El lujo, el summum de la ostentación, cuerpos esculturales, drogadictos, discotecas y art déco, todo ello se da la mano en la mítica calle Ocean Drive de Miami Beach.

Obviamente, no es que sea una calle normal y corriente. De hecho, la mezcla entre los sublime y lo ridículo la convierte en un punto bastante peculiar de la geografía floridana. Pasearla es, desde luego, todo un espectáculo que no hay que perderse.

Uno puede recorrerla a cualquier hora del día o de la noche, siempre habrá algún “show” en una de sus esquinas o en mitad de la calle. Por ejemplo, para los amantes de las drag queen siempre hay uno montado a orillas del club “Palace” que sale de la discoteca e inunda la calle con plataformas, pelucones y purpurina a raudales.

El corro que se forma alrededor de turistas y curiosos deja prácticamente impracticable la calle para transeúntes y coches. Algo que no viene del todo mal si se quiere observar el espectáculo de vehículos que circulan por la pequeña calle. Pareciera como si tuvieran prohibida la entrada a coches de baja gama. Un numero indeterminado de Ferraris, Lamborghinis, Maseratis (y cualquier otro cochazo con terminación de enfermedad) de paseo y con la música a todo trapo.

De vez en cuando, alguna chica en bikini de pie en el coche y bailando mientras los deportivos continúan a paso de desfile. No es para menos, Ocean Drive es el desfile de “la money” hecho realidad. Si tienes dinero tienes que ir a demostrarlo a Ocean Drive, “babe”. ¡Es obligado! Si no tienes un descapotable adecuado, siempre puedes alquilarlo por un precio nada razonable en la multitud de locales que existen alrededor de la calle.

Pero justo al lado de todo ese lujo se mezcla lo mas bajo de la sociedad también. Los adictos al crack y otras sustancias se pueden encontrar casi en cada esquina. Sujetos con miradas perdidas, sucios y ataviados con ropas extravagantes destacan entre el lujo circundante como un pobre huerfanito en una fiesta de la jet set. Es el contrapunto que también le imprime un carácter único a la calle. De hecho, puede que alguno de estos sujetos te ofrezca algo de droga, quizás, para empezar la noche. Puede que todo esté en su sitio por algún motivo.

En las discotecas siempre hay que hacer cola, pero existe una frase que puede abrirte muchas puertas o, por lo menos, a mí me ha funcionado: “yo trabajo en la zona”. Me la enseñó una amiga que de hecho sí trabaja en la zona. En esta parte de Miami existe una especie de mafia entre los trabajadores del área. Quiere decir que si trabajas para alguno de los locales es muy posible que evites pagar entrada en discotecas o te hagan algún descuento especial en las bebidas. Has de ser un habitual, claro esta, para que te funcione la treta. Pero como todo en esta vida, si se dice muy seriamente y se acompaña con el nombre del local donde supuestamente trabajamos es bastante posible que no falle.

Lo que verdaderamente le da el carisma a la calle es su arquitectura art déco. Una arquitectura típica construida entre los años 1920 y 1940. Es su mayor tesoro y lo cuidan como tal. La mayor parte de los edificios están muy bien conservados. Las fachadas se cuidan y mantienen con mimo de madre. Es una arquitectura basada en lo ornamental más que en lo funcional. Básicamente son cubos, esferas y líneas rectas. Pero le da un aspecto encantador a todo el barrio.

Esta arquitectura es la culpable de la fama cinematográfica de la calle. Y es que ha servido de escenario para más de una joya del cine como Scarface. También la han utilizado de escenario en la mítica serie Corrupcion en Miami o, como los mas cinéfilos sabrán, para algunas escenas de Algo pasa con Mary. Algunos de los edificios mas retratados son el Hotel Colony o el Breakwater Hotel donde, además de la famosa arquitectura, podemos contemplar los espectaculares coches de la época de los cincuenta que tienen aparcados perpetuamente en la puerta para mayor satisfacción de los fotógrafos amateurs.

Desde luego, la mezcla que se puede encontrar en Ocean Drive es de lo mas diversa y atractiva; bares, discotecas, espectáculos, malabaristas, fiesteros por doquier, personajes extravagantes, turistas de todo el mundo, locales enamorados de la zona… Verdaderamente un espectáculo que será difícil de encontrar en ninguna otra ciudad. Solo me queda decirles a los nuevos: Welcome to Miami Beach.