Es con motivo de la celebración del 600 aniversario del nacimiento -1397- del gandinense cuando el Ayuntamiento del Cap i Casal decide erigirle una escultura en la intersección de la avenida que lleva su nombre con la de la Plata, a la entrada a la capital desde la pista de Silla.

En ese mismo año -1997- la corporación municipal de Alboraia acuerda homenajear a otro valenciano universal: el escritor, periodista y político republicano Vicente Blasco Ibáñez, levantando una estatua en su honor en el Paseo Marítimo.

El encargo se formaliza con el célebre artista Nassio, que siempre se vuelca en aprehender a los personajes que debe cincelar. Pero como poeta entusiasta, son Ausiàs y Blasco los que despiertan en él una curiosidad infinita que le lleva a vaciarse por completo en su preparación.

Le apasiona reconstruir el puzle de datos que la historiografía codifica sobre los insignes protagonistas que va a retratar. Ansía penetrar en su enigmático interior, devorar su alma y descubrir el auténtico rostro de esos hombres, sus miedos, sus anhelos, su audacia, su timidez,… En suma, lo que les angustia, lo que forja su genio y lo que les mantiene en pie.

Persigue descifrar la soledad creativa, el vacío y las imágenes oscuras y surrealistas que atormentan a Ausiàs, al que dedica un poema en una innovadora búsqueda semántica y sicológica de inspiración.

Influenciado por el movimiento surrealista francés (Bretón, Picasso,…), en su trabajo trata de sustituir la lógica de la razón por la mirada abierta sobre la imaginación, penetrando en la nebulosa de las incertidumbres, del subconsciente, del romanticismo incontrolado, de los sueños,…

Tanto March como Blasco le son enormemente familiares, pues explora su literatura desde la infancia animado a su lectura por sus padres. El extenso poemario de Ausiàs revela a Nassio el magisterio con que el escritor interpone una suerte de atrezzo o disfraz estético privilegiando magistralmente unos significados y ocultando herméticamente otros temas consustanciales al oficio.

March, heredero de la tradición provenzalizante y del dolce stil novo, deifica a la mujer transformándola en objeto de culto -Amor, amor, Oh foll’amor,…- y se tortura con una obsesión desgarrada por el pecado.

Es el autor más importante del Siglo de Oro valenciano, a cuya lengua da un impulso definitivo ejerciendo una enorme influencia en la lírica hispánica, especialmente en Garcilaso de la Vega y Juan Boscán Almogávar.

La escultura de Nassio encarna a la perfección al noble, al soldado que armado caballero llega a ser halconero mayor de Alfonso V el Magnánimo. Y, sobre todo, al hidalgo de las Letras, al primer poeta culto en el que cristaliza el idioma valenciano.

La figura se fragmenta para reconstruirse a la manera cubista confiriéndole una volumetría disgregada cuyo geométrico semblante se exhibe desde diferentes puntos de vista. En modo alguno resulta un relieve figurativo, sino que se distancia claramente del realismo para exhibir una rotunda composición de maclas, un auténtico collage gestual y filosófico.

La obra del padre del cosmoísmo emerge sobre un podio que corona una soberbia columna de acero corten alzándose hasta una altura de quince metros. A sus pies dos seres antropomórficos a modo de ángeles, uno de ellos con el escudo de la villa, le rinden pleitesía por su contribución a las artes y a la patria.

Las referencias tipológicas se manifiestan con nitidez. Nassio interpreta con maestría los lugares frecuentes del pensamiento escolástico de Ausiàs -Aristóteles,…- penetrando en su imaginario épico, que le marca como a otros de sus compañeros de profesión: Michavila, Armengol,…

El resultado evidencia un exhaustivo conocimiento de las principales claves iconográficas -Archer -The Pervasive Image. The Role of Analogy in the Poetry of Ausiàs March-, Butler -A Study of the Vocabulary in the Poetry of Ausiàs March (1397-1459)-, Ahuir - Iniciació a Ausiàs March, Referéncies mitològiques i animalístiques en l’obra d’Ausiàs March- pudiendo leerse las menciones tanto a la lápida de la tumba del poeta en la Seu, como a la conocida tabla de San Sebastián -siglo XV- atribuida a Jacomat, que se conserva en la Colegiata de Xàtiva para la que Ausiàs habría servido de modelo.

La estructura fracturada con precisión cede el protagonismo a la vestimenta caracterizada por las curvas ondulantes de la capa que transfiguran el busto en una suerte de nave cósmica. La mano artesana de Nassio agita al viento de Levante la pieza provocando un efecto mágico de movimiento, lo que confiere a la talla un aspecto mistérico de perfección heroica.

Con el recurso elegante de poner en valor a una indumentaria tradicionalmente asignada por la ficción cinematográfica, y antes por la industria del cómic a identidades carismáticas, como Superman -1938-, Batman -1939-, Captain América -1941-, Flash Gordon -1934-, Nassio recuerda en su ciudad natal su sugerente universo americano.

Ausiàs, con la mirada puesta en Gandía, recibe a los visitantes como un navegante en busca de nuevos mundos literarios. De ahí, tanto la utilización de relieves alegóricos en su capitel como la concepción del fuste a modo de cita de la célebre Columna Trajana del Foro Romano y de su réplica parisina de la place Vendôme presidida por Napoléon Bonaparte celebrando su victoria en Austerlitz.