Las tendencias son ese gran misterio que, por mucho que intentes analizar, nunca sabes cuándo, cómo y por qué llegan. Si en el Festival de Eurovisión de 1983, cuando Remedios Amaya nos representaba cantando aquello de “Quién maneja mi barca” con un vestido largo a rayas y sin zapatos, nos hubieran dicho que hoy, 33 años más tarde, el hecho de ir descalzos por la calle sería tendencia, nos hubiéramos reído y mucho.

A España no ha llegado todavía, ya sabemos que aquí las cosas van despacio. Pero en Estados Unidos lo último entre las celebs es andar descalzos. Sí, has leído bien, des-cal-zos. Parece que el motivo es Barefoot walking, libro escrito por Michael Sandler y Jessica Lee, que está arrasando en tierras americanas (a la venta en Amazon por unos 15 dólares) y que da nombre a esta nueva y, cuanto menos, sorprendente tendencia.

Tori Spelling, Rihanna, Chris Martin, Orlando Bloom… son algunos de los famosos que han debido leerlo y caer rendidos ante su filosofía de vida, ya que andan felizmente sobre sus pies - sin ningún tipo de calzado- por las ciudades en las que viven, bien para dar un simple paseo, hacer algo de shopping o ir al supermercado. ¿Beneficios? Según el libro que promueve el movimiento, se trata de liberar nuestros pies, minimizar el impacto, maximizar la eficiencia y descubrir el placer del contacto directo con la madre tierra. Sonar suena bien, hasta bucólico me atrevería a decir pero, ¿y la suciedad, objetos punzantes-cortantes-pegajosos y demás peligros que supone ir descalzos por una ciudad como pueda ser Nueva York? Sin olvidar que el asfalto coge (mucha) temperatura y ahora estamos en un periodo donde todavía no hace mucho calor pero, ¿y en agosto? ¿También será tendencia aunque los pies se abrasen a cada paso que demos? No me he leído el libro, pero eso no puede ser bueno, por mucho contacto directo que tengamos con nuestra querida madre tierra. Y cuando llegue el invierno, con temperaturas bajo cero y nevadas hasta la rodilla, ¿seguirá siendo tendencia? Lo veremos.

Hasta entonces, y mientras observamos cómo evoluciona la cosa al otro lado del charco (porque yo en España no lo veo más allá de en las féminas que, a altas horas de la madrugada, ya no aguanten los tacones y se los quiten para poder llegar a casa), reivindico desde aquí que la tendencia como tal (respetando lugares como Australia y Nueva Zelanda, donde sí es tradición la práctica de caminar descalzo) sea adjudicada como nuestra. Porque si hace 33 años Remedios retó a Europa con sus barefoot, puede que no ganara -de hecho quedó la última-, pero hoy se merece, al menos, el tan difícil y aclamado título de trendsetter.