En 1945 Jean Dubuffet, artista francés, acuña el termino para definir el arte creado por personas que carecían de formación artística, específicamente por obras realizadas por pacientes de hospitales psiquiátricos, esto a raíz de haber quedado fascinado por un libro de Hans Prinzhorn, Bildnerei der Geisteskranken Ein Beitrag zur Psychologie und Psychopathologie der Gestaltung (El arte de los enfermos mentales. Una contribución a la psicología y a la psicopatología de la creación).

Dubuffet se da a la tarea de coleccionar y difundir obras con esas características, resumiendo en su frase "El arte habla a la mente, no a los ojos" la estética que regiría su colección y su propio proceder artístico.

Mucho se ha relacionado al arte con la locura, aunque no son condiciones forzosamente ligadas. En general entendemos el arte como algo estético que proviene de una elaborada técnica en donde el artista posee un talento y gusto exquisitos. Por ello, el arte marginal, o Art Brut, contradice todo lo que relacionamos a estética, planteando un desafío a las normas y dotando a las obras de una expresión liberadora, en donde las figuras pueriles encuentran un lienzo para protagonizar situaciones que sugieren crueldad y morbo, conviviendo con seres infrahumanos o deformes, moviendo en el espectador emociones extremas en donde es posible percibir miedo, asco, ansiedad, ofuscamiento a la razón, u horror vacui (miedo al vacío), entre otras emociones muy lejanas a lo que acostumbramos sentir, por ejemplo, en un museo. Por ello, es de esperar que las técnicas empleadas sean también atípicas, valiéndose de los materiales que se tienen a la mano en una institución mental, que van desde papel y lápiz hasta detritus orgánicos, heces fecales, sangre y fluidos diversos.

Estas obras, lejos de las emociones generadas, nos dan una muestra pura de expresión ya que los autores carecen de todo el bagaje académico de los artistas, en donde de alguna forma u otra, sus obras se ven influenciadas o condicionadas por las corrientes artísticas de su época o por la demanda del mercado. Estos autores incluso carecen de la conexión con la realidad como la mayoría la conocemos, dándonos la cruda visión de sus percepciones complejas, emanando de impulsos espontáneos e instintivos, animados por la fantasía y el delirio, y marcados por la exclusión y el enclaustramiento.

Podemos mencionar aquí a diferentes autores, pero un ícono que nos lleva a relacionar arte y emoción es la obra El grito, de Edvard Munch, dicha obra de hecho podemos encontrarla en muchos consultorios psiquiátricos, y más que valores estéticos, la obra posee una carga emocional que nos lleva a una introspección, más que a una opinión. Su autor fue un artista noruego cuya enfermedad mental se encuentra en un debate de si fue esquizofrenia o depresión, lo que si fue un hecho fue la relación que el artista tuvo con la muerte. Su propia narración acerca del momento que lo llevó a pintar El grito es lúgubre: "Estaba caminando por un camino con dos amigos. Se puso el sol. Sentí un ataque de melancolía. De pronto, el cielo se puso rojo como la sangre. Me detuve y me apoyé en una barandilla muerto de cansancio y miré las nubes llameantes que colgaban como sangre. como una espada sobre el fiordo azul-negro y la ciudad. Mis amigos continuaron caminando. Me quedé ahí temblando de miedo y sentí que un grito agudo interminable penetraba la naturaleza".

Otro autor destacado fue Adolf Wölfli, considerado uno de los máximos exponentes del Art Brut. Sufrió una infancia traumática y diversos abusos sexuales, lo que lo llevó más adelante al encarcelamiento por abuso de menores y a su liberación tras serle diagnosticada esquizofrenia, comenzando así a pintar durante su internamiento hasta su muerte. Su obra muestra una obsesiva geometría y una particular versión de las formas.

Josef Förster fue un enfermo mental cuya única obra se eligió como emblema de la colección Prinzhorn, del libro mencionado arriba. En la obra se puede ver a un hombre suspendido en el aire que se detiene de la tierra mediante unos zancos, y tiene el rostro cubierto. El mismo autor anotó en su obra su explicación: "Esto debe representar que, cuando uno no tiene ningún peso corporal que tenga que cargar, puede ir, entonces, a gran velocidad por el aire".

William Kurelek es otro autor que a través de sus obras nos permite ver su tristeza y su crisis espiritual, siendo su obra más famosa The maze.

David Nebreda es un autor que puede llevar al espectador a una crisis. Fotógrafo español nacido en 1952, fue diagnosticado con esquizofrenia a la edad de 19 años. Vive encerrado en dos habitaciones sin medicación ni contacto con el resto del mundo, y desde ahí ha realizado sus fotografías en donde su modelo es él mismo. Retrata su extrema delgadez y los severos castigos infringidos a él mismo, que rayan en la brutalidad y proponen un reto a la integridad humana. Ver sus obras implica un reto a la mente y una explicación clara acerca de lo bizarro mientras que sus frases retan nuestra cordura.

Finalmente quiero retomar una frase de Dubuffet que explica claramente su particular visión de la relación entre el arte y la locura: "La gran misión del arte es romper el hábito de la mente de diferenciar entre los dos registros que inhiben y extinguen el libre juego del pensamiento. Una vez derribada esta barrera, la mente recupera su fuerza y su impulso creativo. Esta es la función de la obra de arte, su razón de ser".