Jean Prouvé empezó su carrera como herrero artesano, después se convirtió en un «industrial» versátil y polifacético. Es un artista capaz de proyectar desde casas prefabricadas, mercados y estaciones de servicio, hasta mobiliario de todo tipo; todo con una marcada conciencia social. De hecho, Prouvé fue el hombre del metal, del desarrollo de la chapa plegada, de la optimización de su resistencia y de la reducción del material. Pero Jean Prouvé también fue el inventor de nuevos sistemas constructivos, erigiéndose actualmente en la inspiración de un gran número de arquitectos y jóvenes artistas.

La exposición «El universo de Jean Prouvé: Arquitectura / Industria / Mobiliario» es una retrospectiva dedicada al constructor y diseñador de mobiliario francés. Es considerado uno de los creadores más innovadores del siglo XX. Es más, la muestra de CaixaForum Madrid repasa toda una trayectoria enfocada a la industrialización de la construcción y a la producción en serie de muebles.

La exposición revisa cronológicamente la vida y la obra de Jean Prouvé (París, 1901–Nancy, 1984), desde sus inicios como herrero a finales de la década de 1920. Cuenta con 235 piezas, 146 son originales; se pueden admirar maquetas, planos, fotografías, dibujos, mobiliario, documentos y facsímiles.

Prouvé fue un creador singular y polifacético que, sin tener ni el título de arquitecto ni el de diseñador industrial, trabajó con algunos de los grandes arquitectos de la modernidad como Robert Mallet-Stevens y Le Corbusier. Juntos crearon edificios prefabricados con estructuras sencillas.

La forma del artista de concebir la arquitectura —en beneficio de las colectividades y con una decidida visión social, innovando y experimentando con nuevas técnicas— revolucionó la construcción de edificios prefabricados. Entre sus edificios más conocidos, destacan la Casa Métropole, la Casa Coque o la Casa Les Jours Meilleurs.

También fue un destacado diseñador de muebles; siempre buscó la sencillez, la elegancia, la economía de materiales y la resistencia y durabilidad del objeto, con un mandato estricto enfocado a la funcionalidad, según sostiene CaixaForum Madrid.

Además, Prouvé fue un creador versátil, capaz de proyectar desde un edificio de un aeroclub hasta una mesa de parvulario; desde una casa desmontable hasta una cadena de estaciones de servicio. De hecho, por encima de todo, se consideraba un «industrial» y se enfrentaba a la construcción de una casa del mismo modo que al diseño de un pequeño mueble.

El taller como universo

Jean Prouvé se formó en el taller de su padre, Victor Prouvé (1858-1943), que fue pintor, escultor y grabador. Más tarde, en su adolescencia, Prouvé fue aprendiz en talleres de maestros herreros, donde aprendió el oficio de la forja.

Significativamente, en 1921, su padre retrató al artista con el martillo en alto en un dibujo a sanguina incluido en la exposición.

En 1924, Prouvé abre su primer taller de «Herrería artística y cerrajería» en Nancy:

Durante varios años, forjaba yo mismo. No era en absoluto un hombre de despacho, ni de dibujo. Vivía en el taller y recuerdo que los cerrajeros y los herreros utilizaban un mandil de cuero para protegerse de las chispas. Durante muchos años vestí ese delantal de cuero.

Prouvé es un artesano que se convertirá en un industrial y constructor, reivindicado por los arquitectos del siglo XX —y por los actuales— por su innovadora y funcional forma de trabajar.

En la exposición de Jean Prouvé se puede observar cómo la primera colaboración importante del creador con un arquitecto fue a través de Robert Mallet-Stevens, con quien trabajó en el diseño de cabinas de ascensor, balaustradas y barandillas de escaleras.

Además Prouvé apuesta por una estética moderna en estos objetos, y por ello no es extraño que se vinculara a la Union des Artistes Modernes (UAM) desde su fundación en 1929.

La apuesta por la modernidad ya no tendría vuelta atrás, como se demuestra en su participación en el pabellón de la UAM en la Exposición Internacional de las Artes y Técnicas Aplicadas a la Vida Moderna, celebrada en París en 1937.

Para la ocasión, ideó una espectacular escalera con una zanca central y llevó a cabo unos muebles diseñados con Jacques André, así como una caseta de baños en colaboración con Le Corbusier, Pierre Jeanneret y Charlotte Perriand.

Hacia la industrialización en serie

En 1931, Prouvé encaminó su empresa, Ateliers Jean Prouvé, hacia la industrialización en serie y, a mediados de la década, su intervención en edificios ya se extendía más allá del diseño y la construcción de elementos ampliándose a la estructura entera:

En 1934-1935 imaginé otra forma de hacer arquitectura; es decir, otra forma de utilizar los materiales... Imaginé edificios con una estructura, de igual modo que el ser humano tiene un esqueleto, a la que había que añadir el complemento; y el complemento lógico para un esqueleto —ya fuera de acero, de hormigón o de madera— consistía en envolverlo en una fachada, una que fuera ligera puesto que la estructura se sostiene por sí sola.

Así, en CaixaForum Madrid se puede ver su primer proyecto con estructuras totalmente metálicas y de vidrio como el aeroclub Roland Garros (Buc, 1935-1936). En la Casa del Pueblo y en el mercado cubierto (Clichy, 1936-1939) —este último aún en funcionamiento— creó fachadas con paneles metálicos cuyas caras fueron tensadas con un ligero abombamiento creado por un muelle colocado en el centro.

En el primer piso del mercado, Prouvé diseñó una sala polivalente con elementos móviles: el techo se abre, las sillas se retraen y los suelos se mueven.

Con respecto al mobiliario, la gran aportación de Jean Prouvé fue la de crear muebles de gran resistencia con economía de materiales, a menudo plegables e inclinables. Técnicamente, se puede comprobar que la chapa de metal plegada proporcionaba resistencia al objeto, distribuyendo la fuerza por igual en todas las patas del mueble.

Uno de sus modelos de mayor éxito fue la silla Standard, de 1934. La fue perfeccionando con el tiempo, lo que a lo largo de quince años originó diversas adaptaciones: combinó madera y metal, fue desmontable y, por último, se convirtió en una referencia absoluta bajo el nombre de silla Cafétéria.

Pero en la exposición de Jean Prouvé también pueden verse algunos de sus muebles más destacados: la Silla Dactylo núm. 304 (1950), la Mesa Centrale (1951), la Silla de parvulario y pupitre biplaza (1951), la Mesa Compás (1953) y la Silla de reposo Anthony (1955).

Durante la Segunda Guerra Mundial, Prouvé se asoció con Le Corbusier y Pierre Jeanneret, con el objeto de construir unos pabellones desmontables para obreros de la Société Centrale des Alliages Légers en Issoire; se construyó́ un número significativo de pabellones, dormitorios, comedores, enfermerías, salones y despachos de los diseñadores con un sistema que combinaba pórticos centrales y elementos modulables para cubiertas y fachadas.

Progreso, colectividad, vanguardia

Jean Prouvé tenía la ambición de crear productos para el mayor número de personas posible. Creía en la idea de progreso para beneficiar a la sociedad. Por esta razón, sobre todo en los años de posguerra cuando había escasez de viviendas, proyectó alojamiento de calidad y muebles concebidos para equipamientos colectivos sin perder su carácter de vanguardia.

«Necesitamos casas prefabricadas», dijo, y a partir de 1946 se dotó de un instrumento esencial para alcanzar ese objetivo: la fábrica de Maxéville, instalada en un terreno amplio y adaptado a la fabricación en serie, donde las piezas se producían en el taller y se montaban en la obra, tal y como subraya la exposición de Jean Prouvé.

Con este método construyó la Casa Tropique (1949), la Casa Métropole (1950) y la Casa Coque (1951) que, como novedad, se ensamblaba a partir de paneles de cubierta curvos con sus soportes metálicos. «Prouvé siempre proyectaba las casas junto con su mobiliario correspondiente», detalla CaixaForum Madrid.

En los años 50, Prouvé construyó dos edificios singulares: su casa familiar en Nancy (1954), en un terreno accidentado y muy difícil, con elementos prefabricados, ligera y barata. También construyó el Pabellón del Centenario del Aluminio (1954), instalado en el Quai d’Orsay de París, totalmente desmontable, y que algunos consideran su obra maestra.

Otra de las obras más emblemáticas de Prouvé es la Casa Les Jours Meilleurs (1956), que fue su respuesta al llamamiento del abate Pierre en el invierno de 1954: «¿Cómo alojar a los sintecho que mueren de frío?» Prouvé ideó una casa fabricada industrialmente y montada in situ equivalente a un apartamento normalizado de dos dormitorios (50 m2). Pero, desgraciadamente, la casa no obtuvo la correspondiente homologación técnica, lo que impidió su producción industrial y solo se fabricaron cinco unidades.

En esa misma época, la exposición de Jean Prouvé muestra que diseñó casas para los prospectores de petróleo en el desierto (Casa Sahara, 1958) y participó en la construcción de la Freie Universität de Berlín (1963-1971).

Ganó también la primera vuelta de un concurso para construir mil clubes juveniles en Francia, del Ministerio de Juventud y Deporte. CaixaForum Madrid pone de manifiesto:

El prototipo se podía montar en 45 minutos; dos paneles idénticos se alzaban y se unían en la cumbrera, formando así una bóveda de cañón de 10 metros de diámetro aunque, finalmente, el jurado desestimó esta solución.

El último período de su carrera suele denominarse Les Blancs-Manteaux, el nombre de la calle donde Prouvé instaló su último taller en 1968, muy cerca de donde se construiría el Centro Pompidou.

Con un reducido equipo de ingenieros continuó diseñando elementos para la construcción. Por ejemplo, para la empresa Total diseñó estaciones de servicio y gasolineras que se instalaron en autopistas de toda Francia con una original forma circular y que se pueden ver en la exposición de Jean Prouvé.

De igual forma, para la sede del Comité Central del Partido Comunista Francés (París, 1969-1971) del arquitecto Oscar Niemeyer diseñó los muros cortinas de las fachadas. Pero su última obra fue una torre de radar en Ouessant (1978-1980): «una construcción puramente técnica, sin pretensiones arquitectónicas», de la cual se puede ver una maqueta en CaixaForum Madrid.