La formación de las islas Canarias es uno de los estudios más apasionantes para los científicos. Existen muchas y muy diferentes teorías sobre la misma y aún no se ha podido demostrar cuál de todas ellas es la verídica.

Tenerife es una de las siete islas que componen las Islas Canarias y se levanta de forma independiente desde el fondo del océano. Se cree que se comenzó a formar hace unos 10 o 15 millones de años por la sucesiva acumulación de materiales lávicos. Según la Teoría de los bloques levantados, una de las más aceptadas por la comunidad científica, “el ascenso de magma se produce en periodos de actividad tectónica a partir de fracturas o fallas que existen en el fondo oceánico. Estas, siguen los ejes estructurales de la Isla, y se formaron durante la orogenia Alpina de la Era Terciaria por el movimiento de la placa Africana”.

Estas erupciones dan lugar a las denominadas lavas almohadilladas y, a su vez, estas se van acumulando y construyendo bajo el mar. A medida que se van aproximando a la superficie, el magma pasa de ser tranquilo a ser más explosivo. Y así surgió la primera formación de la Isla. Algunos autores creen que primero surgieron tres islotes independientes. Otros, en cambio, defienden que cuando esta tierra emergió ya constituía el grueso de la Isla.

Durante millones de años, la actividad volcánica ha ido generando la isla actual: los barrancos se formaron tras un largo periodo de inactividad. Los valles de la Orotava y de Güimar se formaron por deslizamientos de magma, etc.

Actualmente, el complejo Teide-Pico Viejo es la zona más activa de la Isla cuyas últimas erupciones fueron entre los años 1704 y 1919.

El resultado de estos “milagros” naturales ha sido Tenerife, la isla más grande que compone las Islas Canarias. Popularmente esta isla se divide en dos: Tenerife Norte y Sur. Con un aeropuerto en cada división, la parte norte de la isla se reserva para los lugareños y la parte sur se compone, en su mayoría, por grandes complejos turísticos para todos los turistas que visitan la isla.

En el norte se encuentra la capital de Tenerife, Santa Cruz. En ella se pueden ver grandes y modernos edificios arquitectónicos como el TEA y la Biblioteca Municipal. Te puedes perder por entre sus calles para descubrir rincones como Plaza España.

Un poco más al norte se encuentra el Puerto de La Cruz, un precioso complejo donde podrás disfrutar de maravillosas vistas y un romántico paseo por la costa.

Existen rutas para ver Tenerife en 2 o 4 días. Con más o menos paradas, te haces una idea muy explícita de lo que la isla representa. Un día deberías inspeccionar el norte, donde además de lo ya mencionado, son muy turísticos los pueblos de Icod de los Vinos, Santiago de Teide, El mirador de Archipenque y Punto de Teno.

Una mañana para subir al Teide. Se puede subir por el norte o por el sur, aunque la ruta del norte es más bonita. Una vez en el pie de la montaña, hay que coger un teleférico para subir hasta la cima y allí puedes encontrar rutas de 45’ o 90’ para descubrir uno de los volcanes más altos del mundo.

En el sur hay playas fantásticas por la costa de Adeje y los Cristianos. Aunque a mí las playas que me enamoraron fueron las de “La Tejita” y “El Médano”, esta última famosa por el kitesurf, ya que todos los que quieres practicar este deporte van para allí. Los gigantes –conocido por sus excursiones para ver ballenas y delfines-, Arona o las pirámides de Güimea son puntos turísticos indispensables.

Otros sitio de interés para los más pequeños es el Loro Parque, un zoológico que también contiene una colección de plantas tropicales. Para los más atrevidos, debéis reservar un día para el Siam Park. Su escena más famosa es un tobogán de cristal por el que atraviesas una piscina llena de peces y tiburones.

En conclusión, un lugar con vistas espectacular donde podrás disfrutar de las maravillas naturales y de una tranquilidad y descanso sin igual.