El 9 de enero de 1768, Phillip Astley pone un techo sobre el área donde realizaba espectáculos ecuestres en Londres, dándose cuenta de que si realizaba un recorrido alrededor de una pista circular estrecha, la fuerza centrífuga le ayudaba a realizar acrobacias sobre el lomo de su caballo. Contrató a otros jinetes, a un payaso y a un músico e inició así el espectáculo circense que todos conocemos.

Históricamente ya existían espectáculos similares en varias partes del mundo. La práctica de la acrobacia se remonta a la cultura mesopotámica, hace más de 3000 años. También hay registro de que existía acrobacia en China, hace más de 2000 años. En Roma se acuña el término circo, nombrando así a los espectáculos públicos, especialmente carreras de carros y caballos, pero también ahí se daban las batallas a vida o muerte entre hombres y animales.

Ya en el siglo XIX se añaden los muy difundidos en Europa Freaks Shows («espectáculos de fenómenos»), que consistían en mostrar a personas con diferentes características físicas inusuales (enanismo, gigantismo, obesidad, hirsutismo, amputaciones, siameses, malformaciones óseas, etc.), también se incluyen aquí “rarezas exóticas” como indígenas de lugares remotos, y concubinas extranjeras de extraordinaria belleza. También se añaden espectáculos en donde se integran animales entrenados, además de caballos, como perros, leones, tigres, osos, canguros, elefantes, y hasta pulgas.

Uno de los personajes freaks más famosos de la historia de estos circos es Joseph Merrick (5 de agosto de 1862 – 11 de abril de 1890, Inglaterra), conocido como El Hombre Elefante, un ser humano extraordinario caracterizado por sus malformaciones, padecimiento que sufrió desde que tenía año y medio. Su enfermedad se llama Síndrome de Proteus, siendo él uno de los casos más graves analizados hasta el momento. Cuando él cumple 11 años de edad, muere su madre, que era la única persona que le ofrecía apoyo moral ante sus problemas de salud, desde entonces empieza una vida de sufrimientos caracterizada por las constantes burlas y el regenteo de empresarios que se ganaban la vida a través de exhibirlo desnudo en circos y espectáculos, comenzando en 1883.

Otro caso de crueldad similar es el cometido contra Julia Pastrana (Sinaloa, México 1834 – 25 de marzo de 1860, Rusia), mujer que padeció hipertricosis, haciéndola tener el rostro y el cuerpo lleno de pelo oscuro y lacio, además de tener algunas deformidades craneales. En 1854 empieza su vida en el espectáculo, al encontrarse un manager que la llevó a Estados Unidos, viajando luego a Europa.

En ambos casos (Merrick y Pastrana), los espectáculos de freaks eran constantemente clausurados por inmorales, pero los empresarios dueños del espectáculo y sus rarezas veían la forma de hacer funciones ocultas o moverse de ciudad en ciudad, para seguirse lucrando con la exhibición de estas personas.

Julia Pastrana fungió además como un tipo de socialité, pero siempre bajo el manejo de su manager, con quien finalmente se casó en 1857. En 1860 da a luz a un bebé con características similares a las suyas, bebé que murió a las 35 horas de nacido, mientras que Julia murió por complicaciones posparto cinco días después. Sus restos tuvieron la misma suerte que ella mientras estaba viva, fueron vendiéndose y comprándose alrededor del mundo entre coleccionistas, circos, museos y científicos. Durante esta travesía los restos del bebé fueron mutilados por vándalos, y otras partes comidas por ratones, los de Julia siguieron viajando hasta que el 7 de febrero del 2013, Noruega regresó a las autoridades mexicanas los restos de Julia, siendo finalmente sepultada en Sinaloa el 13 de febrero del mismo año. Dándole fin así a una vida de sufrimiento.

Y qué decir del maltrato cruel y despiadado hacia los animales para entrenarlos en obediencia. Diversos ejemplares salvajes de fauna mayor son atrapados o comprados en el mercado negro para hacerlos vivir en condiciones totalmente diferentes a sus entornos naturales, haciéndolos viajar a través de diferentes climas, en jaulas minúsculas, soportando sed y hambre hasta detenerse en alguna escala, aunado a esas circunstancias se les somete a diversos maltratos para que adopten posiciones antinaturales y aprendan alguna rutina física totalmente ajena a su naturaleza, maltratos que poco a poco van degradando su esencia orillándolos a adoptar comportamientos que reflejan su gran ansiedad y tristeza, como dar vueltas en su jaula de forma desesperada, o autoinflingirse heridas, terminando, en ciertos casos, en un ataque a sus entrenadores, al público o escapando violentamente.

En la actualidad ya no existen los Freaks Shows y se está legislando para prohibir los circos con animales en más países, pero eso no le quita al circo su historia de deshonra y crueldad, aunque cabe resaltar el nuevo perfil más artístico en cuando a acrobacias, danza y efectos visuales. Sin embargo, el circo, así como los toros y ciertos espectáculos, nos recuerdan que aún no evolucionamos del todo y que a veces nuestra crueldad va pegada a nuestro deleite.