En esta exposición se reúnen obras de diez artistas habituales en la Galería Marlborough. Entre ellos podemos distinguir, por un lado, a aquellos creadores que elaboran sus obras en lenguaje abstracto y, por el otro, a aquellos que se apoyan en la figuración, ya sea en mayor o menor medida.

En este segundo grupo se incluyen Roberto Barni, Magdalena Abakanowicz, Francisco Leiro, Manolo Valdés y por último, aunque moviéndose hacia los límites de la abstracción, Alfonso Albacete.

La obra de Roberto Barni (Pistoia, 1939), renueva de manera original la escultura italiana. En sus creaciones el ser humano parece perder su singularidad frente a la multitud de las grandes metrópolis. En su universo artístico se despliegan una multiplicidad de personajes realizando difíciles juegos de equilibrio y formando columnas humanas superpuestas las unas sobre las otras, tal como se podrá ver en Impresa. De Magdalena Abakanowicz (Varsovia, 1930) presentamos Osiel, una escultura en bronce de más de dos metros de altura. Esta cautivadora obra combina la figura humana, propia de un adolescente, con una cabeza de animal que se asemeja a la de un burro. Los suaves contornos del torso de la figura orgánica contrastan con el objeto rectilíneo sobre el que se posa. Ciertamente, el carácter híbrido de esta obra refuerza la naturaleza misteriosa del trabajo de la artista polaca. Por su parte, Manolo Valdés (Valencia, 1942) toma algunos de los iconos más representativos de la Historia del Arte como punto de partida en su obra y les otorga nueva forma y contexto. El artista trabaja con soportes diversos; escultura, grabado, collage y pintura; dando mucha importancia a la materia y a las texturas que utiliza en su proceso de creación. Francisco Leiro (Cambados, 1957) es un gran observador de los detalles y en su obra consigue capturar el gesto humano con el que proporciona vida a sus piezas. No deja de investigar en el proceso creativo y sobre las posibilidades formales de la escultura figurativa, tratando de otorgar cada vez más libertad a su obra. En esta ocasión presentamos su imponente escultura de madera Cronos vomitando a su hijo. Cerrando el grupo tenemos a Alfonso Albacete (Antequera, 1950) trabaja con una concepción del espacio propia en la que suprime la perspectiva tradicional superponiendo así distintos planos. En las obras que presentamos Albacete retoma la serie Conferencias de arte y reflexiona sobre la propia práctica de la pintura y las distintas maneras de entender en el arte la representación y la imagen. De este modo, como lo observa el crítico Mariano Navarro, Albacete se posiciona entre la actitud del artista y la del teórico.

Entre los artistas que se mueven más hacia el campo de la abstracción encontramos a Xavier Escribà, Beverly Pepper, Luis Gordillo, Tadanori Yamaguchi y David Rodríguez Caballero.

La propuesta creativa de Xavier Escribà (París, 1969) rompe con la idea tradicional de cuadro, eliminando el marco y el bastidor, y experimenta con la materia centrándose en mostrar la pulpa de la pintura. El artista utiliza acrílico sobre tela pero de un modo muy peculiar, arrugando, cortando o doblando el lienzo hasta crear obras de apariencia escultórica como se podrá apreciar en Els cinc sentits. Beverly Pepper (Nova York, 1922) demuestra una manipulación magistral del acero. La oxidación que se produce en este material deja constancia del paso del tiempo. En Double Sbalzo hace uso de su habitual elegancia geométrica aunque esta vez contraponiendo formas curvas a un ángulo incisivo. La trayectoria de Luis Gordillo (Sevilla, 1934) está marcada por la experimentación. El artista lleva sus vivencias personales a un terreno abstracto en el que los elementos imaginarios conviven con referencias a la realidad. Sus composiciones orgánicas se sitúan sobre superficies fracturadas, el artista combina la pintura con el trabajo por ordenador y en ocasiones incluso añade a sus obras collages de fotografías. Por su parte, Tadanori Yamaguchi (Nagoya, 1970) talla herméticos bloques de piedra, siempre materiales duros y nobles, con el proceso denominado hatsuru, que consiste en medir la resistencia del bloque pétreo para trabajarlo con martillo y cincel, de forma lenta y casi ritual. El artista trata con virtuosismo la materia prima con el fin de dar lugar a configuraciones pulcramente definidas, casi palpitantes, por las que fluye la energía de un modo orgánico, siempre vinculado con la naturaleza. Finalmente, David Rodríguez Caballero (Pamplona, 1970) trabaja la escultura principalmente con aluminio, latón y cobre. El artista dobla, tuerce o encorva estas planchas de metal, aprovechando su ductilidad. De este modo Rodríguez Caballero crea composiciones escultóricas a las que siempre aporta un acabado artesanal a través del lijado. Esta erosión sobre el metal produce un cambio en la materia prima que pasa a integrar la luz. Así la propia obra desprende una serie de vibraciones que podrán ser apreciadas por el espectador según su posición. En ocasiones el artista les añade más color aplicando esmalte en alguno de sus delicados pliegues. Otra de las líneas de trabajo que Rodríguez Caballero investiga desde sus inicios son los vinilos sobre papel, en los que también incorpora la luz y juega con las transparencias del propio material, superponiendo infinitas tiras yuxtapuestas, tal como se podrá ver en 04.diciembre.2012.