Arándanos, uvas de mesa, ciruelas frescas, manzanas deshidratadas, nueces, truchas, salmón del Pacífico, mejillones, entre otros: el gran desafío chileno de ofrecer productos chilenos en Italia en la ExpoMilán 2015 cuyo lema es "Alimentando el planeta, energía para la vida".

El empresario Lorenzo Constanz, comisionado por el gobierno chileno como responsable del pabellón “El amor de Chile” en la Exposición Internacional que se realiza estos meses en Milán y que durará hasta el 30 de octubre, admite que fue un gran desafío ofrecer productos agro alimentarios chilenos a un país como Italia, “reino de la gastronomía”.

“Aunque mi opinión puede ser sesgada, creo que hasta ahora hemos ganado este desafío, lo que se demuestra en la gran cantidad de gente que viene cada día, que se refleja también en los introitos”, explica Constanz: “El pabellón atrae, porque todo está entrelazado: la arquitectura, el diseño, el contenido, el relato, la tienda de productos. De hecho se buscó un especialista con experiencia sobre esto y Carlo Von Mühlenbrock instaló aquí una tienda con pequeños productores que fue una de las preocupaciones de las autoridades del gobierno”.

“En lo que concierne a la gastronomía, un especialista hizo una carta para que la gente pudiera disfrutar de sabores, de gustos y de licores, vino, jugos típicos de Chile”, agrega el comisionado. “El resto es el tema del diseño, que es bastante novedoso. Son todos estos factores que nos han permitido tener claridad de cómo avanzar para traer los productos que necesitamos, cómo lo podemos hacer y con tiempo. Yo creo que es importante que la gente en Europa sobre todo sepa que nosotros estamos a 45 días de barco y que estamos al menos a 24 horas en avión. Y a pesar de eso ofrecemos productos frescos y de primera calidad”.

El pabellón chileno fue pensado como un enorme mecano suspendido, realizado en madera de pino radiata nativo y detalles en cobre, ya que eso nos permitiría trasladarlo a otro lugar”, cuenta el arquitecto Cristian Undurraga, cuyo proyecto fue elegido para representar al país y que ha sido considerado uno de los pabellones más interesantes de la Expo desde el punto de vista arquitectónico.

Por esa razón se pensó en un edificio neutro, “capaz de renovarse”. Recuerda que “los edificios históricos clásicos, y en Italia hay excelentes ejemplos, atendiendo a la neutralidad de esos espacios pasan de palacio a museo, de museo a audioteca. En fin, permite muchos usos. Nosotros hemos querido de alguna manera rescatar el valor de la arquitectura clásica al crear espacios que permitan nuevos usos. Y en esos usos, el edificio renacerá otra vez”, agrega el arquitecto.

En sus más de dos mil metros cuadrados, el pabellón de Chile se realiza un recorrido virtual con dispositivos audiovisuales y escenográficas por toda la geografía del país: desde la fría Patagonia a una de las zonas más áridas del mundo, el desierto de Atacama, en el norte del país, atravesando los fértiles valles de la zona central, sin olvidar el mar con su vasta gama de productos.

Es un recorrido que “une personas, lugares y realidades distintas”, dice Undurraga. “También podemos evocar la imagen de un gran contenedor que nos permite trasladarnos por el mundo. Más que un simbolismo, lo que se muestra es la estructura cruda, tal cual es”. Y que el objetivo se cumplió plenamente lo demuestran las declaraciones del arquitecto Richard Burdett, que no es un arquitecto cualquiera, sino que nada menos que el “chief adviser” de las Olimpiadas de Londres 2012, es decir quien firmó el primer Concept Plan de la Expo, el primer proyecto para la exposición universal: para este profesional, el pabellón de Chile es el mejor desde el punto de vista arquitectónico.

Aprovechando el marco de la Expo Milán recientemente visitó Italia un grupo de empresarios chilenos de diversos rubros, entre ellos exportadores de fruta fresca, frutos secos/deshidratados, productos del mar, aceite de oliva, vinos y gourmet, entre otros, quienes sostuvieron interesantes reuniones con importadores, en algunos casos para ampliar la gama de productos, en otros para introducir nuevos alimentos en el mercado europeo.

Es el caso del vino “Pajarete Don Julio”, un vino dulce que lleva el nombre de su productor, don Julio Flores, típico campesino del norte de Chile, que desde hace tres generaciones produce este tipo de vino con uvas moscatel asoleadas naturalmente. Junto a otros diez pequeños productores de la zona, en Alto del Carmen, en el valle del Huasco, un oasis en medio del desierto del norte de Chile, el más árido del mundo, han creado una asociación para comercializar el “pajarete”. Para él personalmente es un sueño estar aquí en Italia, en la patria de los productores de vino, ofreciendo su producto “que ni siquiera en la capital chilena se conocía y ahora estoy aquí, es como un sueño”.

“Este vino, uno de los pocos vinos chilenos con denominación de origen, ya que puede ser producido solamente en el valle del Huasco, tiene que ser tomado muy frío, puede acompañar comidas agridulces, también quesos, incluso un chef francés preparó una salsa para acompañar el salmón, un verdadero manjar”, explica Patricia Alvarez, gerente comercial de esta asociación de pequeños productores. “Lo interesante es que incluso después de abierto puede estar hasta tres meses en el refrigerados y no pierde sus características, el gusto frutoso, su aroma, etc”.

Y la diversidad geográfica de Chile con sus siete mil kilómetros de costas sobre el Océano Pacífico se palpa en la diversificación de sus productos, de acuerdo a las regiones de proveniencia. Desde el desierto donde se produce el pajarete, un salto abrupto hacia el austral Chiloé con Pedro Ovalle, ejecutivo de la industria St. Andrews, exportador de mejillones cocidos y congelados, de los cuales Chile es el productor y exportador principal.

Durante los últimos años, Chile se ha destacado como uno de los actores más relevantes en la industria de los alimentos a nivel mundial. En los próximos años espera estar entre los 10 principales exportadores de este sector (según la FAO actualmente es el número 17).

También Chile se sitúa a nivel mundial como el mayor exportador de arándanos, uva de mesa, ciruelas frescas, manzanas deshidratadas, truchas, salmón del Pacífico y mejillones; segundo mayor proveedor de cerezas frescas, nueces, ciruelas deshidratadas, salmón y avellanas. También está bien ubicado en el sector de los vinos (está en el cuarto lugar a nivel de exportación mundial) y en otros productos como aceites de oliva extra virgen, aguas minerales o pisco, entre otros.

A propósito de la exportación de los alimentos, en el Pabellón de Chile hay un curioso “cubo interactivo”, gracias al que el visitante puede ir siguiendo el destino de un producto simplemente tocándolo en la pantalla. Por ejemplo, puede conocer su historia desde que nace de la tierra (o del mar) hasta que se sirve, al natural o preparado de cualquier otra manera. En este “cubo virtual” ¡hasta se pueden preparar recetas! Siempre virtuales, claro.

¡Incluso se puede participar en la exportación de un producto específico llevándolo a su destino en el mundo! Y aun más: se pueden descargar miles de fotos, canciones e incluso recetas chilenas desde el mismo cubo a través de una aplicación para celulares (a través de Google Play) llamada “L’Amore del Cile”.

Actualmente el país se encuentra desarrollando nuevos productos con mayor valor agregado orientados a mercados de nicho, entre los que se destacan productos gourmet tales como el aceite de oliva, delicatessen de productos del mar, aguas minerales y saborizadas, mermeladas, jaleas de vino, deshidratados de berries y de papas nativas, algunos tipos de miel, vinos premium, pisco y cervezas artesanales.

En relación con la recuperación de alimentos y semillas típicas, el joven chef del Pabellón de Chile, Tomás Saldivia, es entusiasta: “mi gran desafío es no solamente dar a conocer nuestros productos típicos, sino retomar la gastronomía de nuestros antepasados, utilizando productos tan típicos como el ají merkén o el mote con huesillos”. Saldivia llama la atención sobre el hecho de que “no obstante los antepasados eran guerreros, a partir de la gastronomía se generaron una serie de intercambios comerciales y también culturales, ya que todo estaba relacionado”.

Y como imagen de estos antepasados llegó desde el altiplano, en el extremo norte de Chile la señora Aurora Cayo, cocinera aymara que hizo un taller de cocina y deleitó con platos típicos de su tradición: pierna de cordero asada con chimichurri andino acompañada con chuño puti (una papa que crece en el altiplano andino) y pisara (quinoa graneada), pebre de locoto o ají con huacatay, Q’Alatant’A (pan en piedra), jugo de quinoa con piña y amche de mango con salsa de naranja.

La señora Aurora no es solamente cocinera, sino “chamana”: por eso, antes de preparar la comida hizo un ritual de purificación: cubrió la mesa con hojas de coca, que son sagradas para su pueblo, luego invocó a las figuras principales del panteón aymara: “Tata Inti, el Sol; Pacha Mama, la Tierra; Mama Quilla, la Luna, y Mama Cocha, el Mar”.

Después, encendió carbón en un plato de metal, al que le agregó resina sagrada, incienso y palo santo, para que los presentes “se puedan conectar con su propio mundo ancestral, con los espíritus de los seres queridos difuntos”, según explicó la chamana que se bendijo a sí misma, y a los presentes.

Al revolver las hojas de coca se levantó un viento fuerte e inesperado, ¿quizás una respuesta afirmativa de los dioses? No se sabe, pero lo cierto es que tanto Tomás Saldivia como el traductor, después de haber sido bendecidos por la chamana, experimentaron una sensación de paz y bienestar “casi sobrenatural, hasta lloré”, confiesa Tomás Valdivia, este joven profesional chileno cuyo mayor desafío es que la cocina chilena logre “abrirse al mundo”.

Empresas chilenas presentes en Milán

ICB, Ferfrut,Viña Falernia S.A., Agrícola Llano Negro, St. Andrews, Opposite Season, Fundación Artesanías de Chile , Synergia, By María Conservas, Exportadora Frutamerica, DFV SPA, Pajarete Don Julio, Eagle Food