¿Un ejército de charros, alistados con todo y sombrero, formado especialmente para combatir a los nazis?

La idea parece escapada de una novela de ciencia ficción, aunque difícilmente haya un escritor dispuesto a crear una trama a partir de una premisa tan inverosímil. Lo cierto es que, por más increíble que parezca, ese ejército existió y llegó a contar con más de 100 mil voluntarios en sus filas. En 1942, mientras las fuerzas alemanas y las soviéticas se enfrentaban en la batalla de Stalingrado, el entonces presidente de la Asociación Nacional de Charros, Antolín Jiménez Gamas, llamó a organizar la Legión de Guerrilleros Mexicanos, una inesperada tropa ranchera que habría contado con el apoyo del presidente Manuel Ávila Camacho para disuadir al general Rommel y su célebre Wehrmacht de un posible ataque al país que incluye la palabra “guerra” en el primer verso de su himno nacional. El tal Antolín no era un improvisado en el arte de la estrategia militar: había peleado con Pancho Villa y, de acuerdo a su propia leyenda, voló más de un puente en defensa de la Revolución. Con el paso del tiempo, Antolín se convertiría en el abuelo del artista visual Fernando Llanos, quien de a poco descubriría que aquel hombre inquieto y arrogante guardaba otro misterio del que nunca nadie quiso hablar. Con el ojo puesto en ese misterio, la milicia de charros y el cruce del pasado nacional con el familiar, Llanos construyó el invalorable y singularísimo atractivo de Matria, película que con toda justicia acaba de obtener el premio al Mejor Documental Mexicano en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM).

Matria representa el debut cinematográfico de Llanos, incansable dibujante, videasta y activista cultural de quien todavía se recuerdan sus provocadoras intervenciones con video en los espacios públicos de distintos lugares del mundo, oculto bajo la identidad de un superhéroe urbano de inquebrantable fe artística (el proyecto Videoman). En la película, el artista viaja al pasado para recuperar la memoria de su abuelo, patriarca familiar de quien curiosamente nadie de los suyos se anima a ensayar un recuerdo que lo pinte en toda su extraordinaria dimensión. ¿Será porque varias veces resultó diputado electo por Oaxaca, estado en el que jamás había vivido, y en la mesa del hogar nunca se habla de política? ¿O porque, como descubre el nieto en su rol de investigador, Antolín fue un destacado maestro masón en tiempos de conspiraciones post-revolucionarias? Nada de eso. Los secretos mantienen vivas a las familias, y en la de Llanos hay uno que, de revelarse, podría acabar con la armonía tan bien sostenida durante décadas. A medida que el joven avanza en su búsqueda de papeles perdidos y prefigura el identikit del abuelo que apenas llegó a conocer, hasta su madre le pide que deje de meterse allí donde nadie lo llamó. A su manera, la película es la crónica de una desobediencia, y quizás por eso resulta tan atractiva. ¿Qué hizo Antolín en su momento, y por qué no hay quien se anime a hablar de ello? ¿El presente padece las consecuencias de ese enigma? ¿Y qué tiene para decir ese misterio sobre la honestidad de las personas que, contra viento y marea, supieron reconstruir un país?

Tal vez la principal enseñanza que deja Matria sea el valor de mostrar y animarse a entender a las personas tal cual son, sin la mitificación que a veces parece tan necesaria para que el pasado adopte un brillo digno de la pedagogía escolar. Con su aire de thriller de la intimidad, la película sugiere que ese falso brillo le otorga a la relación con el país (y con la familia) un matiz tramposo, en el que el idealismo se yergue como una muralla de sueños que no permite ver la realidad. Quizás el mundo ideal sea bastante más agradable que aquel en el que un abuelo demuestra que está muy lejos de ser el que todos hubieran querido que fuera, pero son precisamente los actos injustificables los que permiten los mejores retratos de los pequeños grandes héroes. ¿Qué hubiera pasado si Rommel y su Wehrmacht se hubieran propuesto desembarcar en México? Muy probablemente, parte de la defensa nacional se le habría encomendado a un tipo tan ambigüo, extraño y oscuro como el buen Antolín. Hubiéramos estado en sus manos. Que de algún modo sigamos en manos de lo que él representa dice mucho de la importancia de Matria.

Charros contra Nazis from Fernando Llanos on Vimeo.

Créditos:
Las fotografías de la grabación son de Jimena Orozco, los stills de video de Carlos Hidalgo y los instagrams de Fernando Llanos.