Creo que ya es hora de decirlo, aunque no les guste a ciertas personas: la saga Crepúsculo ha hecho mucho daño. Estamos de acuerdo en que la obra ideada por Stephenie Meyer consiguió que un ejército de adolescentes, y no tan adolescentes, comprasen estos libros y los devorasen en muy poco tiempo, pero no podemos negar todo el mal que provocaron a la figura del vampiro.

Entiendo que a la hora de plantear un personaje de ficción, y más si se trata de uno de corte fantástico, se puedan tomar ciertas licencias creativas, como por ejemplo el tema de la vulnerabilidad hacia el Sol. En diversos libros y películas esto se ha tratado de distintas maneras: en unos casos les debilita y en otros directamente los mata. Pero lo nunca visto era que hiciese brillar su piel como si fuese un diamante. Otra de las ideas peregrinas surgidas de la pluma de Meyer es que el vampirismo les potenciaba una cualidad que, aunque ya poseían, tenían limitada por la condición humana. Así algunos leen la mente, otros ven el futuro o incluso controlan las emociones de otras personas.

Muchos defienden Crepúsculo argumentando que el tema vampírico no es más que un pretexto para contar una historia de amor imposible, los Romeo y Julieta de la edad moderna. A estas personas hay que recordarles que las historias de amor imposible son las más antiguas que se recuerdan. De hecho en 1897 Bram Stoker escribió una historia de amor con vampiros de por medio, Drácula. Por lo tanto no es un argumento válido.

En cuanto al hecho de traernos esta trama a nuestros días, considero que hay historias mejores como Déjame Entrar, publicada en 2004 por John Ajvide Lindqvist. Lamentablemente pienso que, el que fuese mucho más cruda que Crepúsculo ocasionó que no gozase del mismo éxito, pese a que la historia de amor deja a años luz el best-seller de Meyer.

Déjame Entrar nos cuenta la historia de Oskar, un chico aterrorizado por sus compañeros de clase y que busca un amigo. Una noche conoce a Eli, su nueva vecina, una niña que solo sale de noche y que parece no sentir frio. Poco a poco se irán conociendo y Oskar descubrirá que bajo la inocencia de Ely se esconde un depredador que necesita sangre para sobrevivir. Juntos vivirán una auténtica historia de amor inocente. Además, se darán cuenta de que no tienen a nadie más en el mundo.

A pesar de que el amor entre dos niños es el tema protagonista, hay otros más oscuros. Por un lado el acoso que sufre Oskar en el colegio, situación que no mejora en casa ya que la figura de sus padres, divorciados, está muy desdibujada y le dejan casi como un huérfano. También se trata, de manera muy gráfica, el fenómeno de la pederastia con el personaje que se encarga de cuidar de Ely.

En definitiva, no es una novela fácil pero si os gustó Crepúsculo por los vampiros y la historia de amor, os invito a disfrutar de Déjame Entrar: nada volverá a ser igual.