Un nuevo reto llegó sin esperarlo, como casi todo en la vida. Nuevamente tuve que hacer mis maletas e irme a un lugar completamente distinto al anterior, eso sí, lleno de un sin fin de experiencias por descubrir y retos que superar. No voy a negar que el miedo no toca a mi puerta de vez en cuando. Sin embargo, mi curiosidad y mi ganas de aprovechar las oportunidades que me da la vida son aún más irresistibles y jugosas que simplemente quedarme en la comodidad de lo conocido.

Puse un pie en esta isla misteriosa una fría noche de invierno, la luna usaba un velo opaco y amarillo y las luces parpadeantes de la ciudad me daban la bienvenida. Respiré profunda y pausadamente ese aroma particular a humedad, lo cual me hizo temblar con un persistente escalofrío que me recorría el cuerpo. Recordé en ese momento que soy de tierras calientes, mis pies se remojaban en las orillas del mar Caribe y mi piel se tostaba bajo el incandescente sol oriental. Me pregunté: ¿por qué me fui de un lugar tan hermoso, por qué dejaba el calor y los colores tropicales por la niebla de la noche y el musgo en las grietas de las piedras que pavimentan la ciudad? Esa es una pregunta muy larga y muy difícil de responder, hay cosas que simplemente pasan y uno solo se deja llevar.

Esta ciudad es enorme y llena de distintos colores, una gama nueva que antes no vi. Eso es lo que me gusta de la vida: te hace ver las cosas de otra perspectiva. No quiere decir que no vaya a gustarte, solo son distintas pero igual de maravillosas.

Cada día salgo en la búsqueda de algo nuevo, paseo por las calles de piedras, por los mercadillos ambulantes, observo las distintas caras de las personas e intento imaginar qué piensan, dónde van y de dónde vienen. Navego en mis propios pensamientos buscando situaciones que me puedan servir para inventar algo distinto dentro de esos pequeños mundos que creo en el papel.

No voy a hablar de Piccadilly, el palacio de Buckingham o la Abadía de Westminster. Esta ciudad tiene mucho más que eso por ver, definitivamente ha capturado mi imaginación y me ha intrigado desde el primer momento. Camino por sus calles y pienso “Estoy en la ciudad de Sherlock Holmes”, eso para mí es como un sueño. Muchos pueden decir que el clima es horroroso, que las personas son frías y distantes y yo tiendo a discrepar, creo que cada lugar tiene su encanto y su belleza, solo hay que estar realmente dispuestos a verla.

Aún me queda mucho por conocer, al igual que errores por cometer, en esta increíble ciudad que me ha dado una gran bienvenida y la oportunidad de conocerla poco a poco. Mientras tanto me encuentro en esta parte del planeta desvelando los secretos que deja para mi envueltos en la bruma de la noche.