De norte a sur, de este a oeste, España tiene lugares que quitan el aliento y te dejan sin respiración. Rincones maravillosos y grandes desconocidos para muchos.

Extremadura es una de esas regiones. Rica por su gastronomía y su enología, es una de las comunidades de España de las que muchos se enamoran con tan solo pisarla. Una de sus regiones más visitadas es el conocido como ‘El valle del Jerte’. Pueblos de arquitectura tradicional, gargantas cristalinas y extensos bosques de roble y castaño son algunas de las estampas típicas que hacen las delicias de todos los visitantes.

Uno de sus pueblos más conocidos es Hervás. Principal centro de actividad comercial del Valle de Ambroz, Hervás cuenta con un barrio judío declarado conjunto histórico-artístico, uno de los mejor conservados de la Red de Juderías de España que posee una de las calles más estrechas de España. Además, otro de los atractivos turísticos de este pueblo es la iglesia-castillo de Santa María, desde donde se puede contemplar las magníficas vistas del pueblo, la sierra y la extensión del valle hacia el sur.

Otro de los puntos obligatorios de visita en esta zona es Candelario. Escalonado en la ladera de la sierra que lleva su mismo nombre, su dificultoso trazado nos deja un entramado callejero complicado y hermoso a la vez. Un maravilloso laberinto de calles empedradas y angostas que tienen su propia banda sonora, las conocidas como regaderas. Una especie de pequeños canales, característicos de este pueblo, que cruzan la localidad desde lo más alto de la villa hasta la más baja y cuyas aguas proceden de los manantiales y del deshielo de la sierra. Asimismo, Candelario destaca por su especial estética y por ser uno de los núcleos mejor conservados de la provincia, declarándose Conjunto Histórico-Artístico en 1975.

Mención especial merece también Granadilla. A orillas del embalse de Gabriel y Galán, la villa, rodeada de murallas almohades, está declarada Conjunto Histórico-Artístico desde 1980, y en 1984 se incluyó en el Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados. Así, cada año, decenas de estudiantes invierten los meses para ayudar en su rehabilitación. Una especie de pueblo fantasma ubicado en una localización excepcional, que dejan unas vistas inigualables al atardecer.

Especialmente atractivo en otoño por sus robles y castaños, y, en primavera, por el color de los cerezos en flor, el Valle del Jerte es un destino más que recomendable para los amantes de la fotografía.