Yves Klein es la primera muestra retrospectiva en América Latina del artista pionero del arte acción y las prácticas inmateriales del arte contemporáneo. La exhibición hace un recorrido, a través de más de 75 obras artísticas y una amplia selección de documentos —cartas, dibujos, fotografías y películas—, por la variedad de facetas que desarrolló a lo largo de su corta, pero intensa y prolífica carrera (1954-1962).

La exposición articula, a partir de un desarrollo cronológico, tres de las principales problemáticas presentes en su trabajo: la monocromía, la materialidad de la carne y el arte como campo inmaterial. Toma como punto de partida su exposición doble “Proposiciones monocromas” en la galería Colette Allendy y en Iris Clert Gallery en París (1957), en donde inicia su periodo azul. En un primer momento, la exposición despliega el universo monocromo, basado en la concepción de un color (el IBK, Azul Internacional Klein) como un campo de sensibilidad inmaterial. Con esta producción toma distancia del arte de su época, que se debatía entre la abstracción y la figuración. Después de experimentar con formatos bidimensionales, Klein comienza a trabajar con objetos y otros elementos, que al ser pigmentados con el azul se transforman en esculturas de color ultramar. En el desarrollo de sus monocromías se deposita su concepción no solamente del color sino del arte, en donde los cuadros son solamente “cenizas” de la obra, como señalaría el propio artista.

Las obras revelan la tensión constante entre la condición material del arte y su inmaterialidad. Klein creía que el nuevo arte ocurría en la construcción de campos de sensibilidad, ya fuese por medio de la pureza del azul Klein, a través de la experiencia del vacío —como desarrolla en sus icónicas piezas Salto al vacío y el periódico que lo documenta, Dimanche (1960)—, o bien de los cuadros realizados con fuego y aire, así como a partir de la reflexión sobre el valor de la obra artística. Para él, el arte solo puede suceder en el espacio y por lo tanto como experiencia. De ahí que, en las Antropometrías, una de sus series más conocidas, Klein ejecuta el acto pictórico como una acción corporal y carnal, más no la del artista sino de los cuerpos de modelos embadurnados con pintura que dejan una impronta en el lienzo. Cuando Klein realiza la Antropometría del periodo azul (1960) lo hace en vivo, acompañado de las modelos y de varios músicos que tocan la partitura de la Sinfonía Monótona Silente (1949), una pieza divida temporalmente entre un solo tono y el silencio.

De esta forma, la agenda radical y definitiva de Klein se desarrolla a través de sus obras, de las acciones que las componen y de los diversos manifiestos y conferencias que escribió e impartió a lo largo de su carrera. La muestra busca introducir a un público amplio la obra de uno de los principales referentes del arte del siglo XX. Quizá uno de los primeros artistas contemporáneos que buscó integrar arte y vida en una aventura unificada.