Una sala de baile convertida en un lugar de reunión del cuartel general nazi, una leyenda que evoca un tren cargado de tesoros y que fueron ocultados, según se cuenta, por el Ejército Rojo en 1945, además de profundos túneles, construidos para protegerse frente a eventuales ataques del enemigo, son parte de la historia de un lugar, el castillo de Książ (en polaco, Zamek Książ).

Pasó, entre otras, por manos austriacas, alemanas y ahora polacas. Cuando se contempla su exterior, hay dos colores que sobresalen, gris y rosado, y se describe como una mezcla entre dos estilos, gótico y renacentista barroco. Es el tercer castillo más grande de Polonia y está situado en una colina, cerca de la ciudad de Wałbrzych, al sur del país. Sus jardines coloridos y la majestuosidad que irradia son muestra de su belleza. Sin embargo, su interior resulta más enigmático, pues hay lugares aún inexplorados. La historia lo enriquece, pero la imaginación de quienes lo visitan también. Su pasado se entrelaza con la historia misma de Polonia, con períodos de división y ocupación.

Su construcción se remonta al siglo XIII como una propiedad privada, fue la residencia de una familia aristocrática durante el siglo XVII y podría decirse que ha sobrevivido, pues ha sido destruido, reconstruido, transformado y ampliado. La ocupación nazi hace parte de lo que fue y de lo que es, fue expropiado en 1941 y según lo que se conoce, Aldolf Hitler tenía contemplado convertir ese lugar en su residencia, aunque no llegó a ser así. Muy cerca de la que hubiese sido su habitación principal se encuentra ubicado de manera estratégica un ascensor para su uso personal. Lo cierto es que sirvió como un cuartel general durante la Segunda Guerra Mundial y hay mucho más por descubrir, más de lo que se observa a simple vista.

Uno de sus grandes misterios tiene que ver con profundos túneles que, de acuerdo con los relatos, son de aproximadamente 50 metros de profundidad. Se cuenta que debido a la presión de Rusia, durante los últimos días de guerra, los nazis huyeron, dejando en este lugar tesoros incalculables, que hasta ahora siguen siendo añorados. De hecho, un reciente episodio evoca dicha añoranza, pues en agosto de 2015, dos exploradores, el polaco Piotr Koper y el alemán Andreas Richter, aseguraron haber encontrado lo que podría ser el misterioso y denominado tren del oro nazi. El supuesto hallazgo quedó en palabras, aún no hay pruebas fehacientes.

Lo que hasta el momento sí parece ser verídico es que el castillo de Książ fue parte de un complejo subterráneo, construido por la Alemania nazi, como un sistema de búnkeres para protegerse de eventuales ataques, es decir, como una estrategia de protección. A esto último se le conoce como el Proyecto Riese (gigante, en alemán), en el que participaron, aproximadamente, 9.000 prisioneros, muchos de ellos transferidos del campo de concentración de Auschwitz, y se estima que unos 5.000 perdieron la vida durante su ejecución. La presión rusa no les permitió consolidar los propósitos que tenían para este castillo y existe el temor de que se hayan instalado minas para proteger las riquezas que allí albergaron. Ahora bien, los grandes interrogantes que quedan son: ¿Dónde están los tesoros que dejaron al huir? ¿Existen realmente? Y si es así, ¿dónde está el tren, el «tren del oro»?

Cuando las fronteras cambiaron después de la Segunda Guerra Mundial, la región de Baja Silesia, donde se encuentra el castillo, quedó bajo la soberanía de Polonia, un país que, para resumir, tiene un contraste que permite vislumbrar la influencia de la cultura occidental y oriental, la disputa por el territorio a lo largo de la historia se ve reflejada en los distintos matices de su arquitectura y cultura. Actualmente, el castillo de Książ está en poder del Gobierno polaco, que si bien permite la entrada a quien lo desee conocer, pues se ha convertido en un destacado destino turístico, estableció un acceso restringido a la red de túneles, solo los investigadores autorizados lo pueden hacer.

El misterio se mantiene 70 años después de que se hablara por primera vez de los tesoros ocultos. No es el castillo en sí lo que despierta más curiosidad, sino aquello que según cuentan existe, pero que aún no se ha podido ver. Hoy, considerado un patrimonio de Polonia, Książ despierta toda una serie de sentimientos en torno a su historia, a sus leyendas y a lo que presuntamente dejaron los nazis.

Este castillo, saqueado también por los rusos, transmite una magia enigmática y secreta. Su rumbo ahora es distinto y su atractivo indiscutible. La mayoría de sus salas han sido restauradas y sirven ahora, no como testigos de acciones hostiles, sino como cómplices de otro tipo de ceremonias, como dar el Sí definitivo, en un acto de amor. Los matrimonios en este lugar son episodios de ensueño. Lo que antes ni siquiera se llegaba a contemplar allí, en nuestros días es posible. Y lo mejor es que es una realidad bajo la luz, bajo la luz polaca.