El pequeño estudio airelibrista realizado por Sérusier en Pont-Aven en 1888, "bajo la dirección de Gauguin" como lo indica la inscripción manuscrita en el dorso del panel, fue de inmediato erigido al rango de icono. En cuanto el artista, de regreso a la Academia Julian, presenta a los Nabis este paisaje "sintético" con colores puros y formas simplificadas, le dan el nombre de El Talismán y lo cuelgan en el muro de su lugar de reunión, El Templo, donde se conserva como una "reliquia".

Al morir Sérusier, en 1927, El Talismán integra la colección de Maurice Denis, que contribuyó a hacer de ella una obra fundadora contando el relato de su creación en la revista Occident en 1903: "¿Cómo ve este árbol?, dijo Gauguin delante de un rincón del Bois d'Amour: es verde. Ponga pues verde, el verde más bello de su paleta; y esta sombra, ¿más bien azul? No tema que la pintura sea lo más azul posible". Así nos fue presentado por primera vez, bajo una forma paradójica inolvidable, el fértil concepto de la "superficie plana cubierta de colores reunidos en un cierto orden".

El estudio de Sérusier se situó así en el centro de una especie de mito del origen que fija su interpretación: una "lección de pintura" dispensada por Paul Gauguin que inspira al joven pintor el manifiesto de un arte que sustituye un enfoque mimético por la búsqueda de un "equivalente colorido". Será a la luz de esta presentación que la posteridad verá en este cuadro el anuncio de un nuevo concepto de la pintura: pura, autónoma y abstracta.