La galería Espacio Mínimo presenta la primera muestra individual en su espacio del artista español afincado en Nueva York MARTÍ CORMAND. La exposición, titulada Un elefante en El Prado, es un proyecto creado expresamente para la galería, que engloba un conjunto de obras en las que se aprecia, como escribió Michael Wilson en ArtForum en octubre de 2016, El impulso de documentar y preservar no sólo contra la violencia de la historia, sino también contra la pobreza de la memoria (personal, institucional y social).

Tal y como el propio artista explica: El título proviene de un artículo de Peio H. Riaño publicado el 10 diciembre de 2017 en “El Español” donde se explica una de las escenas más fascinantes e inéditas de la Guerra Civil: el traslado de casi un centenar de vitrinas del Museo de Ciencias Naturales al Prado. Entre otros animales había un elefante, el único que no tenía vitrina. El Gobierno de la República decidió que el Prado era el mejor lugar para proteger los fondos de otros tantos museos. Aunque mientras en el Ministerio señalaron al Prado como el refugio ideal, sus pinturas salían huyendo desde hacía meses en camiones por la falta de seguridad. Una semana antes del bombardeo, el Museo se vació de miles de pinturas que fueron rumbo a Valencia, y luego a Ginebra, vía Figueras. El traslado fue orquestado por Josep Renau.

Al mismo tiempo, en 1937 y en una Europa cansada de la Gran Depresión y las agitaciones internas, los nazis organizaron de la mano de Adolf Ziegler, el pintor preferido de Hitler, una exposición de lo que ellos consideraban “arte degenerado” (Entartete Kunst). La muestra abrió un 19 de julio y se mantuvo hasta el 30 de noviembre. Por los salones del Instituto de Arqueología de Múnich se presentaron cerca de 600 obras de algunos artistas cuyo legado es hoy indiscutible: Marc Chagall, Wassily Kandinsky, Paul Klee, Oskar Kokoschka, George Grosz, Emil Nolde y Ernst Ludwig Kirchner, entre otros maestros del modernismo. En la década de 1930 estas obras despertaban polémica no sólo en Alemania, pero su valor ya era reconocido en todas las grandes capitales del mundo. Aprovechando esta situación los nazis vendieron la mayor parte en el mercado internacional de arte; y las 1.004 pinturas y 3.825 grabados de los que no pudieron desprenderse fueron finalmente quemadas en 1939.

La idea de “Un elefante en el Prado” sugiere también la expresión inglesa “elephant in the room” («elefante en la habitación») que hace referencia a una verdad evidente que es ignorada o pasa inadvertida. También se aplica a un problema o riesgo obvio que nadie quiere discutir. Temas del pasado mal solucionados vuelven, y salen a la luz en el presente, para ser inevitablemente discutidos.

El trabajo de Cormand atestigua la coalescencia del tiempo, o más bien, de un pasado intangible que solo puede ser captado en el presente a través de la intuición. Según el artista, nuestro presente reafirma el concepto de “eterno retorno”, la idea de que nuestra existencia es de naturaleza cíclica en lugar de lineal. Estas imágenes también se convierten en un subproducto de la temporalidad enredada en el ciberespacio, donde Cormand a menudo deriva su material de origen.