Me gustaría ilustrar una serie de ideas que me parecen fundamentales a la hora de entender nuestra nueva manera de entender el mundo del habitar. En este primer texto expondré algunos cambios referentes a la sociedad y la naturaleza.

1. Nuestra forma de vida cambia

El modelo de familia típica no es el único ni el principal. Hoy en día necesitan encontrar una vivienda apropiada a sus necesidades las parejas sin hijos, los solteros, los divorciados, los inmigrantes, los estudiantes Erasmus, nuestros abuelos, los que trabajan fuera de casa... Hay que dar respuesta a todas esas demandas. La familia vive hoy un interesantísimo momento de reformulación.

2. Las necesidades evolucionan

Cuando uno va a comprarse cualquier bien de consumo, busca el último modelo, dentro de sus posibilidades económicas. Es evidente. No admite discusión. Pero... ¿y la vivienda? ¿Qué extraño mecanismo mental hace que los agentes inmobiliarios-productivos sigan repitiendo modelos obsoletos –en el mejor de los casos– aún basados en el esquema “pasillo y habitaciones”, que nos hace imposible encontrar en el mercado una vivienda coherente con nuestro tiempo?

3. El espacio se modifica

El verdadero lujo –como decía un anuncio de coches en la televisión– es el espacio. No los espacios. 4 habitaciones no tienen por qué ser mejor que 3. Ni que 2, ni siquiera que 1. Un espacio vacío, flexible, puede permitir su redistribución con facilidad y adaptarse a nuestras necesidades. Así deben ser nuestras viviendas. Vacías. Pensadas para ser flexibles desde sus elementos rígidos –baños y cocinas-, ya que éstos son los que darán flexibilidad al espacio.

4. La luz y el sol transforman

En todos los espacios de las viviendas debe entrar el sol. Así de simple. El sol hace que los espacios varíen con el paso de las horas y de las estaciones. Y que se puedan reinventar cada día, permitiendo desplazarse por ellos, cambiar la ubicación de los usos, creando un espacio vivo, divertido, modificable a nuestra voluntad. Y ya desde el planeamiento se debe plantear esta necesidad, mediante el cuidadoso análisis de las profundidades edificables y la propia forma urbana. No de la célula a la ciudad, no, sino desde ésta al interior de nuestras viviendas.

5. Bioclimatismo y sostenibilidad

Que no nos vendan simulacros. El bioclimatismo se basa en hacer las cosas lógicas, de sentido común. Como dijo Souto de Moura, la arquitectura, o es sostenible, o no es arquitectura. Debemos aprender a jugar con el aire, el viento, la luz y el sol, y utilizar las técnicas más actuales tal como han hecho nuestros antepasados desde siempre. Aplicar toda nuestra tecnología para conseguir vivir de una manera más natural. Hay mucho en juego, nuestro planeta y nuestra salud, como para desperdiciarlas creyendo que unas cuantas placas solares y unos carísimos vidrios con un sello verde pueden suplantar la lógica natural.