Estoy mirando a Quentin Tarantino mientras él ve lo que hay a su derecha. A nuestra izquierda está Gabriel García Márquez con una ruana, un poncho de lana sin tanto decorado y perfecto para los climas fríos de varias regiones colombianas. Cada uno está al mismo tiempo en su casa, el primero en Los Ángeles, el segundo en México D.F.; ambos están en años distintos, el director norteamericano está en el 2010, el escritor colombiano está en 1990. Tal magia es posible gracias a la lente de Ruven Afanador.

Ruven nació en Bucaramanga, capital del departamento de Santander, Colombia, en 1959. Durante su niñez, solía pasar por un estudio fotográfico cercano a su hogar, llamado Foto Serrano, y tuvo sus primeros acercamientos con el oficio. A los 14 años, su familia se mudó a Estados Unidos, a Michigan, en busca de un mejor futuro para él y para sus hermanas.

Durante su adolescencia y juventud, se acercó mucho a las artes. Sin embargo, sus primeras opciones para una carrera profesional estaban en el mundo de los negocios. Tuvo que pasar un tiempo antes que cambiara de rumbo. Luego de intentar entrar sin éxito en las revistas neoyorquinas, viaja a Europa, más específicamente a Milán, para completar su formación como fotógrafo.

A su regreso a Norteamérica comenzó a trabajar con revistas como Rolling Stone y The New Yorker. Poco a poco empezó a retratar importantes figuras de la cultura estadounidense y mundial, como Salma Hayek, Hillary Clinton, Pedro Almodóvar, Courtney Love o Johnny Cash.

Gracias a su talento, pudo acercarse a ídolos de su juventud como Diana Ross, quién lo convocó a comienzos de la década del 90 para la nueva carátula de su álbum. Para este trabajo, Ruven Afanador propuso una sesión fotográfica en Bessemer, Alabama, donde Diana creció. También tuvo la oportunidad de conocer y retratar a ‘Gabo’, a quien admira mucho. Sin embargo, aún hoy dice que su encuentro fue demasiado pronto y le hubiera gustado poder fotografiarlo con más experiencia.

Durante su carrera, que ya es de más de 20 años, ha podido poner frente a su cámara a muchos artistas que deseaba fotografiar. Como la actriz Marion Cotillard, a quien descubrió en la película La vie en rose de 2007. De la misma manera fotografió a Catherine Deneuve y Oprah Winfrey.

Tuvo una jornada de fotográfica de 22 horas con Celine Dion; capturó a Lenny Kravitz en Bahamas, en los ratos libres que tenía mientras grababa su disco Black and White America; entró al Palacio de las Dueñas en Sevilla y le tomó fotos a la Duquesa de Alba.

Tiene cuatro libros: Torero (2001), Sombra (2004), Mil Besos (2009) y Ángel Gitano (2014). Salvo el segundo, que está inspirado en los orígenes de la fotografía, sus trabajos impresos se han relacionado mucho con la cultura española, especialmente con el flamenco, los toros y lo gitano.

Con esto, y más, a sus espaldas, Ruven Afanador visitó la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá a comienzos de marzo para dar un conversatorio. Llegó junto con la colección Yo seré tu espejo, que donó al Museo de Arte Moderno de la capital colombiana y que rota por diferentes espacios del país desde su llegada en 2011. Se trata de una recopilación de 80 retratos que él seleccionó y que por una temporada estuvieron exhibidos en el Museo de Artes Visuales de la universidad.

Es así como yo pude ver a Gabo y Tarantino tan cerca, estando tan lejos los dos. Ambos representan a los personajes que Afanador no gusta tanto de retratar según lo que le dijo al periodista Mario Jursich: a los escritores, porque no les gusta hacer nada, y a los directores de cine, porque quieren tomar el control de la sesión.