Cuando yo era pequeña, y ya estoy cerca de los cuarenta, ya existía la polémica del cuerpo perfecto de la Barbie y de cómo eso podía afectar a las niñas sobre los cánones de belleza. ¿Estar normal es estar gorda?, o mejor dicho, ¿qué significa estar normal hoy en día?

Hoy, el mundo se divide en dos: uno que sigue pensando que lo aspiracional es lo perfecto y otro que encuentra la perfección en la variedad y, por suerte, piensa que la belleza va más allá de una talla de pantalón. Este artículo no pretende hacer apología de las tallas grandes, ni tampoco pretende que deje de pensar cada lunes que “ésta será la semana en la que no me saltaré la dieta”. No todo vale, hay que cuidarse por salud, pero no por meterte en una “supuesta” talla L de Zara.

La vida no debería ser una lucha entre la delgadez y las tallas grandes. Vivimos en un mundo multicultural, hemos aceptado ser de iOs o de Android, pero todavía tenemos problemas por aceptar algo tan simple como el cuerpo. La campaña que comenzó Dove hace años por la “Belleza Real” fue un pequeño detonador social en contra del Photoshop, en favor de la belleza natural y sin filtros, un grito a la defensa de todos los cuerpos, sin importar la estatura, el color, o el tamaño. Años después, tenemos que seguir dando las gracias a actrices como Inma Cuesta o Michelle Jenner por denunciar el abuso – casi pornográfico – del Photoshop, en el que más que iluminar un cuerpo lo eliminan casi por completo dejándolo sin vida, sin gracia.

Estamos en una época donde lo diferente triunfa sobre la perfección y se acepta la excepción; los diseñadores buscan nuevas musas que encarnen otros referentes: es la supremacía de la heterogeneidad en la moda. Así, se comenzaron a reconocer nombres como Candice Huffine o Tara Lynn, que se alejan del tradicional canon de belleza en favor de las curvies. Y es que el fenómeno curvy ha pasado de ser trending topic a estar “vetado” en Instagram. Aun así, la gran fuerza de las redes sociales amplifican movimientos – como el que apareció en EE.UU. - #ImNoAngel, propulsada por una firma de ropa interior de tallas grandes americanas, en contra de la campaña de cuerpos perfectos que lanzó Victoria Secret. De hecho, la marca icónica de lencería en el mundo está valorando – debido a estas presiones sociales – la incorporación de tallas más grandes en sus colecciones.

Según se explica en el vídeo de presentación de las nuevas Barbies que arrasa en las redes sociales: “Hoy las niñas juegan con Barbies que han evolucionado, donde los estándares de belleza no son restrictivos. Ahora hay muñecas que son más altas que la Barbie original, otras más menudas, otras con más curvas… así, jugar es más divertido porque tienes muchas más donde elegir y con las que sentirte identificadas”.

Sin embargo, a pesar de la evolución que experimentan algunas marcas por adaptarse a unos cuerpos diferentes – Barbie, Dove, Lane Bryant’s, Violeta by Mango – hay otras que siguen ignorando la realidad y todavía piensan que llegar a la talla L – como la mayoría de la oferta de Zara en internet - es algo “de lo más normal”…

No hay que librar batallas entre anorexia y obesidad; no se trata de la XXS contra la XXL. Se trata de encontrar el equilibrio. La industria debería dar opciones para que todo el mundo encuentre una selección bonita, variada y de tendencia en todas las tallas. Los consumidores deberíamos preocuparnos por llevar un estilo de vida saludable. Pero cuando el mundo no se pone de acuerdo es bueno recurrir a la filosofía. Y no me queda más remedio que citar a Aristóteles y parafrasear eso de “la virtud está en el término medio”.