de productos básicos y devaluación de la moneda como síntomas de una economía enferma que roza la muerte absoluta.

Los venezolanos cierran el año con los efectos adversos de los cambios de la moneda. Una nueva devaluación escondida que sangra los bolsillos de los ciudadanos y merma su poder adquisitivo. No hay datos oficiales del impacto real de la inflación. Desde el Banco Central de Venezuela se han ocultado las cifras públicas, incumpliendo con la normativa establecida en el artículo 319 de la Constitución, donde se establece que: “el Banco Central de Venezuela rendirá informes periódicos sobre el comportamiento de las variables macroeconómicas del país y sobre los demás asuntos que se le soliciten e incluirá los análisis que permitan su evaluación”.

La incertidumbre hace que la única referencia sean las estimaciones realizadas por los organismos internacionales. El Fondo Monetario Internacional (FMI) calcula que los precios crecerán al menos un 500 por ciento este año, lo que le convierte en la tasa más alta de los últimos años, pero también de todo el mundo. Es decir, el valor de la moneda nacional cae a mayor velocidad y depreciación de los países más pobres de África o en estado de guerra. La crisis de la situación se puede valorar si se toma en consideración que los mercados estaban desesperados porque 2015 cerró con una inflación del 110 por ciento.

Aunque el gobierno de Venezuela ha argumentado que la crisis se debe a una “guerra económica” promovida desde Estados Unidos (haciendo un fallido paralelismo con el bloqueo de Cuba) y, posteriormente, al sabotaje del sector privado, los datos indican que la caída del PIB está vinculada directamente con tres aspectos: la caída en el valor del barril del petróleo, la ausencia de producción nacional (diversificada) y la fuga de capital que, en más de una ocasión, ha quedado demostrada su relación con cuentan millonarias en países extranjeros. De ahí que Venezuela esté entrando en una recesión de gran magnitud.

Mientras algunos países de la región crecían a una tasa de incluso dos dígitos, en la economía venezolana el PIB se desplomó un 3,9 por ciento durante 2014 y, sólo un año después, la tendencia se agravaba en un 5,9 por ciento. A la espera de datos oficiales, se estima que el actual ejercicio económico terminará con una caída del ocho por ciento, según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional. No obstante, se prevé que la cifra pueda ser incluso mayor debido a la incertidumbre política ante un estado que se ha negado a realizar un referéndum presidencial que está contemplado en la ley.

El 2016 será un año para olvidar en la economía venezolana, así como una prueba de cómo las políticas económicas desacertadas pueden condenar a “uno de los países más ricos del mundo” a una miseria ‘made in Socialismo del Siglo XXI’.