Quizás si os mencionamos las siglas ABF no os suenen de nada. Pero Associated British Foods (ABF) es, como dice su propia web, “un grupo internacional diversificado de alimentos, ingredientes y venta al por menor que opera en 48 países”. Entre las marcas que encontramos dentro del aglomerado están el té Twinings o el azúcar de Azucarera. Ambas, marcas sumamente conocidas, figuran en la interminable lista de firmas del grupo, todas relativas al sector de la alimentación. “¿Que tendrá que ver esto con la moda?”, os preguntaréis. Y aquí está la clave de todo. Todas son marcas alimenticias, excepto una: Primark.

Pese a ser la excepción dentro de una empresa principalmente alimentaria, Primark genera el 61% de los beneficios del grupo (según datos de Expansión). Si nos fijamos en las secciones que podemos encontrar dentro de una tienda Primark y de cómo están colocadas las cosas, ¿no creéis que, con matices, Primark se parece bastante a un supermercado? Si lo pensamos bien, probablemente esta sea la fórmula del éxito. Para que nos entendamos, Primark es una empresa de moda perteneciente a un grupo de empresas de alimentos; por lo tanto, “retail” y alimentación comparten modelo de negocio: cantidades ingentes de productos, rotación diaria y precios asequibles para la más amplia categoría de consumidores.

ABF (incluyendo Primark) pertenece a la familia Weston; la tercera más rica de Reino Unido (según la clasificación publicada en abril de 2015 por The Sunday Times) cuya fortuna está estimada en unos 15.000 millones de euros. Los Weston ascendieron en la lista ocho puestos de un año para otro. ¿El principal responsable de este movimiento? Primark, por supuesto.

La historia de ABF se fraguó cuatro generaciones atrás, cuando Garfield Weston convenció a su padre para que produjese en Canadá las galletas inglesas que habría probado en Europa durante la II Guerra Mundial. El negocio resultó todo un éxito y se expandió por Estados Unidos y más tarde por Reino Unido, donde Garfield optó por instalarse en 1932. Tres años después fundó Associated British Foods.

Aunque esa es la historia de la creación de ABF, tenemos que diferenciarla de la de Primark. El ideador del “milagro” del low cost fue Arthur Ryan, un irlandés contratado por ABF para potenciar sus negocios en esa isla a finales de los sesenta. Se acababa de inventar el prêt-à-porter, y la idea de Ryan fue sublimar este modo de entender la moda, con una cadena que siguiera las últimas tendencias (en constante actualización) y que vendiera a precios bajos; un concepto visionario para la época. En 1969 Primark abrió su primera tienda en Dublín bajo el nombre de Penneys. El resto es historia.

Años después, en 2009, Paul Marchant sucedió a Ryan como CEO de Primark y se centró en la expansión internacional y la apertura de tiendas atractivas. Todo ello unido, como asegura John Bason, director financiero de Primark, al “efecto Ryanair” y el “efecto Instagram”, constituyen el motor de su éxito. Los vuelos continentales a bajo coste fomentan el transporte de personas que son, a fin de cuentas, clientes potenciales de Primark. En su flagship store de Londres, por ejemplo, alrededor de la mitad de los clientes son turistas.

El futuro de Primark pasa ahora por Estados Unidos, donde en el 2016 abrieron cuatro nuevas tiendas, para un total de cinco. Pero ahí no queda la cosa. España ocupa la segunda posición por países con más tiendas Primark: un total de 41 y más de 5.000 empleados. Y qué decir de la “flagship” madrileña que abrió a finales de 2016 y cuenta con más de 12.000 m2.

Pero Primark no se contenta con estos datos. Hace un par de años lanzó su gama de belleza que se ha convertido en el departamento de mayor crecimiento: más de 1.000 productos de cosmética, accesorios, perfumes y productos para el cuidado de la piel.

Todo esto a llevado a Primark a plantar cara a Inditex y a H&M, dos de las multinacionales “retail” de más presencia en Europa. Incluso ha arrebatado a Zara el primer puesto en número de clientes. ¿Hasta dónde llegará el poder del “low cost” irlandés?