Sean Noonan desafía la fusión del jazz, punk, rock, música africana, folclore irlandés y electrónica combinándola con su batería y voz narradora de increíbles historias. Leyendas, cuentos y mitos recopilados durante sus viajes alrededor del mundo y convertidos en piezas musicales únicas y transgresoras. Ahora, tras grabar 19 álbumes y actuar en cientos de escenarios de más de una docena de países, Sean Noonan nos presenta su último trabajo Memorable Sticks (Palos Memorables). Un álbum donde se relatan misteriosas leyendas de tradición polaca y sudafricana acompañadas del ritmo de un trío electrónico y base de jazz.

Los fantasmas de Memorable Sticks

Con Memorable Sticks, “Palos Memorables” o “Wiekopomna Laska” en polaco, Sean Noonan vuelve a sorprender por su originalidad. Al tiempo que toca la batería, nos narra la leyenda de un mágico palo, una historia que conoció en uno de sus viajes a la zona de las minas de sal de Wielicka, en Polonia. “Wiekopomna Laska es un símbolo de poder. El jefe de los mineros posee este palo mágico que al colocarlo en las paredes trae al presente sonidos de siglos pasados: conversaciones, canciones, el paso de los caballos… El palo se usa para despertar a los espíritus protectores de la mina”, nos cuenta Sean.

Entre los espectros subterráneos esta la canción a Skarbnik, un espíritu que guía y protege a los mineros en la búsqueda de “Hidden Treasures”, “Tesoros Escondidos”. También ronda los túneles el fantasma de una joven llamada “White Lady Bieliczka”, “La Dama Blanca Bieliczka”. “Este espectro se enamora de uno de los mineros y quiere volver a la vida, convertirse en humana. Para ello necesita que alguien la ayude y la saque a la superficie”, nos explica Sean sin dejar de escavar más allá hasta tierras sudafricanas, a las que dedica temas como “Nangadef”, una canción de alabanza al Rey Zulú Shaka.

Sean en la batería, Jhonny Richards en el piano y Michael Bardon en el bajo completan Pavees Electric Trio. Sus sonidos eléctrico épicos ambientan este mundo de fascinantes historias. “La música tiene influencia de compositores polacos y del jazz neoyorquino. En este álbum vuelvo a tocar con un pianista, algo que no hacía desde mis comienzos. Son sonidos bastante acústicos con base de jazz”, aclara Sean.

El Batería: de los Teleñecos al punk

Meorable Sticks es tan solo una muestra de los numerosos y polifacéticos proyectos que Sean tiene entre manos. Culminaciones de una trayectoria que comenzó viendo los Teleñecos por televisión. “Cuando tenía 8 años conocí a Animal, el batería de los Teleñecos, y me encantó. Él fue mi primera inspiración. A los 10 años ya tocaba la batería. Después de graduarme fui a la Escuela de Música de Boston. Mi familia no me apoyaba demasiado, pero acabé convenciéndolos y empecé a estudiar música más en serio”, recuerda Sean.

Durante sus años universitarios también trabajó en un teatro musical en Florida. Una experiencia que años más tarde adquiría un mayor sentido. “Durante medio año trabajé en un teatro y allí aprendí como actuar en el escenario, cómo entretener a la audiencia y perdí el miedo escénico. Cosas que más tarde me ayudaron mucho, cuando decidí contar historias en mis actuaciones”. Después vino Nueva York, donde Sean crearía su primera banda de punk-jazz, The Hoobs. “Fue al final de mis estudios cuando conocí a los chicos en 1999. Queríamos crear nuestra propia música original. En aquel momento no componía música, estaba más enfocado en la batería. Pero fue a partir de ahí cuando empecé a plantearme componer”.

El compositor: un accidente fue la salvación

Tras cuatro años con The Hoob, durante los cuales también tocó en un dúo eclético con el guitarrista Aram Bajakian, Sean sufrió un accidente de coche en Italia que le cambio la vida. “Recuerdo que cuando estaba en coma vi a un hombre que me decía que no había terminado conmigo, que tenía que volver. Así que cuando desperté me di cuenta de que tenía una segunda oportunidad para realmente disfrutar de la vida, y decidí no preocuparme y estresarme demasiado como hacía antes. La música fue mi salvación. De hecho, tengo una canción llamada `Salvation´”.

Fue entonces cuando Sean dio un giro a su carrera musical. “Empecé a escuchar música dentro de mi cabeza, muchos tipos de sonidos, y eso me hizo tomar la determinación de estudiar composición. Dejé de tocar la batería y jazz por completo y me centré exclusivamente en hacer un Master en Composición en la Universidad de Queens. Quería saber cómo pensaban los compositores clásicos cuando escribían sus piezas, estudie a los grandes: Mozart, Beethoven, Stravinski… No pretendía hacer música clásica, pero quería conseguir un sonido más sofisticado en mis composiciones”.

El encuentro de las raíces y el reto a la fusión

Por aquel entonces, en 2005, Sean recibió un premio del Foro Americano de Compositores (American Composers Forum) por su trabajo Wandering Folk, (“Folclore Errante”). Esta teoría musical consiste en una reinterpretación del folclore tradicional de diferentes culturas desde una perspectiva moderna. Esta idea fue la que impulsó a Sean a viajar en busca de estas raíces musicales. “Quería desarrollar este concepto, por eso fui a Mali, África. Allí la gente actúa para el rey, tocan en funerales y cumpleaños de los nobles. A través de esta experiencia pude entender mejor cómo este folclore musical va pasando oralmente de generación en generación desde hace cientos de años. Lo que quería era tomar prestado algunos aspectos del folclore musical y hacer algo nuevo. Así que me dedique a recopilar música de todo el mundo, reuní canciones de cuna de Indonesia, Rusia y muchos otros lugares. Quería saber todo acerca de las nanas, especialmente de aquellas que están fuera de lo convencional, quería rescatarlas antes de que se olvidaran o se perdieran”.

El resultado de esta búsqueda culmino en un proyecto titulado “Brew by Noon“, (“Elaborado por el Mediodía“) que dio a luz cinco álbumes diferentes entre 2006 y 2011. “El nombre de este proyecto esconde un concepto filosófico. Es como si yo fuera un chef y fuera añadiendo diferentes ingredientes, elaborando algo único y especial. Los ingredientes son ritmos e historias del oeste africano y celta, jazz, punk, rock y percusión. Celta porque mi familia proviene de Irlanda y también es parte de mis orígenes, y la otra mezcla musical porque soy un americano neoyorquino, es de donde vengo, mis raíces como músico”.

Para llevar a cabo este proyecto Sean reunió a artistas de distintas nacionalidades y estilos musicales. Conseguir armonizar tal diversidad musical y personalidades dispares supuso todo un reto del que Sean supo sacar lo mejor. “Había un guitarrista judío, otro armenio, un cantante irlandés, músicos de Senegal, Guinea, Mali, un bajo de Filadelfia… A veces, hacer que tocaran juntos y guiarlos para conseguir las piezas musicales que proponía era bastante complicado. Había resistencia, es lo que pasa cuando sacas a alguien de su forma de tocar, de lo que son expertos, e intentas que abran sus mentes a otros conceptos y exploren. Pero mi objetivo era hacer algo nuevo, original, algo que nunca se había escuchado antes. Al final lo conseguimos a través de un esfuerzo colaborador, lo llame `creación comunal´. Creo que la música es algo que une a la gente, es algo que puedes usar como herramienta de expresión”.

Del cuentacuentos al cuarteto de cuerdas

“Después de realizar este proyecto, me di cuenta de que había creado un monstruo porque no podía ir de gira con todos estos músicos. Aunque hicimos alguna gira por diferentes países, era muy difícil organizar a todos: algunos no tenían visado, otros simplemente no podían ir en ciertas fechas. Entonces pensé que podía contar todas esas historias yo mismo”. De esta forma Sean descubrió una nueva faceta con la hacer viajar al público a otros lugares, mundos y dimensiones. Sin embargo, como en todo, el comienzo requirió de esfuerzo y valentía. “Al principio me sentía muy inseguro, no sabía cómo hacerlo ya que la voz es otro instrumento. Pero recordaba mi experiencia en el teatro musical, cómo el director me hacía leer monólogos, vestirme de mujer o bailar sobre el escenario y lo cómodo que me sentía actuando. Esto me ayudó mucho, aunque he tenido que crear mi propio estilo”.

Tras su primera interpretación como cuentacuentos, batería y compositor en su álbum Set the Hammer Free, (“Libera el Martillo”) parte del proyecto “Brew by Noon”, Sean decidió enfocarse en otros retos musicales. “Quería concentrarme en escribir música y así fue como empecé con el proyecto del Cuarteto de Cuerdas. La idea era hacer algo nuevo. En la batería tienes cuatro percusiones que puedes tocar independientemente con los dos brazos y las dos piernas. En el cuarto también hay cuatro voces, tienes el chelo, la viola y los violines. Entonces, lo que quería era el cuarteto se articulará como una extensión de batería. Pero hay que tener mucho cuidado en la entonación y la articulación. El cuarteto es un organismo vivo, cuando lo escuchas no son cuatro músicos, son una sola persona. Este era el objetivo”.

Así una vez más Sean consiguió sorprender a la audiencia en su álbum A Gambler´s Hand, (“Una mano de cartas”), donde el cuarteto de cuerdas se integra con la batería para ambientar al cuentacuentos. Las cuerdas volvería a aparecer en otro de sus álbumes, In the Ring, (“En el Ring”), parte de una trilogía que contiene un solo de batería en “Bruise by Noon”, (“Amoratado por el Mediodía”), o la fusión del jazz, funk y punk en “There´s Always the Night”, (“Siempre nos quedará la noche). Estos son solo algunos ejemplos de una obra incompleta donde cualquier cosa puede ocurrir. Una trayectoria llena de innovadoras iniciativas, experimentación y fusión musical, encuentros y colaboraciones artísticas, viajes y descubrimientos, despertares de tradiciones y folclores, y ante todo mucha originalidad y autenticidad. Tal y como Sean dice, “Soy como un chef que cocina desde el corazón para que luego disfrutes de una comida con alma”.

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